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El Madrid sin coches es resultó una utopía

Las calles de la ciudad vieron pasar sin pena ni gloria la convocatoria Madrid un día sin coches, que se celebró ayer en la capital y otros 11 municipios de la región. La disminución de intensidad de vehículos rebasó en contadas ocasiones los tres puntos, y las apariencias hablaban del mismo tráfico que un jueves cualquiera. La iniciativa tuvo una repercusión mínima, tanto por la pobreza de la campaña informativa que la precedió como por la convicción de los madrileños de que prescindir del coche significaría llegar más tarde al trabajo. No ocurrió así con los políticos municipales. Sólo un concejal recurrió al coche oficial.

Prisciliano Castro, presidente de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos, organizadora de la jornada, explicaba a media mañana de ayer la escasa incidencia de la convocatoria. "Los que viven fuera de Madrid han tenido que traer el coche porque no conflaban en llegar a tiempo a su trabajo utilizando el transporte colectivo", explicó.El gabinete municipal de tráfico informó de que en la hora punta de la mañana hubo en general problemas en los accesos y tráfico más fluido de lo normal en el centro. Los índices de intensidad de tráfico variaron entre el descenso de cinco puntos a las 10.30 y de sólo dos entre las ocho y las nueve de la mañana. Finalmente, a las dos de la tarde se habían normalizado todos los valores.

Gratuidad en Fuenlabrada

En Fuenlabrada, donde los autobuses públicos eran gratuitos, la intensidad descendió siete puntos. La gratuidad, que muchos vecinos ignoraban ayer, le ha costado a este Ayuntamiento medio millón de pesetas, informa Efe.

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Prisciliano Castro se quejó de la escasez de medios con que cuenta esta federación para realizar una campaña publicitaria más extensa, y no quiso entrar en por qué las administraciones no apoyaron más rotundamente la iniciativa.

Hace dos días, tanto el alcalde, Agustín Rodríguez Sahagún, como el presidente regional, Joaquín Leguina, anunciaron su intención de utilizar cualquier medio de locomoción salvo el coche durante el día de ayer, aunque no fue posible que el Consorcio Regional de Transportes autorizara la gratuidad de los mismos. "No entro en si será una campaña de imagen, lo importante es que den ejemplo, y no sólo por un día" dijo Castro.

El alcalde fue en metro y en autobús. Fuentes sindicales informaron de que todos los concejales menos uno dejaron el coche oficial aparcado, y otro más lo pidió con carácter de urgencia a las once de la mañana.

Según los colaboradores del presidente regional, los coches oficiales no se movieron de los aparcamientos, aunque, dijeron, "el presidente Leguina suele venir muchos días en metro". Tampoco utilizaron el coche oficial Virgilio Cano, consejero de Cooperación y Agricultura, y Ramón Espinar, consejero de Cultura. El resto de los altos cargos autonómicos utilizaron el coche, incluido el consejero de Hacienda, Luis Alejandro Cendrero, que habitualmente viaja en medios colectivos. En la Administración central, ningún alto cargo se privó de su vehículo oficial.

El Día de la Madre

Juan Barranco, portavoz del grupo socialista en el Ayuntamiento, dijo que "el día sin coches es simbólico, como puede ser el Día de la Madre". "Aunque no sirve para resolver el problema, por lo menos es útil para crear cierta concienciación sobre la cuestión. Hace falta adquirir una cultura automovilística para que se haga un uso más racional del vehículo privado", dijo.

La última sugerencia del equipo municipal socialista para solucionar desde la oposición los problemas de tráfico de Madrid es abrir una negociación con empresarios y sindicatos para estudiar la manera de escalonar los horarios de entrada al trabajo y evitar aglomeraciones. La pasada semana propusieron prohibir la circulación un día a la semana a los vehículos dependiendo de la matrícula, medida ésta que fue contestada por los restantes grupos políticos y por sectores de usuarios, al argumentar que esta medida ya había fracasado en otras ciudades.

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Los madrileños utilizaron el coche igual que otros días

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Las opiniones de conductores inmovilizados en semáforos abarrotados de vehículos fueron ilustrativas. "Yo no he notado nada", afirmó un taxista en Doctor Esquerdo. En Alcalá, un joven ejecutivo se justificaba: "Vivo fuera de Madrid y lo necesito para trabajar".En las habitualmente colapsadas calles del barrio de Salamanca, una mujer explicaba que se había enterado el día anterior por sus hijos de la celebración de la jornada. "Pensé que habría menos tráfico y cogí el coche, cuando otros días voy de compras en taxi", dijo. El dependiente de una zapatería provocaba las sonrisas de sus compañeros al confesar que había dejado el coche en casa. "Corno que tardas sólo media hora andando desde donde vives", le reprocharon.

Blanca, secretaria de una empresa de telecomunicaciones cercana al Santiago Bernabéu, utilizó su coche para llegar a Madrid desde Majadahonda, lo aparcó en la Ciudad Universitaria y llegó a su trabajo en autobús. "La gente tiene muy poca conciencia cívica", se quejó; "es posible prescindir del coche al menos por un día, aunque los transportes colectivos no sean lo que todos quisiéramos". Rosa, su compañera, lo cogió "por pura inercia". Sus desplazamientos posteriores los hizo en autobús. "Iba como todos los días, ni más lleno ni más vacío".

Colapsar el servicio público

Eduardo Larraz, concejal de Transportes, admitió que para que los transportes públicos hubieran podido absorber la demanda en caso de una participación masiva de los ciudadanos "sería necesaria la ampliación de las líneas del metro y hacer mayores esfuerzos en la EMT". "Algunos casos, como el de Renfe, están muy lejos de una situación ideal", dijo Larraz. Este concejal consideró equivocada la finalidad de la convocatoria, que pretendía colapsar los transportes públicos. En el edificio de oficinas de la película El apartamento, donde trabajaba Jack Lemmon, había tantos empleados que cada planta tenía una hora de entrada y de salida distinta con el fin de evitar aglomeraciones en los ascensores. El PSOE quiere aplicar el mismo principio.

Según los cálculos del grupo socialista, 225.000 estudiantes y profesores acuden casi a la misma hora a las zonas universitarias de Madrid. A las áreas industriales de Méndez Álvaro, Villaverde, San Blas o la carretera de Barcelana se desplazan 80.000 personas, y 250.000 funcionarios acuden al mismo tiempo a su despacho de Nuevos Ministerios, Castellana, Alcalá o la Gran Vía.

La propuesta socialista consiste en negociar con empresarios y sindicatos la manera de escalonar las horas de entrada y salida del traba o en las zonas y sectores de mayor aglomeración.

El grupo ecologista Aedenat, cuyos miembros se concentraron frente al Ayuntamiento, pidió restringir el tráfico privado en la M30.

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