La Reina no va a los toros
Muy incitante el suelto Los toros y la Corona en EL PAÍS del pasado día 18. El tema reclama por sí mismo un libro, si es que no existen ya varios entre la infinita literatura taurina.Me incitó a recordar una ausencia, que no pasa inadvertida: la Reina no va a los toros.
Nada que objetar, claro está, peto sí algunos aspectos a considerar. En primer lugar, un equilibrio: el Rey sí va, la Reina no va, y el Príncipe irá o no irá, pues aún puede elegir.
Por otra parte, si hubiéramos de medir y sentir (la razón y el corazón, que decía Blas Pascal) la popularidad, ahí están las ovaciones y el inefable murmullo de satisfacción cuando el Rey aparece en el palco o en una barrera: es como si ya no faltara ninguno y entonces la fiesta puede empezar.
La fiesta de los toros es de todos, y cuando a lo largo de los siglos los racionalistas han aconsejado a los gobernantes su abolición, los gobernantes han conseguido su reinstauración.
Pues la plaza es, como se ha dicho tantas veces, el ruedo ibérico, la expresión sintética, pero vivísima, de lo que es España, un balcón donde, según muestra la historia, se han asomado siempre sus máximos representantes, sus artistas y sus hombres y mujeres singulares para que no falte ninguno y para medir y sentir, también ellos, la popularidad.
Si yo hablara con la Reina, le pediría que alguna vez vaya a los toros: primero, para que el Rey no vaya solo, que hay mucho tumbacristos por ahí. Y después, porque "el corazón (del pueblo) tiene razones que la razón no comprende pas".-
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