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Más de 3.000 corredores terminaron el maratón

Cerca de 5.000 atletas de alta competición, jubilados, militares sin graduación y oficinistas inscritos en el 131 Maratón Popular de Madrid se dieron codazos a las nueve de la mañana de ayer en la calle de Menéndez Pelayo, en el pistoletazo de salida de la carrera. Dos horas, 14 minutos y 25 segundos más tarde cruzaba la línea de meta del Retiro el brasileño José César Souza. Pasadas las dos de la tarde, con el control de cronometraje cerrado, llegaban los últimos de los 3.100 corredores que terminaron la prueba. Mientras tanto, miles de automovilistas hacían sonar sus bocinas, atrapados en un descomunal atasco en el centro de la ciudad.

En el parque del Retiro, el alcalde de Madrid, Agustín Rodríguez Sahagún, saludaba a diestro y siniestro a los atletas que finalizaban el recorrido de 42,195 kilómetros. Con una sonrisa, intentaban disimular la fatiga después de una de los maratones ciudadanas más duras: continuos ascensos y descensos rompepiernas, especialmente en los Últimos seis kilómetros de la prueba, desde el Manzanares hasta la meta del Paseo de Coches del parque del Retiro. Antes, el grupo compacto de corredores se había desgranado por la plaza de Castilla y en el descenso hasta la Puerta del Sol. De la Ciudad Universitaria y la Casa de Campo llegaron a la plaza de Colón con 20 kilómetros de plomo en cada pierna. Los organizadores calculan que unas 500.000 personas pudieron con templar la carrera en algún punto de su. recorrido. El tradicional paseo del do mingo al mediodía se tornó para muchos en atasco de la mañana de lunes. El incensante paso de corredores por el centro de la ciudad colapsó el tráfico en los paseos del Prado y de Recoletos. En las calles de Velázquez y de Serrano, en la glorieta de Atocha y en otras vías transversales los automovilistas expresaban su protesta a bocinazos. "Coged el metro, no veis que estamos corriendo", les espetaba un joven participante en el maratón, en la esquina de las calles de Goya y de Serrano. Mientras tanto, en medio de un caos aparentemente organizado, un tropel de soldados, miembros de Protección Civil y Cruz Roja y jueces de la Federación de Atletismo de Madrid habían transformado desde primera hora de la mañana el corazón del Retiro. Felicitaciones En cuanto el alcalde hizo su aparición en el recinto, un joven le colocó en el bolsillo de la chaqueta una pegatina con el anagrama de la campaña de lucha contra la droga (una jeringuilla cruzada por un aspa). A su lado, sonreía el concejal de Juventud y Deporte, el también centrista Manuel Martínez Parrondo, más conocido por su viaje de ida y vuelta desde el CDS al PSOE que por sus actividades municipales. "No se te nota nada que hayas corrido una maratón", le decía Rodríguez Sahagún al vencedor de la prueba. José César Souza, que repitió su triunfo del año pasado, agradecía con los hombros caídos la felicitación del alcalde. "En estos momentos no estoy en forma para correr", se excusaba Rodríguez Sahagún, "aunque es peor la maratón política de cada día, je, je...". El alcalde no desaprovechó la ocasión para anunciar que la carrera popular de Madrid se va a equiparar en la cuantía de premios a las de Río de Janeiro y Nueva York: "Lo importante es promocionar la ciudad". El flamante director de Deportes de la Comunidad de Madrid, Juan Carlos Blanco, tiene en su haber dos maratones. "Mi marca es de tres horas y seis minutos, aunque ahora estoy en dique seco", se excusó. La primera mujer clasificada fue la campeona de España, Marina Prat, de 39 años. Nada más terminar la prueba discutía con su entrenador los errores cometidos en el recorrido, que la dejaron a sólo un segundo de la mejor marca nacional. "Que llegas, Andor, que llegaste", rezaba una pancarta sostenida a pie de meta por los familiares de Andor Herepey, nacido en Canadá hace 33 años, aunque nacionalizado español. Francisco Miguel Tobal, uno de los 27 médicos que asistieron a los corredores, miraba al cielo complacido. La nublada mañana evitó que se produjeran graves deshidrataciones entre los participantes. Una hora y media después de la llegada a la meta de los corredores de élite, y a dos kilómetros de la meta, Juan José Meléndez, un administrativo de 27 años, se planteaba seriamente en el puesto de avituallamiento de la plaza de Colón abandonar la prueba. "Este año no he podido entrenarme a fondo -buff-, pero voy a llegar aunque sea andando". "Una naranja, una naranjita", voceaba Felisa Palomino, de 39 años, acercando un pedazo de fruta a un corredor sudoroso. Miembro del Club Atlético Amanecer, de Coslada, Felisa es una de las 2.000 personas que colaboran voluntariamente en la organización del Maratón Popular de Madrid, en el que se distribuyeron 30 toneladas de alimentos. Pasa a la página 3

Un animador : "Llegarás a a meta, aunque sea a rastras "

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