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La explosión de vitalidad escocesa confundió a Suecia

Santiago Segurola

Rubios contra pelirrojos. Ganaron los pelirrojos, y corrieron como posesos. Después de humillarse ante Costa Rica, Escocia recurrió a su legión de pequeños centrocampistas de pelo zanahoria, que convierten los partidos en una locura. Gente como McCall, McLeish o Durie juegan al fútbol con desesperación, sin desmayo, con intención de intimidar a sus rivales y morderles los tobillos si llega el caso.La explosión de vitalidad escocesa confundió a la selección de Suecia, un equipo más reposado, integrado por buenos jugadores, magníficos algunos de ellos. Cometieron los suecos el error de engancharse al anzuelo del clan escocés y en el rifirrafe se vieron con un gol en su portería. Fue McCall, el pelirrojo más pequeño y activo, el autor. El tanto cargó más aún la munición de la selección escocesa. A falta de clase, sus jugadores dieron la vida por cada pelota, un detalle que al menos revela el carácter de unos futbolistas que habían recibido críticas terribles tras su actuación ante Costa Rica.

Para Suecia, el resto del partido fue un viacrucis. Sus mejores hombres jugaron a un ritmo conveniente, sin sacar partido a su condición técnica. En la delantera, el jovencísimo Brolin ofreció destellos de ingenio pero permaneció demasiado ajeno al resto del equipo. Y cuando entró con soltura al área escocesa perdió su instinto goleador, como en una interna que le dejó solo ante el portero Leighton. Brolin debió pasar atrás, pero escogió una vaselina que se quedó muy corta y pudo ser detenida por el escocés.

No tuvo muchas oportunidades Suecia, empantanada en el centro del campo y el área escocesa. Y menos Escocia, pero aprovechó dos de tres.

El gol de penalti daba el, encuentro a los escoceses, aunque el ataque final de sus rivales fue admirable, incluido el gol de Stromberg, un tanto que llegó demasiado tarde para cambiar las señas de un partido incandescente y falto de clase, un encuentro que elimina a los suecos de la Copa del Mundo.

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