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Reportaje:CRÓNICAS DE VERANO

Sueños de 'paparazzi'

Andrés Fernández Rubio

Mientras el príncipe Salmán de Arabia Saudí dejaba Marbella el pasado jueves tras la invasión dé Kuwait por los iraquíes, Gunilla von Bismarck, bisnieta del canciller de hierro, montaba en cólera por la portada de un semanario que la presenta en una fotografía tomada en Colombia junto a un joven con ametralladora. Al mismo tiempo, los fotógrafos montan guardia, aburridos, frente al chalé en el que veranea Isabel Preysler, o iluminan con los flases las sevillanas que bailan Lita Trujillo y Jaime Ostos con motivo de su reconciliación. Los paparazzi sueñan con la aparición rumoreada de la pareja estelar: el multimillonario saudí traficante de armas Adnán Kashogui e Imelda Marcos, viuda de dictador y también multimillonaria. Es la guerra y la paz, pero en la versión del sofocante verano marbellí."¡Estamos hartos de recibir palos!", clamó Gunilla von Bismarck por los micrófonos durante una especie de homenaje a Olivia Valere, una de las animadoras de la noche de la ciudad. La musa de la jet set se refería a la serie de reportajes aparecidos en Cambio 16 en los que se relatan turbios asuntos de la Costa del Sol y en la que ella sirvió de reclamo en una de las portadas. ¡Pero aquí estoy, y no me voy!", añadió, esta vez no flanqueada del guardaespaldas armado que le pidió hacerse junto a ella una fotografía durante una fiesta en Colombia de Óscar Holtzeker, sino de un ramo de rosas rojas quizá más apropiadas a su carácter que las armas de precisión. Von Bismarck es simpática por casi todo: por su sonrisa continua, porque tiene sentido del humor y autoironía, e incluso por sus curiosas y un tanto disparatadas teorías místico-ecológicas acerca de la gran catástrofe natural que se avecina.

Y mientras llega ese cataclismo, los paparazzi sobreviven, ante el desolador panorama de famosos en Marbella en una de las numerosas urbanizaciones de lujo, donde se mantienen apostados junto al chalé en cuyo intenor Isabel Preysler y Miguel Boyer disfrutan de sus vacaciones, y nunca mejor dicho, pues desde que llegaron, y ya pasa de la semana, no han hecho ninguna salida que puedan llevarse a la cámara los fotógrafos.

Éstos conocen la tradición, y la tradición asegura que Preysler elige siempre lugares inaccesibles a los objetivos, que jamás es vista durante la primera semana, y que a lo largo del verano sus apariciones son contadas; el año pasado, para visitar a Pitita Ridruejo en Sotogrande, o al ex síndico de la Bolsa Manuel de la Concha -en este caso, la comitiva sólo de fotógrafos sumaba seis coches y una moto que se accidentó- o para acudir a algún discreto restaurante.

Si se cumple el parte previsto, la primera aparición está al caer y, por ello, varios de los más de 20 buscadores de la foto-negocio no descansan. Algunos de ellos, descubridores de un cerro cercano a la vivienda desde el cual quedaba un extremo de la piscina y del jardín al descubierto, fueron sorprendidos en sus curiosas intenciones y un muro de chamizo se alzó de inmediato nublándoles la vista. "Hoy me voy de montañero", dijo uno que aseguré haber encontrado otro cerro, aún más alto y escondido, sobre el que, apoyado en un trípode y en un poderosísimo objetivo, divisa, al parecer, algunas interioridades del recinto.

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El chalé Nahema, donde veranea Isabel Preysler, oculta uno de los pocos valores seguros de entre los rostros conocidos que veranean y animan Marbella, convertida la jet set en una composición minimalista de elementos que se repiten y envejecen a intervalos cíclicos. "Hoy estoy muy enfadada porque han escrito mal de mí", dice Gunilla von Bismarck con su divertido acento prusiano-meridional, "y si acabo yéndome de Marbella ya no hará falta que escriban nada. Los periodistas deberían estar muy felices, porque si no, ¿a quién tienen? Si esas 10 personas no vinieran más, ¿qué pasa? Si no vuelve Isabel Preysler; si no vuelve la princesa Soraya... ¿entonces qué?

Yo sé la respuesta: entonces esto es Torremolinos?'.

Es un enfado momentáneo, porque Gunilla enseguida sonríe. De 40 años y educada en lugares húmedos o fríos como Hamburgo, Suecia, Lausana o París, tiene una definición de Marbella: "Especialmente para una alemana, Marbella es el antidepresivo por excelencia, y no sólo es el clima, sino también la simpatía de la gente la que te arrastra".

Pese a la rutina en la que se mueven los fotógrafos y pese a las quejas sobre este verano demasiado tranquilo, aún así siempre surgen las sorpresas, como cuando los paparazzi fotografiaron juntos a la protuberante lider del erotismo pop Samantha Fox y al torero Rafl Camino. Más tarde, las imágenes fueron de piscina, más cotizadas, y uno de los fotógrafos vio aparecer tres de las suyas en la página 3 de un sensacionalista periódico británico. Es posible que de pronto aparezca en alguna playa, con su mujer y sus dos hijos, Petre Roman, primer ministro de Rumania.

Los sueños de los paparazzi no son normales. Tienen cifras sobreimpresas y consisten en imaginar a través del objetivo de la cámara, por ejemplo, a Alicia Koplowitz en la playa con Gonzalo Muñoz Cordeu; a Isabel Preysler en bañador -"pero sin el pareo que le ocultaba las piernas en las fotos de hace unos años", dice un fotógrafo-, a Isabel Panteja con un novio, o a Chabeli Iglesias, cariñosa con alguien que no sea su novio Fadi Mudarres. La venta de todas estas historias superaría en diverso grado el par de millones, y la primera sobrepasaría ampliamehte al resto.

Los rulos de Liz

A veces, los sueños al hacerse realidad se vuelven surrealistas, como Elizabeth Taylor, hace unos años, con los rulos puestos. El fotógrafo Juan Carlos Teuma pidió permiso para colocarse en un balcón próximo al edificio que compartía la actriz con George Hamilton, y el dueño del apartamento, seguidor de la madura intérprete, aceptó con la única condición de que le entregase copia de la fotograflia resultante. Tras una larga espera, Taylor salió a tomar el sol, y Teuma, que podía divisar sólo una parte de la terraza, observó emocionado que la actriz vestía una sola prenda, un pareo que desanudaba al recostarse en la hamaca -momento en que desaparecía de su objetivo- y anudaba al erguirse ante la desesperación del fotógrafo. El dueño del piso no pudo recibir como trofeo el topless de su actriz favorita, pero, al menos, los rulos igualitarios de Liz Taylor ocuparon páginas dobles de las revistas intercontinentales.

Inaugurada la nueva casa de Soraya y abiertas ya las superpuertas de la supermansión del multimillonario Yassin Dogmoch, en las dos fiestas privadas más celebradas del verano, pocas cosas podrán ya superarlas en interés, salvo que apareciesen, como se ha anunciado para finales de mes, Kashogui -no consta si antes o después de su peregrinación a la Meca-, e Imelda Marcos -que ya peregrinó, de rodillas y musitando plegarias por los 50 metros del pasillo central de la catedral católica de San Patricio de Nueva York-, ambos absueltos en Estados Unidos de los delitos de corrupción y fraude, en el caso de ella tras una acusación de transferir más de 16.000 millones de pesetas del tesoro filipino a EE UU, y en el caso de él de tramitar las operaciones ilegalmente. La llegada de la que ha sido definida por la prensa internacional como la reina del melodrama tercermundista podría cerrar con todos los honores el verano marbellí.

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