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ITALIA 90

España, Sociedad Limitada

Los jugadores ejercen un control absoluto sobre la gestión de la selección

ENVIADO ESPECIALLa selección de España ha gestionado su participación en Italia corno una empresa muy peculiar. Sus accionistas no son anónimos sino limitados y elitistas: la federación, el técnico Luis Suárez y los jugadores. Los teóricos papeles de accionista mayoritario (federación), gerente (Suárez) y trabajadores Ougadores) no se cumplen en esta empresa. El control, casi la autogestión, lo ejercen los jugadores, y aunque los resultados del ejercicio no pueden evaluarse, por pimera vez España afronta un Mundial sin graves problemas internos.

Aparentemente no hay fisuras. Todo parece un bloque hermético, que no se ha resquebrajado durante los 25 días de concentración. En Tarvisio primero y ahora, en Magnano in Riviera, no se han producido disensiones como en el Mundial de Argentina, en 1978, o en el último, el de México. ¿Qué ha pasado para que se produjera este milagro, que incluso asombra a los periodistas más veteranos? Simplemente, que a la selección ha llegado una nueva generación de futbolistas, que ha decidido tomar el control, ante la pasividad y el beneplácito de los responsables federativos.

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Quizá por casualidad o por su retranca gallega, Suárez ha contribuido mucho a que la selección cambie su imagen y deje de ser un reino de Taifas. Desde hace casi dos años, el técnico ha convocado sistemáticamente a los mismos jugadores y esto ha creado una conciencia de grupo, capaz de autoprotegerse ante las adversidades y muy motivado por los beneficios que obtiene en muy poco espacio de tiempo.

Lógicamente, en todo grupo surgen espontáneamente los líderes y España los tiene. Son de los dos clubes más poderosos de¡ fútbol nacional y con una personalidad diferente, como diferentes son las posiciones que ocupan en el terreno de juego.

Zubizarreta y Butragueño, con la colaboración especial de Michel, son quienes han gestionado todo lo concerniente a la preparación de este Mundial. El resto de sus compañeros se ha limitado a dar el visto bueno a sus proyectos, que jamás han sido exclusivistas y que siempre se han acordado de forma democrática. Por eso nadie rechista, ni siquiera quienes habitualmente no juegan. Todos asumen su papel y ninguno quiere dejar de formar parte de la "empresa".

Segundón

Ante tanta demostración de fuerza, a la federación que preside Ángel María Villar no le ha quedado otro remedio que aceptar el papel de segundón, y máxime cuando los resultados futbolísticos han sido buenos.

Han sido los jugadores quienes pactaron las condiciones de la concentración, quienes negociaron con diferentes empresas los contratos publicitarios -algunos de los responsables de esas empresas aseguran que jamás habían tenido interlocutores tan duros-, y quienes establecieron las normas de trabajo de los medios de comunicación.

Una mirada de Butragueño basta para que un jugador se levante y deje casi plantado a un periodista, porque pasan cinco minutos de la hora pactada para las entrevistas. Unas palabras de Zubizarreta bastan para que el representante de la marca que equipa a la selección se vuelva loco por encontrarle un pantalón más largo.

Los jugadores han convertido el hotel Green, de Magnano in Riviera, en un auténtico fortín al que sólo pueden acceder los privilegiados. Allí disponen de todo lo que han creído conveniente para hacer más llevadera su estancia en Italia. Desde médicos, hasta cocinero, pasando por un complejo sistema de servicio de información que controla a la perfección todo lo que se publica y se dice en España sobre ellos.

El corsé impuesto a los me dios de comunicación ha provo cado situaciones incómodas porque incómodo le resulta a un periodista que para tener acceso durante 60 minutos diarios -a veces ni siquiera eso- a cualquier jugador tenga que solicitar lo por escrito, tras identificarse con el nombre, medio en el que trabaja y hotel donde reside. Por si fuera poco, más de un periodis

ta recibe paternalmente el consejo de reconducir su información. Otros, con menos fortuna, se en cuentran una negativa por causa de rencillas que ya vienen de lejos.

La empresa es suya, y consi deran que sólo ellos pueden gestionarla adecuadamente. Ya lo dijo Butragueño: "Nosotros ponemos el circo".

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