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Reportaje:NOCTURNO MADRILEÑO

¡Estoy de 'rodríguez'!

Se apellida García, pero cada verano se convierte en un rodriguez. Confiesa que los días más duros son el primero y el último. "Es la ansiedad. Con dos semanas por delante te quieres comer el mundo y la carne, y al final te ves enfriando la misma botella de champaña que compraste para la primera noche". Sonriente y resignado, al menos ha aprendido a pasar el aspirador, hacer la colada sin teñir de arco iris todos sus calzoncillos y no ha sucumbido a la broma de comprarse una muñeca hinchable. Pertenece a la última promoción de buitres veraniegos. La que apenas superada la treintena y todavía sin adosado en la sierra intenta ligar en las terrazas, pero se conforma con prolongar la noche entre amigotes. ¿Qué pasó con el peligroso hombre solo? ¿Es una especie en extinción? José Montero, encargado de la sala de fiestas La Trompeta, hace dos años que echa el cierre en agosto."Entre la sierra, el vídeo, los bingos y la televisión nos han dejado sin clientela". Verónica, franca encargada de Erika Show Bar, espera hacer su agosto. "Contamos con estos señores los 12 meses del año, pero julio ha sido nefasto. Nuestro espectáculo erótico resulta muy interesante para matrimonios, aunque el hombre gasta más si acude solo. Sin exagerar, hay menos de la mitad de rodríguez que unos años atrás. En 48 años de actividad, nuestros clientes han sido los grandes señores de la noche y por ellos hemos evolucionado de la revista al erotismo. Madrid lo exige". Ser atendido por una de las relaciones públicas de Erika Show Bar puede costarle entre 10.000 y 20.000 pesetas. La entrada con consumición, 2.500, y 1.000 la segunda copa.

Los precios se repiten y el límite tiende al infinito. "¿Cuánto se gastó anoche don Álvaro?", pregunta a su camarera el encargado del Doctor Watson Go-Go Girl. "Trescientas mil pesetas", contesta, especialmente lacónica ante la prensa. "Yo he visto gastar más de un millón en una noche". Al lado mismo de un reducto de imberbes rappers, Doctor Watson es un salón acogedor con mucho espejo y mucha flor de trapo en plena calle de Orense. Allí las chicas se turnan recorriendo pasito a pasito una pasarela de suelo a rombos con una barra de metacrilato donde parecen provocadoras bomberas. Ahí llega el top-less y las chicas siguen girando sobre sus altos tacones. A ciertas horas, el desnudo es integral. Las chicas, simpáticas y en forma, tienen un sueldo de 8.000 diarias y los clientes pagan 1.500 por cada copa.

En 35 años, el Corral de la Morería se ha ganado la cdnfianza de sus clientes "porque aquí no recordamos las caras. En invierno llegan los señores con sus santas esposas y en verano con sus santas amigas ".

¿Y famosos de rodríguez? Manuel del Río, director, dice "no sé" pero asiente con la sonrisa. "Lo peor es ser rodríguez al cuadrado. Se fue la señora y se fue la amiga. El cierre es a las tres, pero puede seguir la fiesta con copas y jamón. Uno se gasta fácilmente hasta 300.000 pesetas".

No sólo de esa carne vive un marido parcialmente abandonado. Un empleado de comidas preparadas tiene un cliente que cada mes de agosto come diariamente pechugas villaroy y "se las fríe él mismo". Sin ser originales, no se mueren de hambre.

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