Rodrigo Asturias
Del verde oliva en Guatemala al traje cruzado en Madrid
Nuevamente, el comandante Gaspar cerró su despacho prohibido e indigente de la cordillera guatemalteca y vistió en Madrid un traje príncipe de Gales de tiro perfecto y chaqueta cruzada, más adecuado que la canana en un hombre cuya apariencia flisica responde al estereotipo de director de división del Fondo Monetario Internacional o. responsable de cálculo del Chase Manhattan Bank.Cuesta trabajo separar al dirígente guerrillero de una nómina bancaria e imaginarse a Rodrigo Asturias, fundador del Ejército del Pueblo en Armas e hijo del Miguel Asturias, premio Nobel de Literatura, revistando de verde oliva las tropas rebeldes en la fronda de Sierra Madre o a la cabeza de un ataque guerrillero con un fusil de asalto AK47.
El comandante Gaspar participa con la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) en las negociaciones de paz de El Escorial (Madrid), y aunque es "cautelosamente optimista", reconoce que "se están acumulando una serie de factores para encontrar un arreglo". Casado y con dos hijos que militan en la agrupación guerrillera, Asturias, de 50 años, se confiesa influido por el pensamiento nacionalista de su padre, embajador en Francia y El Salvador durante el Gobierno de Jacobo Arberiz, y lector incansable, "más que nunca", de su obra. "Él me dedicó su última poesía".
El derrocamiento de Arbenz, en junio de 1954, y la participación norteamericana influyeron decisivamente en la peripecia personal de Asturias. "Soy de la generación que le tocó sufrir la caída del Gobierno revolucionario y la impotencia de la indefensión ante aquella agresión brutal". En 1960, con 22 años, es capturado por el Ejército tras participar en un fracasado golpe de mano contra Gregorio Idígoras. Cumple 15 meses de prisión en un penal de castigo, "donde conocí los sufrimientos del campesinado indígena y de los sectores marginales". Poco después de ser excarcelado, cae de nuevo y se exilia forzosamente en México siete años, donde fue gerente de la editorial Siglo XXI. "Me tiraron al río fronterizo con México. Como sabía nadar, llegué a la otra orilla. Fue una forma muy original de entrar en otro país. Eran tiempos en que la represión no se había agudizado hasta los extremos de ahora".
De nuevo en Guatemala, organiza la guerrilla, promueve una dirección única y, entre combate y combate, lee a su padre, a García Márquez y a Benedetti. También escribe ensayos políticos para consumo de la militancia. "Nunca he tenido tentaciones de abandonar".
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