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El Atlético es más segundo que es Barça

Barcelona y Atlético son como dos gotas de agua. Tienen dos presidentes -Josep Lluís Núñez y Jesús Gil- idénticos, salvo en el aspecto físico. Ambos formarían una pareja cinematográfica perfecta e inspirarían múltiples guiones. Coinciden en casi todo: negocios inmobiliarios, cierta querencia a acudir a los juzgados y múltiples proyectos en su cabeza. No les une nada, a excepción de su odio visceral hacia el Real Madrid. Y es precisamente ese odio el que les pierde. Anoche sus respectivos equipos se enfrentaron en su Liga particular, el campeonato de los segundones, y demostraron las razones por las que su gran rival se va proclamar campeón. Ganó el Atlético y es más segundo que el Barça, quizá porque en el banquillo del conjunto colchonero no se sentó un genio como Johan Cruyff, sino un hombre modesto y racional,Joaquín Peiró, que trabaja dentro de los más estrictos cánones.El público del Camp Nou, que lleva más de un año en Babia, atraído por los cantos de sirena que llegaron de Holanda, recibió a los 22 jugadores con los gritos de "Lineker, Lineker". Toda una premonición. El delantero inglés, que ayer se encontraba en el palco presidencial, se ha convertido, como tantos otros que han pasado por el Barcelona, en un grito contra el desencanto. Porque desencanto hubo ayer en el cada vez más despoblado estadio azulgrana. Ni Barcelona ni Atlético brindaron un buen espenáculo. Simplemente, se limitaron a cubrir el expediente en una competición que ya tiene dueño. No obstante, intentaron la victoria porque sus jugadores -unos y otros- son profesionales y se juegan algo más que el prestigio.

Cruyff, en su línea habitual de despotismo, volvió a marginar a Milla y arriesgó alineando a Alexanco, que no está para muchos trotes y es la gran panacea del Barça para la final de la de la Copa del Rey. También en su línea habitual, el técnico holandés insistió en castigar, como en la temporada anterior a Lineker, a Julio Salinas a la banda derecha.

Peiró, que no está para virguerías ni castigos, alineó a lo mejor que tenía, después de dejar en casa a Futre y Donato. El nuevo técnico atlético intenta devolver a su equipo la idiosincrasia de siempre, el contraataque, pero todavía está lejos de conseguirlo.

Con esos planteamientos, el partido discurrió en un tono menor, casi tedioso. El Barça disparó a puerta en dos ocasiones durante los primeros 45 minutos y el Atlético, una que fue gol. Y es que, posiblemente, en el campo no había rebeldes como quiere Cruyff.

Al Atlético le bastó con conservar su ventaja y esperar a que le sonara la flauta a Baltazar. Y sonó. Por si esto fuera poco, Cruyff le facilitó las cosas al sentar a Julio Salinas y Beguiristáin. El Barça acabó jugando sin un delantero nato para satisfacción de los hombres de Peiró y de Jesús Gil, que se removió inquieto en el palco del Camp Nou, pensando quizá en la mala noche que le hacía pasar a Núñez, pero también en que la victoria le iba a costar mucho dinero. Desde luego, Gil no pensó en fichar a Cruyff para su nuevo proyecto. Eso sólo cabe en según que mentes.

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