"Navarra necesita una solución sin vencidos"
La entrevista con Patxi Zabaleta comienza con la evocación de una cuestión recurrente en las revindicaciones abertzales: la cuestión navarra.Pregunta. ¿Navarra está más lejos de la comunidad vasca que nunca?
Respuesta. Las fuerzas abertzales crecen, pero la situación es difícil. Desde que se firmó lo que se ha dado en llamar el pacto de los demócratas frente a HB, los políticos de Eusko Alkartasuna y Euskadiko Ezkerra en Navarra están más en consonancia con los socialistas o con la derecha que con nosotros. Lo más coyuntural, el pacto frente a HB, prevalece sobre una estrategia de unión autonómica de las cuatro provincias.
P. ¿Usted atisba una solución?
R. Si somos realistas, cualquier salida política debe ser una solución sin vencidos. Ni nosotros, que somos ahora los vencidos, ni la derecha, ni cualesquiera otros.
P. ¿No resulta utópico?
R. Puede parecerlo. En Navarra se hace política desde hace 60 años siempre a costa de que un sector resulte derrotado. Pero no es tan difícil si comprendemos que se trata de integrar consideraciones distintas, no necesariamente contradictorias. La primera, reconocer la indudable personalidad histórica y social de Navarra. Y luego, la pertenencia de Navarra, no menos indudable, a aquello que tenemos en común los vascos de las cuatro provincias. Otro factor son las ventajas de la unión en la Europa futura. Navarra, con 500.000 habitantes, más o menos como Vallecas, tendrá cuando terminen las transferencias 18.000 funcionarios autonómicos. Resulta difícilmente sostenible.
P. El consenso requiere diálogo, y ahora parece lejano.
R. La confrontación nos pone en situación dificil a todos y, por tanto, nos exige un esfuerzo. La negociación es una solución democrática y posible, y las vías concretas existen. La unión con las Vascongadas puede hacerse a través de una dieta [órgano conjunto de dos Parlamentos], de un convenio regulador de servicios comunes o por otro procedimiento.
P. Cuando habla de negociación, ¿piensa en el Gobierno y ETA?
R. También, pero no sólo. El diálogo es siempre necesario. En la polémica de la autovía, por ejemplo, se intenta que prevalezca a toda costa el principio de autoridad, y los demás partidos debieran tener en cuenta que son las instituciones las que han rectificado su propuesta inicial. Han descartado la autopista de peaje y han optado por una autovía, como nosotros proponíamos hace 12 años. Ahora que nos han dado la razón, también la propuesta de la autovía puede y debe ser discutida.
P. ¿El euskera es un obstáculo para el consenso en Navarra?
R. Al contrario, podría ser lo más fácil de zanjar. Mucha gente de la derecha más recalcitrante tiene una actitud positiva. Sí evitamos cualquier imposición sería sencillo ponernos de acuerdo en que el euskera es patrimonio de todos los navarros, al que todos tienen derecho a acceder libremente en sus relaciones con la Administración, en la enseñanza o en los medios de comunicación.
P. La lengua vasca parece patrimonio sólo de ustedes, los nacionalistas.
R. Ha sido tomada como bandera, y eso es malo. Me sentiría feliz el día en que la derecha o el PSOE pidieran el voto en euskera. La defensa de nuestra lengua no tiene por qué ser exclusiva de los abertzales ni excluir a nadie.
P. ¿Cree que las propuestas de diálogo tienen credibilidad viniendo de HB?
R. Yo soy concejal en Pamplona, y conmigo han negociado otros partidos cuestiones municipales importantes, a veces con acuerdo final y otras no. La credibilidad la dan las actitudes y hay que presuponerla a todos. Nosotros no podemos descalificar a la derecha como herederos del franquismo ni ellos a nosotros porque crean que estamos en connivencia con ETA. No se puede poner en entredicho la representación de las urnas.
P. ¿Y si el resultado de ese diálogo no es sancionado por la voluntad mayoritaria de los navarros?
R. Esa es una cuestión insoslayable. Cualquier modificación del régimen actual, que por cierto nunca ha sido sometido a consulta directa, debe pasar por una expresión de voluntad de los navarros.
P. El consenso sería más fácil si HB ejerciera su representación en las instituciones.
R. Siempre he pensado, y no soy el único ni mucho menos, que debíamos estar, sobre todo, en los Parlamentos autónomos. Y que conste que esa diferencia de criterio no me ha creado problemas. Desde ahora mismo deberíamos aumentar nuestra intervención, potenciar nuestra alternativa desde esos ámbitos y hablar allí de cada cosa que interese a los ciudadanos. Aunque exista el riesgo de una unión inicial de todos contra nosotros. El pacto es, a mi juicio, una razón más para estar presentes, no para quedarnos fuera.
Negociacion
P. ¿Tendría algún sentido que ETA siga matando si HB ocupa sus escaños?
R. La cuestión no es si ETA tiene o no sentido. HB es un movimiento nacido para hacer política y defiende una solución para el problema de la confrontación armada, que es la negociación. Si la defendemos en las calles, ¿por qué no hacerlo también en los Parlamentos? Nuestro quehacer como políticos no es buscarle a ETA una justificación, sino una solución.
P. Quien influye más, ETA en HB o a inversa?
R. Cuando nació HB, en 1978, ETA tenía 25 años de historia. No podemos negar un bagaje ideológico y sentimental que nos ha influido, pero tenemos cauces propios de decisión. Y a veces hemos decidido cosas que no propugnaba ETA.
P. Lo interesante es saber si ETA les impedirá ir a las instituciones, igual que forzó el abandono del Parlamento navarro en 1981.
R. Si HB tiene que decidir, lo hará autónomamente y sin imposiciones, eso puedo afirmarlo. Es cierto que en 1981 hubo emisiones radiadas de ETA pidiendo el abandono de las instituciones, pero también lo es que después hemos acudido y lo hemos decidido con autonomía.
P. ¿Llegará el día en que HB pida a ETA el abandono de las armas?
R. No sería inteligente por nuestra parte ni adecuado. Nosotros respetamos la lucha de ETA, que tiene una base altruista indudable. La prueba son los casi 600 presos que no han sucumbido a las medidas de reinserción. Ahora bien, el pueblo vasco necesita superar los métodos de la confrontación armada, y proponemos una solución, la negociación política, abierta a los partidos con representación en Euskadi. Si le dijéramos algo más a la organización armada daríamos lugar a la confusión entre ellos y nosotros.
P. ¿Usted sigue considerando lucha armada la muerte de un militar jubilado?
R. Yo creo que todas las muertes son lamentables, empezando por los 3.000 fusilados de la guerra en Navarra, que se han estado negando más de 40 años. Son las secuelas tristes de la confrontación cuando llega a las armas. Soy contrario a toda confrontación violenta, lamento las muertes de uno y otro lado y creo que la forma más respetuosa de actuar sobre este drama es buscar soluciones políticas. Algunas condenas repletas de adjetivos no son más que la tapadera de quienes desean prolongar la confrontación.
P. ¿Los nacionalismos tienen futuro?
R. El resurgimiento de los nacionalismos, como está sucediendo en el este de Europa, era inevitable y deseable. La estructura internacional está basada en Estados dibujados según la capacidad militar de los antiguos soberanos, y eso no resulta muy serio.
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