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Tour 90

Delgado pagó su esfuerzo en l'Alpe d'Huez

Luis Gómez

La principal etapa alpina no hizo más que complicar el Tour, ya que el número de aspirantes no se ha reducido convenientemente. Bauer y Alcalá han quedado descartados. sí, pero hay otros en cartera antes del veredicto de los Pirineos y los matices que establezca la cronoescalada de hoy. La marcha hacia l'Alpe d'Huez discurrió bajo el perfecto diseño del equipo Banesto, pero su estrategia no rindió sus frutos porque Delgado falló con el estoque: un esfuerzo notable con resultados pírricos, pues concedió ventajas a Lemond, Bugno -ganador de la etapa- y Breukink y apenas logró una mínima sobre Pensec, el líder.

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Delgado ha dejado dos cadáveres en la cuneta, Bauer, que llegó a 21.45 minutos de Bugno, y Alcalá, que lo hizo a 5.41. Es insuficiente. Sin embargo, nadie, salvo el modesto Pensec, puede darse por completamente satisfecho, lo que quiere decir que Lemond no sólo se ha quedado sin equipo, sino que tiene a su principal adversario en casa.Para el aficionado español, la gran etapa alpina resultó frustrante porque experimentó nueve décimas partes de gloria y una de pesadilla. Delgado falló en los últimos cuatro kilómetros de la ascensión, justamente cuando parecía aprestarse al remate final, hecho que habría adornado una jornada digna de ser archivada en los anales de la estrategia ciclista. Induráin atacó en el descenso de La Madeleine para mover el pelotón, subió el Glandon en compañía del combativo Claveyrolat -fue digna de elogio su agresiva presencia en la doble cita alpina- y esperó en el descenso a que Delgado soltase amarras del grupo perseguidor. Delgado e Induráin dieron rienda a una veloz escapada, cuya estela sólo pudieron seguir Bugno y Lemond, quienes mejor supieron analizar la trascendencia de lo que estaba pasando. Ya en l'Alpe d'Huez, Induráin vio cumplida su misión y todo el mundo se aprestó a escuchar la última palabra de Delgado. Pero el discurso quedó interrumpido.

El desfallecimiento de Delgado complica la carrera por cuanto, siendo un protagonista activo, evidenció defectos que no se le suponían. Fundamentalmente, uno: debilidad en la primera escala montañosa. Ese hecho puede tener una importancia capital porque se está ante un corredor que había demostrado una palpable regularidad en su comportamiento: de fallar, sólo lo hacía en las segundas vueltas, es decir en la tercera semana. La única esperanza para el ciclismo español descansa ahora en que Delgado sea capaz de resucitar, un acto al que no han sido ajenos el propio Lemond o el inolvidable Fignon. A Delgado no le queda más remedio, pues, que reencarnarse en sí mismo.

Lemond-Pensec

La actuación del segoviano permitió elevar la cotización de Bugno y Breukink. Claro que a éste aún le queda demostrar que es capaz de rebasar el listón de la tercera semana. Bugno es distinto: su desgaste ha sido pequeño porque no se ha visto obligado a tomar iniciativa alguna y su presencia en la cabeza demanda mayor respeto, dado el precedente de su impresionante actuación en el Giro. El hecho de que Bugno haya ganado en una cima tan simbólica como l'Alpe d'Huez es un dato revelador: se está quizá ante un sólido candidato a suceder al mítico Gimondi.

Y falta Lemond, que defiende su legítima aspiración a ganar por tercera vez el Tour. Lemond vestiría hoy de amarillo si la primera etapa no hubiera sido abordada con frivolidad por las figuras. Lemond reúne garantías suficientes como para resistir el asalto montañoso de sus rivales, pero no tiene capacidad para interpretar el ataque definitivo. Desde hoy, menos aún, porque puede afirmarse que se acaba de quedar sin equipo. A sus espaldas, ha crecido Pensec, convertido gracias a la fortuna en el único corredor que puede otorgar una gran victoria al ciclismo francés. La jornada de ayer mostró que, disponiendo de una escuadra eficaz, el Zeta, Lemond no puede disfrutar de ella. Tanto Millar como Simon y Boyer flanquearon al líder en todo momento hasta reducir casi por completo la diferencia que llegó a tener en contra, 2.30 minutos. Pensec pasó con notable la contrarreloj larga y con sobresaliente la doble jornada alpina. Le separan nueve minutos de Lemond, un margen que sólo puede disolverse a cambio de un sonoro desfallecimiento o de ataques consecutivos. No será Lemond quien destierre el hacha de guerra para granjearse la eterna antipatía francesa.

La cronoescalada de hoy servirá para limar matices y apuntar algún nuevo descarte. Podrá comprobarse qué corredores acusan en mayor medida las secuelas. Dos desfallecimientos seguidos evidenciarían que la resurrección de Delgado no es posible; o, si lo fuera, sería inútil.

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