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Crítica:VISTO Y OÍDO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Perdedores

La angustia de la Shriver, perdiendo ante la Sánchez Vicario (estos la ante los apellidos de mujer son de uso castellano desde siglos, y en el teatro son como un título: la Xirgu, la Guerrero), fue la expresión perfecta de la estética del desastre. Daba gusto verla ante un destino implacable, y ver también al destino en la cancha, durante el resumen de la Hopman's Cup que dio Canal +. No es que yo quisiera que perdiese; de ninguna forma: no tengo el sentido del patriotismo puesto en ninguna clase de pelotas, con perdón. Era una cuestión de belleza trágica, como la de la máscara de Melpómene. Arantxa no tiene ninguna estética, cuando pierde ni cuando gana. La gracia la tiene como la de los miembros de la familia; porque, a fuerza de verla repetida, con su misma cinta, su misma garra a la espalda para sostener una pelota, su bailoteo infantil cuando espera un saque, nos vamos acostumbrando a ella y es como nuestra. La televisión da parentescos asombrosos. Y eso sin ver el tenis más que de refilón, en los instantes de zapa.Aunque, como otros deportes, puede llegar a atraer al alejado por lo que tiene de representación, de mueca, o incluso de argumento que se va desarrollando directamente.

La verdadera ficción, en cambio, desespera en un verano cuajado de películas de tercera. Nuestra Natacha, por ejemplo, en TVE-2, argentina, era escasamente soportable, salvo para iniciados. Para quienes recordaban lo que fue la obra de Casona hacia el final de la etapa de paz de la República; brotaba de ella, sobre la mala calidad y las zonas de cursilería, ese cierto espíritu de libertad y de reforma de entonces: el pedagogo Casona, contra los reformatorios de la zona cruel del clero, alzándose frente al castigo de los jóvenes delincuentes para culpar de ellos a la malformación de la sociedad; tan republicano, tan de la Institución Libre y de las Milicias de la Cultura. Una utopía. Los reformatorios volvieron a ser de dureza y rigor, y ninguno de los cambios y de las personas de buena fe han logrado cambiarlos. En cuanto a la figura del joven delincuente, se ha entronizado en los altares de las misas negras de la sociedad: sigue siendo el mal absoluto, o el de la pinta sospechosa. Hasta se está desenterrando -dicen- lo que fue la ley de peligrosidad social, que permitió encerrarles sin Juicio ni abogado defensor. Perdedores de siempre.

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