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Violencia urbana en el norte de Holanda al desalojar a 'ocupantes' de viviendas

Isabel Ferrer

Alrededor de 150 ocupantes ilegales de viviendas holandeses fueron detenidos ayer por la policía de Groninga, al norte del país, tras destrozar un despacho de abogados y una cafetería cercanos al complejo de ocho edificios abandonados donde vivían y protagonizar uno de los incidentes urbanos más violentos de los últimos años.

Un total de 440 agentes antidisturbios mantuvo acordonada la zona, en pleno corazón de la ciudad, durante todo el fin de semana y se suspendió el asalto final minutos antes de que los encerrados depusieran su actitud. La demolición de los inmuebles comenzó apenas una hora después de que éstos quedaran libres.Los bloques tenían 40 ocupantes fijos a los que acompañaban desde el sábado más de un centenar llegado de toda Holanda. La policía bloqueó la zona ese día con contenedores y empleó gases lacrimógenos en un primer intento de forzar el desalojo. Siete personas fueron arrestadas después de asaltar y prender fuego a una cafetería y una oficina cercanas. Los agentes tenían orden de disparar los gases lacrimógenos contra las ventanas en cuanto éstas se abrieran. Los encerrados respondieron por su parte con adoquines y durante varias horas el barrio entero vivió bajo los efectos de una auténtica batalla.

A primeras horas del domingo 10 ocupantes abandonaron libremente el edificio. Entre tanto, las fuerzas antidisturbios preparaban un asalto en toda regla sin descartar la presencia de explosivos en el interior de las casas. Las mismas formaban parte de las instalaciones de la imprenta Wolters-Noordhoff que ahora opera fuera de la ciudad. Una vez vacío, en el solar será construida, entre otras cosas, una enorme biblioteca pública.

Demanda de vivienda

Los bloques debían quedar libres antes de hoy lunes, fecha señalada por los tribunales de Groninga para proceder a su demolición. Ésta comenzó sin embargo ayer para evitar nuevos brotes de violencia.Los detenidos pasarán también mañana martes a disposición judicial. Su acción ha sido una de las más violentas que se recuerdan en Holanda desde los años ochenta, los más activos de los ocupantes ilegales de viviendas.

Este fenómeno surgió en el país como protesta ante el largo tiempo empleado por ayuntamientos o firmas privadas en aprovechar edificios vacíos. Ello, en un país donde las listas de espera para obtener un piso pueden prolongarse varios años y existe una enorme demanda de viviendas sociales.

En los últimos años, los ocupantes ilegales aparecían sobre todo en empresas o locales abandonados donde disponían, como en las casas, de agua, gas y electricidad. Los ayuntamientos holandeses en ningún caso suelen negar estos servicios.

En los últimos meses, la Policía Municipal ha empleado mangueras para desalojar a otros ocupantes en Amsterdam, y Rotterdam. Estas operaciones se resolvieron con rapidez y no conmocionaron como ésta última a todo el país.

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