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Cambio en la continuidad

El articulista cree que en el III Congreso del CDS hubo una reorientación estratégica y una clarificación ideológica. Los tres ejes doctrinarios del partido giran en torno a la defensa radical de las libertades públicas, la adhesión al Estado social-Iiberal y a una concepción progresista de la paz y la distensión internacional.

En el III Congreso del CDS, como en anteriores declaraciones programáticas y electorales, y en especial en los discursos de Adolfo Suárez en Pisa, en 1988; en París, en 1989, y en El Escorial, en 1989, se han perfilado y sintetizado los tres ejes doctrinales del CDS: la defensa radical de las libertades públicas, la adhesión al Estado social-liberal y democrático de derecho y la concepción progresista de la paz y de la distensión internacionales.En el último congreso no hay innovaciones sustanciales desde el punto de vista ideológico. Lo que se ha aprobado en Torremolinos estaba explícito en los discursos citados, con motivo de ingresar en la Internacional Liberal y Progresista y, más tarde, de ocupar la presidencia de esta Internacional. Sí, en cambio, introduce -para mayor coherencia- unas modificaciones estatutarias que, indudablemente, fijan o profundizan el carácter ideológico progresista del partido. En efecto, hasta ahora el partido se definía como partido -"reformador, popular y progresista", y a partir de este año se define como "partido social-liberal y progresista". La ambigüedad de las expresiones popular y reformista, que, consciente o inconscientemente, remitían a esquemas moderados o conservadores, queda así superada.

Desde un planteamiento académico, no necesariamente acádemicista, estos conceptos -social-liberal y progresista- admiten, razonablemente, interpretaciones múltiples. Esto es cierto, pero, por otra parte, es un fenómeno generalizado: es válida la crítica en la medida en que es parte de la crítica general a todas las ideologías convencionales y al uso. En otras palabras: hay una devaluación ideológica resultado, entre otras cosas, de un solapamiento ideológico en toda Europa occidental. Quiero decir que, en el marco de unas sociedades desarrolladas, con tendencia a la homogeneización, con superación de los grandes problemas seculares, la aproximación ideológica -con exclusión de los radicalismos minoritarios de derecha y de izquierda- es creciente. No significa pérdida de diferenciaciones, pero sí disminución o flexibilización de fronteras. Las cuatro grandes ideologías contemporáneas, al margen del fascismo, es decir, conservadurismo, liberalismo, socialismo, comunismo, están sufriendo cambios trascendentales, y sus revisiones y refundaciones constituyen noticia diaria. Los italianos, precursores en la teoría y en la práctica políticas, son un buen indicador y ejemplo. Lo mismo que los cambios en el Este europeo siguen sorprendiendo (al menos por su celeridad), la reconversión comunista italiana obliga a pensar de forma no tradicional.

Abandono del marxismo

La distensión exterior, el abandono del marxismo escolástico, la homogeneización gradual comunitaria, entre otros factores, modifican el pensamiento y la práctica políticos; el solapamiento convierte a los conservadores en moderados, a los liberales en socialdemócratas, a los socialistas marxistas en socialistas democráticos, a los comunistas leninistas en progresistas pluralistas. La desradicalización es así aproximación inevitable: la cuestión sigue estando en los nuevos puntos de diferenciación, que siguen existiendo pero matizados. Europa y, dentro de Europa, España, es así un crisol de sincretismo más o menos operativo. De alguna manera, aun manteniéndose las formaciones políticas clásicas, el eje político-Ideológico europeo se centra cada día más en dos actitudes claras: conservadurismo y progresismo. Conservadores y progresistas definen ya la nueva realidad que va surgiendo en la Europa del Este y Europa central: conservadores y progresistas van a definir ya también los posicionamientos de la Europa del Oeste. De aquí, gradualmente, la política de bloques que comienza a perfilarse: bloques; de centro-derecha y bloques sociales de centro-izquierda. La idea de centro, a pesar de su ambigüedad, es el eje político-ldeológico referencial a las sociedades europeas desarrolladas. Duverger reitera en un nuevo libro (La liebre liberal y la tortuga europea) sobre el sentido de inevitable convergencia Este-Oeste hacia fórmulas progresistas.

Al margen, aunque no secundario, de la semántica, están los contenidos. Y, así, de forma justificada, se puede o nos pueden preguntar lo siguiente: ¿qué significa un proyecto social-liberal y progresista como defiende el CDS? ¿Cómo se integra este proyecto en el marco general del revisionismo ideológico europeo?

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Ante todo, el CDS se define como partido liberal-radical y liberal-social, es decir, se distancia de otra opción legítima, pero diferente, y marca sus diferencias objetivas: del neoliberalismo conservador. La libertad es el gran punto de partido, y la defensa y profundización de todas las libertades -en síntesis, de una sociedad abierta, de una democracia avanzada- constituye uno de sus pilares doctrinales. Una libertad, siguiendo al profesor Dahrendorff, como "esfuerzo incesante para ampliar las oportunidades de la vida de los ciudadanos". Significa esto, de forma concreta, la lucha -como se dice en la ponencia del CDS última- contra "la intolerancia y contra las reducciones de la libertad, contra hábitos y talantes prepotentes, contra la corrupción y el amiguismo. Hemos sido y seguiremos siendo defensores firmes de la libertad como máximo valor humano, del pluralismo participativo y de la democratización y control de las instituciones". Pero esta libertad, y en esto hay discrepancias con los conservadores, y aproximación al socialismo, se entiende en relación con la justicia social y la igualdad. Definirse como partido social-liberal lleva a asumir, como un resultado cultural, las conquistas del Estado social y democrático de derecho, es decir, del Estado de bienestar, con las correcciones y actualizaciones necesarias: libertad sin desarrollo modernizador secularizador, sin justicia y pactos sociales, conduce a la insolidaridad y, desde un punto pragmático, a la inestabilidad.

Finalmente, participar en una concepción progresista en política exterior y de defensa tiene connotaciones específicas: redefinir los conceptos de seguridad nacional e internacional. Contribuir, desde esta perspectiva, a la paz, en un sentido amplio, es activar acciones concertadas en varios frentes: apoyar la distensión, reducir la carrera de armamentos, como primer paso; y, por otra parte, concertar todas aquellas políticas que aminoren las diferencias Norte-Sur y Este-Oeste, para hacer viable una paz duradera, es decir, no treguas coyunturales. La paz exige libertad, pero también desarrollo y bienestar sociales.

En el III Congreso del CDS se ratificó un cambio estratégico en una doble dirección: aparcar, al menos mientras no se den otras circunstancias, la idea, hasta ahora dominante, de partido-alternativa y establecer una colaboración gradual parlamentaria con el PSOE, en temas concretos.

RetrocesosLos últimos retrocesos electorales del CDS evidenciaron, por diversas causas, que, sin perder las señas de identidad originarias y de constituir en su día una opción propia, había que plantearse una nueva estrategia, más de convergencia en temas específicos que de confrontación global. Mantener cerradamente la concepción alternativa nos llevaría a un voluntarismo endogámico sin sentido real. Las opciones, pues, se reducían a dos: o partido testimonial o partido-convergente. El congreso eligió la segunda posibilidad.¿Un partido-convergente, en cuanto partido-medio, es necesariamente un partido-bisagra? En parte sí, pero sólo en parte. En el ámbito europeo continental, con preferencia multipartidaria en gobierno, que es donde sociológicamente debemos situarnos, los partidos-medios complementan acciones legislativas y, en su caso, ejecutivas, sobre programas y puntos concretos. No significa abandono de identidad, sino que, precisamente desde estructuras de poder -municipal, autonómico, nacional, comunitario- se influye en perfilar o corresponsabilizarse de unas determinadas políticas. La acción no es tanto ejecutiva, sino que, por ahora, fundamentalmente parlamentaria.

Así, un partido-medio, que complementa consensuadamente acciones legislativas precisas, es algo muy diferente a un partido-satélite. El partido-medio, como ocurre en otros países europeos, y tal es el caso del CDS en esta nueva estrategia, fija sus posiciones (resultado de sus programas), y dentro de este marco pacta o puede pactar acuerdos parlamentarios o ejecutivos. No excluye ninguna colaboración, pero ateniéndose a supuestos previamente acordados y a un pacto de convergencia progresista. La satelización es otra cosa distinta: excluye autonomía e independencia. El CDS no ha sido satélite del PP ni lo va a ser del PSOE.

En la situación actual, cabe preguntarse ¿desde qué supuestos operativos puede converger el CDS con el PSOE? En síntesis, desde tres perspectivas: desde el principio de la gobernabilidad, desde la coincidencia programática y acordada, desde la aprobación orgánica-estatutaria. La colaboración o convergencia con otras fuerzas políticas, sea ejecutiva, y sobre todo parlamentaria, en diferentes niveles, exigirá de esta manera un acuerdo-marco o bloque de asuntos, responderá a exigencias de gobernabilidad (en el supuesto de los ejecutivos), y en ambos supuestos tendrán que ser aprobados dichos acuerdos por las instancias estatutarias pertinentes. Desde estas bases, desde las señas de identidad, que salvaguardan ideología y autonomía, el CDS, en su caso, podrá concretar una convergencia progresista. El congreso del CDS deja abiertas las puertas con condiciones y límites precisos.

En el III Congreso del CDS ha habido, indudablemente, reorientación estratégica de adaptación a la nueva realidad social y política española, y ha habido también no una refundación ideológica pero si clarificación conveniente. Cambio en la continuidad.

es diputado europeo, miembro del Comité Ejecutivo del CDS.

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