"España es el éxito de los ochenta"
Sir Ralf Dahrendorf es decano del St. Antony's College de Oxford, fue de 1974 a 1984 director de la prestigiosa London School of Economics, en la que estudió en los años cincuenta, y con anterioridad a su establecimiento en las Islas, uno de los jóvenes turcos del partido liberal alemán y reputado académico en su país de origen. En los últimos 25 años ha publicado una serie de libros entre lo político y lo sociológico sobre el mundo alrededor. Durante ese tiempo, y desde 1988 instalado en su atalaya de Oxford, ha explicado para millones de lectores lo que él considera el revés de la trama."Creo que el mundo de los 90 va a tener que hacer frente al menos a tres problemas globales para los que aún no tenemos respuesta. El primero es el del medio ambiente. Hay que preguntarse cómo vamos a hacer frente a una amenaza contra la supervivencia de la humanidad sin recurrir a soluciones autoritarias. El Tercer Mundo no puede seguir consumiendo sus recursos al ritmo actual, e incluso en Occidente alguien deberá decir a Los Angeles que no puede seguir consumiendo agua y energía como lo hace. El segun do problema es el de cómo hacer frente a la división ricos-pobres que llega ya al umbral de nuestra vida diaria, pues en los 90 vamos a vivir una nueva oleada de emigración hacia los países desarrollados, que ya está ahí, que influye en numerosas tomas de posición electorales, veamos Le Pen, Berlín, el norte de Italia. Y, finalmente, la tercera cuestión, es la de los conflictos regionales. En Oriente Próximo, entre la India y Pakistán, pero pienso sobre todo en las nacionalidades de la URSS. Todos ellos son conflictos que no tienen nada que ver con el mundo de respuestas evidentes de la guerra fría, y que sólo se pueden atacar desde instituciones internacionales con poderes para afrontarlos".
Sir Ralf no es desde luego un optimista. Sabe que los europeos necesitamos a Europa, pero alberga serias dudas de que la Europa del futuro necesite a los europeístas de hogaño. El imperio romano supo cambiar de naturaleza digeriendo culturalmente la invasión de los bárbaros. ¿Sabrá hacer otro tanto la Europa de hoy ante esas multitudes que se agolpan en las orillas del Mediterráneo?. "Soy pesimista acerca de la capacidad de Europa de aceptar un cambio de su propia naturaleza a causa de la emigración. El proceso de integración actual está construido sobre una base proteccionista para los que ya somos europeos, en lugar de aspirar a crear un nuevo tejido social dinámico".
A mayor abundamiento los puntos de referencia políticos en Europa saltan por los aires. "No creo que el marxismo tenga nada más que decir. Lo que no equivale a negar que Marx fue un pensador del que se pueden aprender cosas, pero las referencias actuales han de mirar más al siglo XVIII. A los Federalist Papers de los padres fundadores en Estados Unidos, por ejemplo". La consecuencia "es un gran vacío. Todos lo vemos, lo sentimos. Lo que tradicionalmente llamaríamos la izquierda liberal reformista está falta de ideas. Todo son buenos sentimientos, intenciones, pero no ideas". El marxismo no erró el camino, simplemente "se equivocó desde el principio porque era un sistema cerrado, y creo que el gran cambio del último año es el descubrimiento de que los sistemas totalizadores no valen. Lo importante es que nos movemos hacia una sociedad abierta en la que debe haber siempre una variedad de respuestas posibles. Pero esas respuestas se han de referir a unos prin cipios, y nuestra tarea es la de aplicarlos a las nuevas situaciones".
En esta guerra ideológica que se ha librado durante los últimos 40 años "no podía haber verdaderos vencedores, en todo caso lo son Jos que siempre creyeron en una sociedad abierta. Esos hemos ganado en el sentido de que tenemos una tarea ante nosotros, pero no para retreparnos en el sillón y ponernos medallas". El vencedor, al contrario de lo que sostiene Francis Fukuyarna en su polémico artículo El fin de la historia, no puede ser tan sólo el capitalismo, o el liberalismo "porque el capitalismo tal como lo entiende Fukuyama es un sistema cerrado. Si entendemos por capitalismo un tipo de sociedad dominada totalmente por la propiedad privada y la obsesión por el crecimiento, no creo que sea quien haya ganado, ni que sea ésa la alternativa".
¿Estamos hablando entonces de socialdemocracia? "La gente habla de una respuesta socialdemócrata a la situación actual, pero yo no creo que haya una tercera vía. Porque la socialdemocracia es también una tercera vía, al menos tal como la proponen Sik, Bahro o Medvedev, un sistema cerrado como los demás. La sociedad sólo puede ser abierta o cerrada, monopolística o no monopolística, y si es no monopolística hay cien respuestas posibles, no tres. La alternativa, por tanto, es entre dos o cien, nunca tres".
Pero esa Europa que no podrá ser sólo socialdemócrata, que se encierra en el proteccionismo, y que quizá no sepa cambiar, lo que si parece seguro es que será alemana. "Existe una nueva cuestión alemana, que no es la antigua. Por primera vez en la historia va a existir una nación alemana, grande, fuerte, y fundamentalmente democrática, pero que al mismo tiempo está simbólicamente dividida entre una vocación occidental, que sólo se ha descubierto tras la segunda guerra, y una tentación oriental que vemos reflejada en la reciente entrevista Kohl-Gorbachov. Esa es la nueva cuestión alemana, esa posición intermedia, que sólo pueden resolverla los alemanes. Es una tontería suponer que se puede enjaezar a Alemania en la OTAN o la CE, porque eso sería resolver el problema sólo sobre el papel. El tema básico es el de cuál es el interés nacional de una Alemania unida y a eso sólo pueden contestar los alemanes".
Desbarajuste balcánico
En todo este desbarajuste tan balcánico, cabe preguntarse si España tiene algún papel. Si aquella hermosa vocación iberoamericana de la que tanto hablamos, encontrará un resquicio para hacerse presente a la vuelta de uno u otro siglo. "España, en la conciencia de la mayoría de los europeos, ha dejado de ser un país periférico, y ese es el gran éxito de los años ochenta y de la transición. España está muy dentro del marco europeo, como un nuevo actor que no teníamos con nosotros hace 20 años. El que España pueda un día ser un puente entre la Comunidad y América Latina, como sé que defienden algunos políticos españoles, es otra cuestión. España puede tener demasiado que hacer en Europa para ocuparse a la vez de esa necesidad. Por otra parte, nunca hubo muchas posibilidades de ello, ni antes, ni ahora". Ese papel ha de referirse, por tanto, al espacio central europeo. .... España es un éxito en sí misma y esa ya es una enorme contribución a la Europa de hoy, a la de la unificación alemana. No olvide que en Europa del este muchos se preguntan cuál es el secreto de la transición española a la dernocracia".
Sir Ralf Dahrendorf` decidió ser inglés tan sólo hace unos años "cuando obviamente ignoraba lo que iba a pasar en Alemania, pero lo que escogí fue un determinado medio político y social y no me he arrepentido de ello". Por ello, "el problema de la elección se me plantearía sólo en el caso de que llegara a la conclusión de que la batalla fundamental por la libertad se tuviera que librar en Alemania".
Para el sociólogo y pensador nacido en Hamburgo, que contempla el campus del St. Antony's College a través de la ventana de su despacho en el centro histórico del Oxfordshire, reconciliar los extremos, hacer un caballero británico de un alto académico alemán, sin perder en un lado lo que se ganó en el otro, ha sido la entrafiable tarea de una vida. "Soy un gran defensor de lo que podríamos llamar vivir eri conflicto, en parte porque los conflictos por definición no se resuelven nunca del todo; querer hallar la armonía de lo incompatible es sólo una ilusión. Vivir en conflicto no es siempre fácil, pero ayuda a mantenernos vivos, y no creo que tenga que arrepentirme de ello".
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