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Reportaje:NOCTURNO MADRILEÑO

Terror en el parque

Cuentan que entre los 20 actores del Pasaje del Terror y los grupos de público que acuden a estimular su pánico, hay una anciana de cabellos blancos a la que nadie ve entrar y nadie ha visto salir Cualquier historia cierta o inventada sobre este curioso espectáculo del Parque de Atracciones sólo puede añadir escalofrío y celebridad al buen trabajo de quienes reviven en poco más de 10 minutos toda la mitología del miedo. El humor negro o una buena campaña de promoción asegura, incluso, que las lápidas y ataúdes utilizados en el montaje son de segunda mano.El Pasaje del Terror se instaló la pasada temporada, cuando el Parque de Atracciones de la Casa de Campo había cambiado de amos para su completa metamorfosis, que incluía inversiones de 6.000 millones de pesetas hasta el 92, con objeto de atraer a casi tres millones de visitantes, misión cumplida, en gran parte, por ese tributo al canguis que la empresa Monsters and Monsters instalaba en un viejo caserón lleno de misterios.

El estrecho y oscuro pasadizo se recorre a pie entre tormentas, monjes, brujas, muertos vivientes, destripadores, Frankenstein, Drácula, Freddy, el hombre lobo; la niña diabólica y contorsionista de la película El exorcista y otras quimeras. De siete en siete, el ansioso público pelea por no ser ni el primero ni el último de la fila, mientras el recepcionista exagera su papel de "luego no digan que no les avisé". No fumar, no encender mecheros, cerillas o linternas. No correr, no retroceder, no pararse, mantener compacto el grupo y... no tocar a los actores, que, sin embargo, se permiten algún inocente pellizco a mano yerta.

El macabro paseo transcurre entre un calor insoportable, castañeteo dental y un griterío ensordecedor. Pero merece la pena. Una tenaz muchacha sufrió seis desvanecimientos seguidos a causa de una mala armonía entre su tensión sanguínea y el espanto. Una mala madre amenazaba a su hijo por un posible suspenso, ante la estupefacción de los actores que, a veces, son los más sorprendidos y se han llevado un par de bofetadas de visitas sin control.

El Parque de Atracciones de la Casa de Campo de Madrid ha cumplido 20 años entre la oposición ecologista a su posible crecimiento, que mermaría ese 50% de zona verde, y una profunda modernización. Antes de las seis de la tarde mucha gente hace cola en las tres taquillas de la puerta principal.

Gran parte del públido ha descubierto que en el auditorio pueden escuchar por 175 pesetas a esas estrellas de la música capaces de igualar al pueblo con la jet-set, aunque ésta siga pagando 12.000 pesetas por escuchar a Bertín Osborne o Isabel Pantoja en cualquier local hortera.

Donde a veces se les va la mano es en los pasacalles. Orquestas a la puerta de bares cuya cerveza, en ocasiones, no se acaba de enfriar ante la avalancha. Bandas de música, magos, muñecos y majorettes entorpecen el camino hacia un pis que cuesta más de 10 minutos de espera. Comida alemana y charleston, luz y sonido entre los coches de choque, láser participativo en pista hinchable, cascadas, el coche de Batman, y hasta un ballet de Senegal. Diviértanse como puedan.

45 instalaciones mecánicas.

Teatro con capacidad para 5.000 personas.

Entrada, 175 pesetas. Calco Superdiversión, 1.200.

Pasaje del Terror, 500 pesetas, 400 con calco.

Abierto de seis de la tarde a dos de la madrugada, y hasta las cuatro los viernes y los sábados.

Autobuses 33 y 65 y teleférico desde el paseo de Rosales.

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