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Indignación en Italia tras la absolución de los acusados de la matanza de Bolonia

Juan Arias

Italia está indignada por el fallo del Tribunal de Apelación de Bolonia que el miércoles promulgó una sentencia absolutoria a favor de los cuatro neofascistas condenados hace dos años a cadena perpetua por el tribunal de primera instancia que les consideró culpables por haber sido los ejecutores materiales de la matanza de la estación de Bolonia del 2 de agosto de 1980. En este atentado terrorista, el de mayor envergadura de la posguerra en Europa, resultaron muertas 85 personas y heridas otras 200.

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El Tribunal de Apelación de Bolonia ha absuelto también a los miembros de la logia clandestina masónica Propaganda Due (P-2), entre ellos a su máximo dirigente, Licio Gelli, que en el proceso de primer grado fueron condenados a 10 años de cárcel por complicidad en el atentado.Paradójicamente, el alto tribunal de Bolonia ha condenado a tres años de cárcel, pero sólo por calumnias, al general de los servicios secretos Pietro Musumeci y al coronel Giovanni Belmonte, ambos también miembros de la P-2 que fueron condenados en el primer juicio a 10 años, como Licio Gelli, por haber tratado de desviar las investigaciones con la simulación de un atentado de cuño internacional contra el tren de la línea Taranto-Milán.

Los comentarios de la prensa italiana, ayer, con excepción del diario conservador Il Giornale, estaban cargados de amargura, de desaliento, de rabia y de impotencia por una sentencia como la de Bolonia, que repite una letanía ya muy conocida por los ciudadanos de este país: no existen culpables en los atentados terroristas de cuño fascista ni en los delitos de la Mafia. Sólo han podido ser localizados y condenados los autores materiales de acciones criminales cuando tienen marca izquierdista.

Ayer, el diario comunista L'Unitá, órgano del partido comunista, salió a la calle con la primera página casi en blanco, ya que únicamente figuraba en el centro de ella la foto de una de las víctimas de la matanza de Bolonia, con el siguiente texto: "Diez años después, el desastre de Bolonia no tiene culpables. Queda sólo el recuerdo de 85 muertos. Desde 1969 hasta hoy ha habido cinco matanzas, cientos de víctimas, ningún organizador cierto y ningún ejecutor en la cárcel".

El común denominador en los análisis de los expertos judiciales sobre la sentencia -que ha absuelto en total a 14 personas- es que en los atentados terroristas negros, como en los temas de la Mafia, ha existido y sigue existiendo una complicidad oculta de los servicios secretos paralelos. De ahí que ayer se planteara que si en los países del Este se están abriendo los "archivos secretos" de las policías políticas, se haga lo mismo en Italia, ya que se considera que hasta que no se abran los archivos que conservan los llamados secretos de Estado no será posible conocer los auténticos responsables y ejecutores de las matanzas.

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En general, existen dos teorías acerca del cambio de actitud en los tribunales entre la primera y la segunda sentencia. Según algunos, lo que ocurre es que en el primer proceso los jueces suelen estar muy presionados políticamente, y tienen, a la opinión pública y a la prensa muy encima de los jueces populares, mientras que los magistrados de apelación, más serenos tras haber pasado la emotividad del primer momento, pueden trabajar con una mayor serenidad.

Otros piensan lo contrario que los jueces de primera instancia, más jóvenes y comprometidos, suelen ser menos propicios a aceptar presiones políticas y actúan con mayor libertad, mientras que los jueces de los tribunales de apelación, que en muchos casos han llegado al cargo con ayudas de los partidos políticos o de altas influencias, son más susceptibles de aceptar consejos.

Otra hipótesis es que en realidad los magistrados son los menos culpables de la situación, ya que en estos casos de terrorismo negro y de mafia existe una gran actividad de los servicios secretos paralelos, que trabajan con gran empeño despistando las investigaciones, mintiendo o fingiendo pruebas falsas, de forma que ni el más imparcial de los jueces es capaz de liberarse de esa tela de araña.

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