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GENTE

Españoles en Bagdad

Regreso a Madrid de siete residentes en Irak

Sonrientes, tranquilos y relajados, siete españoles -entre ellos, tres niños- residentes en Bagdad llegaron al mediodía de ayer a Madrid procedentes de Ammán. "Pero si en Irak no se veía nada", explicaban Teresa Baños, María Jesús Benegas, Pilar Pasalodos, Fino Real y su esposa, Almudena Ruiz, al tranquilizar a los familiares que, nerviosos, emocionados y, en algunos casos, con las lágrimas en los ojos, tras haber logrado abrirse camino entre la tumultuosa y tupida barrera de periodistas, los ahogaban en abrazos a su salida en el aeropuerto de Barajas.Los recien llegados forman parte de un grupo de 11 funcionarios de la Embajada española en Bagdad y familiares que el pasado día 23 salieron en coche de la capital iraquí y lograron pasar la confusa frontera con Jordania en dirección a Ammán.

Poco antes de que se anuncie la llegada del vuelo procedente de Estambul, Turquía, con el que los viajeros han enlazado desde Ammán, algunos de los familiares están hechos un manojo de nervios. A la madre de Teresa Baños, auxiliar de la representación española en Irak, se le hace un nudo en la garganta: "Ya sé que en Bagdad no pasaba nada, pero las madres siempre somos así, pensando todo el día en nuestros hijos; y al fin y al cabo, con las cosas que están pasando no hay quien pare", dice sin perder de vista la puerta.

A pesar de los aires de guerra que la invasión iraquí de Kuwait ha hecho soplar por todo el planeta, ninguno de los viajeros españoles ha considerado oportuno huir de la zona caliente del conflicto. La mayor parte de ellos ha salido, como tenía previsto desde hace meses, de vacaciones. Fino Real, encargado de las comunicaciones de la representación diplomática española, por ejemplo, explica que ha venido a Madrid para hacer sus exámenes de Económicas. "En Bagdad todo estaba tranquilo; no había movimiento de tropas ni puestos de control; en los comercios faltaban algunas cosas, pero la situación no era muy distinta a la de hace dos meses", dice Fino al relatar el viaje de 600 kilómetros en coche que el grupo tuvo que emprender a través del desierto para llegar a Ammán. "Fue muy cansado; cuando llegamos a la frontera con Jordania, los españoles todavía estábamos clasificados en el grupo de extranjeros regulares y no nos pusieron ningún impedimento para dejarnos pasar", añade mientras sostiene en sus brazos a Alejandro. "Desde dentro de Irak las cosas no se ven tan graves como aquí. Entre los miembros de la colonia extranjera hay incertidumbre pero no miedo". Su esposa asiente y añade: "Nosotros vivimos en nuestra casa hasta el último día". "Si todo sigue igual, volveré a Bagdad el día 11", añade Fino decidido.

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