Camilo Jose a Cela
Bajo el sol de Lanzarote en bermudas
Camilo José Cela se ha escapado unos días a la tierra de los volcanes, Lanzarote, para tumbarse al sol como un lagarto. La imagen desacostumbrada del Nobel, enfundado en bañador de colores tropicales, era realmente insólita. El escritor confiesa que se merecía este descanso después de un intenso año de puertas abiertas. Su compañera, Marina Castaño, no se ha querido perder tampoco la aventura . El senador Dimas Martín, alcalde de Teguise y controvertido político local, puso en bandeja al escritor un pretexto para saltar el charco.El Ayuntamiento de este municipio turístico acordó en mayo pasado por unanimidad conceder el nombre del autor gallego a un parque de la localidad, situado en un lugar estratégico
Cela ha conocido un Lanzarote cosmopolita y urbanizado, muy distinto al de su anterior visita, hace unos 30 años.
El Nobel español, que está dispuesto a encerrarse a partir del 19 de octubre (un año después de que le entregaran el máximo galardón de las Letras) para escribir un nuevo libro, ha vivido este paréntesis de agosto como un auténtico guiri.
Su bañador, unos bermudas floreados hasta las rodillas, dejaba al descubierto los impúdicos y orondos michelines del flemático prosista.
El académico y Marina no se han perdido detalle de una isla que conserva, contra viento y marea, el sueño ecologista del artista César Manrique. La pareja surcó las aguas atlánticas en el yate del alcalde Dimas y se acercó hasta La Graciosa, un pequeño islote en el que se asienta un poblado de pescadores. Con Margarona, su alcaldesa, un personaje que parece extraído de la ficción de García Márquez, compartieron mesa y mantel. Ambos libraron en un chiringuito del lugar un jocoso duelo de chistes que terminó en tablas. Cela, que curiosamente fue reconocido esta vez porque acompañaba al señor alcalde, no titubeó al afirmar que las papas arrugadas de Canarias son el mejor manjar del mundo, en declaraciones al diario local Canarias 7.
El novelista tampoco se privó del espectáculo de las fumarolas del roque de Hilario, en el parque nacional de Timanfaya. En este mismo escenario rueda desde ayer un vídeo publicitario para una compañía petrolera.
Cela estaba encantado el día del bautizo de su plaza. El acto fue amenizado por el grupo folclórico Los Campesinos, cuyos componentes le obsequiaron con un sombrero típico y un par de sandalias de piel de cabra. "Ojalá que el turismo no acabe con estas tradiciones", dijo.
En sus palabras de agradecimiento deslizó una crítica al Gobierno canario, al que recriminó el estado de abandono en que se encuentra un convento del municipio que data del siglo XVII. "Ya es hora de que las autoridades se decidan a restaurar este monumento que es lo único feo de la villa", manifestó. Luego paseó sosegadamente con Marina para disfrutar del recoleto rincón.
"Alcalde, esto es muy bonito", comentó Cela, feliz, a su anfitrión. El escritor, que hablará en El Escorial sobre los políticos, con los que ha tenido algún roce, cogió papel y pluma para escribir una conferencia, Elogio del vino, con la que dejó huella de su paso por la isla.
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