_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Desgaste obrero y organización del trabajo

En un momento en que el Gobierno y los sindicatos negocian una ley de salud laboral, el articulista reflexiona sobre la relación salud-trabajo en términos de desgaste obrero, superando el concepto de salud como un problema técnico-médico.

Los problemas de salud de los trabajadores suelen ser objeto de muy diversas interpretaciones, todas relacionadas con la posición social e intereses de quienes las formulan. Nuestro punto de vista sobre la salud no se reduce a la simple consideración de que "mientras una persona trabaja está sana". Tampoco estamos de acuerdo en que los únicos problemas de salud son "los que diagnostican los médicos".Para nosotros, la salud es un problema social muy relacionado con las condiciones de vida y de trabajo de la gente y que, más allá de la esfera puramente biológica, puede llegar a afectar todas las dimensiones de las personas, tanto las psíquicas como las sociales. Por eso, entre otras razones, no se puede aceptar el criterio médico como única definición de salud o de enfermedad, sino que es fundamental además contar con la experiencia que tiene cada persona de su propio cuerpo y cada colectivo de su propia calidad de vida.

Consideramos los problemas de salud laboral como desgaste obrero y no sólo como enfermedades profesionales o accidentes de trabajo. Este punto de vista nos permite atender importantes problemas que afectan a la vida y al bienestar de los trabajadores aunque no sean reconocidos clínicamente como enfermedad. Por ejemplo, una situación de fatiga crónica afecta mucho más a la calidad de vida que una gripe, y sin embargo es muy dificil que un médico la diagnostique como una auténtica enfermedad.

El desgaste obrero se manifiesta muchas veces de forma inespecífica, aunque no por ello menos grave. Entre los indicadores del desgaste podríamos citar la incapacidad para las actividades habituales, el envejecimiento prematuro o provocado, la mortalidad precoz o los años de vida activa perdidos, ninguno de ellos en las estadísticas oficiales.

Las formas de organización del trabajo influyen de manera decisiva en el desgaste obrero y, en determinados sectores constituyen el elemento determinante. Un buen exponente de la nocividad de determinadas formas de organización del trabajo lo constituye el fordismo, entendido como el proceso de trabajo basado en la cadena de montaje, en el que se combina una sobrecarga cuantitativa y una subcarga cualitativa, con la consiguiente creación de una situación de fatiga y agobio crónicos.

Esta situación de repetitividad, falta de creatividad y presión externa genera una gran insatisfacción laboral, la cual es uno de los factores más decisivos que influyen negativamente en la longevidad (Palmore E., 1969). Esto lo saben bien los empleadores, que consideran viejos a los trabajadores especializados o semicualificados de la cadena de montaje cuando tienen entre 40 y 45 años (Cassou B., 1985).

Excitación biológica

Un estudio realizado en trabajadores de cadenas de montaje (Frankenhaeuser M., 1981) concluye que éstos tienen mayor excreción de adrenalina durante la jornada laboral que un grupo control. Pero, además, en los trabajadores de la cadena la adrenalina va aumentando a lo largo de la jornada (en el grupo control va disminuyendo), lo cual indica que para adaptarse a ese trabajo el organismo tiene que movilizar toda su capacidad de reserva, hasta el punto de acabar la jornada laboral en estado de excitación biológica. Se requiere, pues, un tiempo de recuperación tras el trabajo para realizar actividades de ocio o de otro tipo. Este coste adicional de la adaptación al trabajo en cadena explicaría la frecuencia excepcional de síntomas psicosomáticos y de absentismo en estos trabajadores.

Otro elemento de desgaste en relación con la organización del trabajo es el trabajo por turnos. La turnicidad supone una serie de desfases en el tiempo, tanto desde el punto de vista biológico como respecto al tiempo familiar y social. Sus efectos negativos sobre la salud y el bienestar están fuera de duda: alteraciones gastrointestinales y nerviosas, perturbaciones del sueño y del apetito, agravamiento de trastornos cardiocirculatorios, etcétera (Paoli P., 1988). Igualmente, se han analizado sus efectos sobre la vida familiar y social: un 65% de trabajadores afirma que los turnos interfieren de manera importante su vida familiar, y un 75% atribuyen a la turnicidad limitaciones en el contacto con los hijos (Baker D., 1980).

A partir de todos estos datos se ha llegado a definir lo que podríamos denominar trabajadores de alto riesgo respecto a la turnicidad. Este colectivo, para el que se debería contraindicar el trabajo a turnos, estaría formado por:

a) Trabajadores que por sus características personales tienen una mayor predisposición a alteraciones nerviosas o, digestivas: se calcula que en esta situación está aproximadamente un 20% de la población activa.

b) Personas con enfermedades anteriores que puedan verse agravadas o complicadas por los turnos: epilepsia, alteraciones digestivas o nerviosas, enfermedades cardiovasuclares, enfermedades que requieran tratamiento regular (diabetes, hipertiroidismo).

c) También se deberían considerar factores sociales como tener una familia numerosa o el grado de ruido ambiental del lugar de residencia, que puede interferir con los periodos de descanso, etcétera.

El trabajo nocturno agrava todo lo dicho y además aumenta el riesgo de accidentes graves por la disminución de la atención y de la capacidad de reacción que acarrea. Un tercio de los casos, después de unos 15 años de trabajo nocturno, manifiesta una verdadera enfermedad psicosomática de fatiga, que se traduce en neurosis y úlceras digestivas (Cazamian P., 1989). Se ha llegado a calcular que por cada 15 años de trabajo nocturno se produce un envejecimiento de cinco años.

Pere Boix i Ferrando pertenece al Gabinete de Salud Laboral de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras de la Comunidad Valenciana.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_