Ahogados en un vaso de agua
Uruguay puso en evidencia las deficiencias tácticas de España
El estreno de España en el Mundial de Italia ha dejado en el aficionado un sensación de impotencia y desamparo brutal. Uruguay puso en evidencia todas las carencias que se atribuían a la selección de Luis Suárez desde el partido amistoso disputado en Yugoslavia.El libro táctico del equipo nacional estuvo plagado de errores.
La escuadra celeste impuso el ritmo de partido, porque tuvo el balón en su poder mucho más tiempo (62 minutos contra 23) y perdió menos balones (19 contra 22), desequilibró a menudo la retaguardia española (nueve disparos a puerta contra 1), y, además, sólo en una ocasión permitió que los delanteros rivales pisaran su área con cierto riesgo para el portero Álvez.
España tuvo problemas para defenderse y no supo atacar. El sistema defensivo de zona impuesto por Suárez se rompió de inicio, porque ni Butragueño ni Manolo presionaron ni taparon a la línea de zagueros, circunstancia que provocó salidas cómodas para los centrales y laterales de Uruguay. El desequilibrio se acrecentó en la línea de medios, especialmente por las bandas, desprovistas de valores defensivos.
La ubicación de Michel, que tiende a cerrarse hacia las posiciones de centro, sigue siendo una incógnita.
Uruguay consiguió buenas penetraciones por esta zona, que generalmente quedó protegida exclusivamente por Chendo. Pero el problema se agranda todavía más en la banda izquierda. Villarroya estuvo perdido en su zona y Jiménez mostró alarmantes lagunas en el marcaje.
El equipo de Tabárez buscó a menudo el uno contra uno por ese lateral, y provocó el desequilibrio de toda la defensa (ver gráfico).
Los desequilibrios
Cuando el rival, como fue el caso de Uruguay, actúa con dos puntas móviles, muy bien dotados técnicamente, consigue desplazar o arrastrar a los centrales de su zona con relativa facilidad. Francescoli y Rubén Sosa recibieron muchos balones en la zona intermedia sin que Roberto, ni ninguno de los marcadores, les saliera al paso, con lo cual pudieron encarar el área de Zubizarreta sin apuros.
La desconexión entre las líneas del equipo español provocó espacios suficientes para que Uruguay se trabajara su juego de ataque con el esférico controlado. Las penurias se hicieron evidentes incluso a balón parado. Por ejemplo, el penalti, fallado luego por Rubén Sosa, fue consecuencia de un saque de esquina. Ofensivamente, España sólo dio señales de vida en dos acciones, una producto de una jugada a balón parado (Rubén Sosa salvó un remate de Martín Vázquez) y otra, en el segundo tiempo, como fruto de una acción individual del propio Martín Vázquez.
Pareció una jugada rescatada del muestrario del Madrid más que propia de la selección. Martín Vázquez profundizó por el centro y, aprovechando que Butragueño arrastró a los dos centrales, metió en profundidad para Michel (curiosamente avanzando por banda izquierda), que no supo aprovechar su situación de ventaja (ver gráfico).
Fueras de juego
No hubo otra variante ofensiva; ni juego de apoyo; ni acciones individuales desequilibrantes, de uno contra uno, cuando al equipo español se le supone más calidad técnica que física. Hubo, eso sí, muchos fueras de juego (8 contra 2), porque Uruguay adelantó su defensa hasta el borde de la línea de centro.
El equipo de Suárez se movió como un carro: lento, sin reflejos, estático, descompensado y sin que nadie se atreviera a llevar el balón de zona defensiva a atacante. No supo romper a su rival ni saliendo desde atrás ni siquiera a base de acelerones. Estuvo siempre a merced de la presión que ejerció Uruguay desde la zona central hasta el mismo borde del área española.
Uruguay ahogó tanto a España que incluso Butragueño y, especialmente, Manolo llegaron a actuar de medio de cierre y lateral izquierdo respectivamente (ver gráfico). Ningún jugador español pudo salir con balón controlado, porque los charrúas obligaron generalmente a que los iniciantes de la jugada del rival fueran siempre los menos dotados técnicamente. Y contra ellos se lanzó siempre con ventaja numérica para provocar las pérdidas de balón en la denominada zona de definición.
La transición defensa-ataque fue inexistente en el bando español, que jamás logró retener el balón más de 30 segundos. Uruguay rompió a España con su presión hasta descolocar a la línea de centrocampistas primero y la defensiva después.
Los cambios
Los cambios realizados por Suárez avalan los problemas defensivos del equipo: un central (Górriz) y un centrocampista diestro y potente físicamente (Rafa Paz) sustituyeron a otro medio (Villarroya) y a un delantero (Manolo).
El técnico español no supo variar el curso del partido ni tampoco encontró ningún jugador con el carácter suficiente para dar la vuelta a la contienda, circunstancia que dio pie a que el aficionado se acordara más de los ausentes (Gordillo, por ejemplo) o de los que no jugaron (Bakero, por citar otro) que de los presentes.
Uruguay no supo aprovechar su ventaja en el terreno de juego. Dispuso de una ocasión única, el lanzamiento de un penalti, pero ni de esta forma pudo con Zubizarreta, aunque fue más por error de Rubén Sosa que mérito del guardameta vasco. El portero español fue el único del equipo que estuvo en su sitio.
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