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Tribuna
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El abuelo-matriz

Si los niños afloran en las urbanizaciones a finales del mes de junio, los abuelos empiezan a llegar a ellas por la Virgen del Carmen. Pertenecen los abuelos a una generación decididamente de santoral, y por eso suelen venir estampillados desde el bautismo con el nombre del santo del día.Abundan así los abuelos Clemente, Ceferino o Demetrio, como abundan las abuelas, nacidas en una época muy mariana, Expectación, Natividad, Remedios o, simplemente, María. Buena gente los abuelos, que llegan de dos en dos y unidos por la complicidad de llevar medio siglo envejeciendo juntos.

Si ellas suelen arrastrar los tobillos hinchados, ellos exhiben, en la frente y en las manos, unas manchas oscuras en las que sus nietos pretenden identificar el mapa de Australia. La relación abuelo-nieto se establece con fluidez, tanto si resulta afectiva como distante. Referencia biográfica

Los abuelos, a falta de un buen árbol genealógico, vienen a ser un punto de referencia biográfica para sus nietos y, en su aspecto somático, un certificado habitualmente exacto de procedencia social.

El abuelo longuilíneo, ligeramente encorvado y falto de toda curiosidad por el entorno, aunque afable y un punto extravertido, pertenece a una clase media más bien alta; mientras el abuelo de traje oscuro, cachava y zapatillas de fieltro no podrá disimular nunca su procedencia campesina.

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Nietos deportivos

El aspecto de los abuelos influye en sus relaciones con los nietos. Los nietos de la urbanización pertenecen a un grupo social igualitario en oportunidades de estudio, de vestimenta y de costumbres. Y son precisamente los abuelos uno de los pocos factores de diferenciación entre los niños. Cuando, por ejemplo, un nieto de abuelos rústicos empieza a jugar al tenis en la pista de la urbanización, al primer raquetazo le llega la voz inconfundible de la abuela: "Nacho, majo, que lo haces como en la televisión" . Nacho daría algo porque su abuela se hubiera quedado en el pueblo o estuviera a muchos metros de distancia. El abuelo de clase media alta le dice, en cambio, a su nieto, tras el peloteo inicial: "Jaimón, eres peor que tu padre, estira el brazo". Y Jaimón, sudoroso y risueño, responde: "Cállate, abuelo, que a ti te doy tres juegos de ventaja".

Los abuelos de clase media son los protagonistas de la mesa cuando se sientan con sus nietos en la terraza del club social para rendirles el tributo obligado del refresco, los chicles y el bocadillo de jamón. En cambio, los abuelos campesinos parecen aislarse en ese ambiente, y responden con gestos ambiguos al camarero que espera el visto bueno a las peticiones a gritos de los niños. Hay abuelos que reconfortan y abuelos que azaran. Y es que hay niños, obviamente inmaduros, que se sienten inseguros si no les gusta totalmente su propia realidad.

El nivel social de los abuelos se refleja con cierta exactitud en el trato que les dispensa un camarero frecuentemente devoto de la simbología fascista. Ante un abuelo de clase media alta, el camarero se muestra sumiso, empalagoso y servil, mientras que ante los abuelos de cierta rusticidad suele comportarse con una altanería inspirada en no muy lejanos tiempos imperiales. En la correa del reloj del camarero luce discretamente, aunque visible, el escudo del régimen anterior, la supuesta gallina crucificada, y en el llavero el rostro empañado de cualquier fundador de doctrina.

Si los niños, esos seres cargados de contradicciones internas, se merecen casi siempre a los padres que tienen, aunque sea como castigo, hay abuelos que se merecerían nietos mejores como premio.

Marca de fábrica

El abuelo-matriz es la marca de fábrica de una familia, y, en el despersonalizado ambiente de la urbanización, una etiqueta de garantía social. Son los -abuelos como las raíces descubiertas de un árbol que, sin ellas a la vista, se confundiría con los otros de la frondosidad repetitiva. Vienen los abuelos por las fiestas del Carmen y se van allá por la Asunción. Son seres entrañables y en estado precario. Son buena gente.

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