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Tribuna:NOTICIAS DE ABAJO / 9
Tribuna
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Mientras hablamos, huye

Que nada, que pa qué le voy a seguir dando a usté noticias de lo que pasa por acá abajo, si en tanto y no que vuelvo, en los inmensos intervalos que ordenan las leyes de confección de este benemérito Rotativo, que con harta longanimidad las acoge de vez en cuando, ya le han estado a usted hinchando la cabeza, cada día, cada hora, con las noticias que se han, como dicen los locutores, producido, que se están produciendo a cada momento en la Indonesia y en el barrio de Moratalaz o en el Congreso de los Diputados, esto es, en la Realidad; de manera que, con tanto tropel de hechos, no sé qué sitio le va a quedar a usté para escuchar las voces tentadoras que le insinúan que en verdad no ha pasado nada y que, por bajo de la Realidad periodística, en los corazones secretos y comunes de la gente (allí donde usté sabe, sin darse cuenta de que lo sabe), sigue bullendo la caldera, que a la vez que cuece pacientemente los garbanzos, amenaza con hacer el día menos pensado saltar la tapadera.Bueno, el caso es que Ellos se pasan el tiempo hablando de lo que se habla, y quieren, por todos los medios (de Formación de Masas), que usted no hable más que de eso, de lo que se habla: que si Fulano va a casar al Banco de Donostia con el Banco de Laputa, que si gracias a la cirugía electrónica se espera que pueda operarse de taras genéticas a los espermatozoides, que si el Frente de Liberación de Singapur ha ocupado para cuartel general el palacio del Arzobispo, que si (en la sección de Cultura) ha batido el récord de subasta el cuadro Menstrual Slip de Menganita... en fin, ya sabe, acerca de la Realidad, de lo que se habla.

El hecho de hablar

Y el caso es que, mientras están hablando de todo eso y haciéndole a usted que hable de lo mismo, se olvidan del hecho de que están hablando. Sí, hombre: que, mientras se van creyendo y haciéndole a usted creer que eso es la Realidad, tienen, para conseguirlo, que hacer abstracción del hecho mismo de que están hablando y que, con ese hecho de hablar, están haciendo.

Por ejemplo, aburriendo al personal, según el otro día le explicaba cómo, en Consejos de Administración o Congresos Sindicales o Claustros Universitarios o Concertaciones de Organizaciones Terroristas, mientras se trata del estado del Ente respectivo y se hacen las cuentas de sus efectivos y se trazan los planes para la gestión de las futuras actividades, mientras se habla de ello, los resultados de ello para la acción futura y el destino de la Empresa serán los que Dios quiera, pero, por lo pronto, lo que se está consiguiendo como resultado práctico inmediato es aburrir a los presentes y dejarlos incapaces y abatidos para cualquier ocurrencia o estallido que les pudiera venir acaso: eso es lo inmediato y palpable que se hace con la acción de hablar de aquello de lo que se habla.

No me diga usté todavía que no entiende, ¿o tendré que referírselo a sus propias experiencias con la pareja que Dios le haya proporcionado?

Pues lo mismo: que, cada vez que se hablan ustedes dos, es para hablar de lo que hablan las parejas, que lo que pasa es que yo te importo un comino, que lo que quieres es tenerme a tu servicio cuando se te antoje y luego que haga calceta para pasar el rato, que es que tú no sabes lo que es respetar la libertad del otro, que eres hasta capaz de registrarme a media noche los dobleces de la bragueta, que no, que lo que hay que hacer es que tu mamá se mude a casa de tu hermanita y nos deje vivir de una vez una relación ¡de a dos!, que no, que lo que tenemos que hacer es dejar de vernos una temporada, poner nuestro amor a prueba, y luego, si de común acuerdo decidirnos volver a vernos... En fin, ya conoce usté el percal.

Pues bien, lo que con esos asaltos dialécticos vaya a averiguarse de cómo es nuestro amor o de cómo eres tú de veras o cómo sería yo si tú fueras de otro modo, eso es cosa más bien dudosa, y lo que vaya a resultar de las decisiones, propuestas mutuas o proyectos que de ese diálogo se desarrollen, eso sólo Dios lo sabe; pero lo que no hace falta ser Dios para saberlo es que, por lo pronto, con el hecho mismo de hablar de esas maneras, la relación se configura y desfigura, las palabras van zahiriendo y agriando los caracteres, el sólo tono y la sintaxis, cualquiera que sea el tema, está influyendo directamente y sin más en los sentimientos, torciendo la pasión y redibujando la imagen que tenga cada, cual del otro.

Esos efectos inmediatos es lo que se desdeña. Así que, por afán de hablar de lo que tenemos que hablar para decidir lo que tengamos que decidir, descontamos el hecho de que con el hablar estamos, de momento, haciendo, haciéndonos, por ejemplo, la puñeta.

Así en privado y así en político, y, confío en que vaya usté teniendo que reconocer que entiende:. tino es el mundo de que hablamos y otro es el mundo en que hablamos de él; usté decidirá cuál de ambos le parece más real o verdadero, pero que no son el mismo está bastante claro, y que la atención al mundo de que hablamos elimina (hace abstracción de) este mundo en que de él hablamos, pienso que también.

Esto de 'mundo de que se habla / mundo en que se habla' es un regalo que nos viene del estudio gramatical: todas las lenguas tienen un arsenal de indicadores como esto, me, taff, ahora, ayer, pocos, pero que se usan a cada paso, los cuales no significan nada, es lo que apuntan directamente a puntos o regiones de este mundo en que se está hablando; y luego, las lenguas tienen (pero esto cada una a su manera) un depósito sin fin de palabras que significan algo, como lobo, verde, salta, despacito, las cuales se refieren al mundo ese de que se habla, y no sólo se refieren, sino que de paso lo constituyen (dejando ahora de lado otro tipo de términos como muy, 5, todos, que juegan con las palabras de significado, nunca con aquellos indicadores, de manera que, si decimos "todos ellos" o "nosotros cinco", sin más los y nos substantivamos; y dejando también los Nombres Propios, que propiamente no pertenecen ya a las -lenguas, sino a las culturas, que no es lo mismo).

Indicadores

Y en fin, que la Realidad consiste en un casamiento de aquellos indicadores que apuntan a este mundo en el que hablamos con aquellas palabras que significan cosas (o sea ideas) del mundo de que hablamos, de manera que de algo se dice que es real (y hasta, usando el verbo que inventaron los teólogos, que existe) cuando al mismo tiempo se cree que se puede apuntar a ello, 'allí" o mañana" o "en mí" o "a tu lado" o "lo hay", y que al mismo tiempo se le puede designar con una palabra de significado, "relámpagos", "muy triste" o "entrechocar uno con otro"; o sea que se cree, o se hace como si se creyera, que al mismo tiempo pertenece al mundo de que hablamos y al mundo en el que hablamos.

Bueno, pues ya ve usté por dónde va la cosa, y cómo nos vuelve a la política la gramática. El solo mundo de veras presente y de verdad palpable, el que no es ideal ni necesita ideas, es este mundo en el que estarnos ahora hablando; el cual vemos ahora que no es propiamente mundo alguno, ya que, para serlo, habría que significarlo con la palabra 'mundo'; pero es ahí donde estamos tú y yo, y eso y aquello y lo de más allá, y hasta hoy con su ayer y su mañana, cosas que no son cosas, puesto que nunca se habla de ellas (o, si se habla, se les hace ser lo que no eran), mientras que ese mundo del que se habla y le hacen hablar a usted, el de las nieves de antaño y la fusión en frío del mañana, el de los agujeros negros y los homicidios voluntarios, el de las arrugas de su suegra y las espinillas de su sobrina, ése es un mundo todo hecho de ideas y Heno de fantasías.

Lo que pasa es que este sitio en que tú y yo andamos es un sitio en que tú y yo no somos nadie, ni siquiera tenemos nombres; pues ya ve usted que ahí tú y yo somos cualquiera y a cada instante somos otros, el que esté diciendo "me" o "tí" en ese instante. Y eso, claro, tiene sus inconvenientes, que a usted, como ente real, quizá lo desanimen, y ante la propuesta de estar muy presente y muy palpable, pero a cambio ser un don Nadie, a lo mejor prefiere usted volverse a vivir en las noticias de la Prensa y las imágenes de la Televisión, en las proclamaciones de los políticos de Dios y las profecías de los científicos del Mismo, en fin, en las ideas de la Realidad.

Pues bueno, qué se le va a hacer. Pero entiende usted al menos qué es lo que con ello gana y lo que se pierde, y que, a fin de poder seguir hablando de lo que se habla, ha renunciado usted (ha hecho abstracción de) ese momento en que estaba hablando y esa boca y esa saliva y ese relumbre de sus ojos con que estaba hablando.

Me parece a mí que a usted lo que le pasa es que cree en su muerte de usted, muy señor mío: esto es, que cree que su muerte es una muerte, como las de los otros (de sus parientes fallecidos, de los Grandes Hombres de la Historia), sólo que dando la casualidad de que es la suya: en fin, que es un caso de 'muerte' (las comillas simples, que no sé si por una vez los tipógrafos respetarán aquí, se usan para referirse a la idea de la cosa), y por tanto que es una muerte entre las muertes, y ya está.

Ahora bien, de su muerte de usted no hay experiencia alguna: piénselo usted por un momento. Su muerte de usted es futura por esencia (está claro, puesto que está usted leyéndome, en este sitio donde se habla y se lee y se escribe todavía; que, si no, a ver de dónde), y siendo esencialmente futura, no puede contar entre los hechos, ni sumarse con las otras muertes, como se suman los átomos para de la suma deducir el átomo singular, ni ser un caso pues de 'muerte'. Muy real será su muerte, señor mío, pero otro tanto de ideal por ello mismo, y en modo alguno nada que de veras esté ahí ni que se refiera a usted en tanto que usted sea no otra cosa que el que va por ahí diciendo "yo" a cada paso.

Y ello es que eso de creer en la Realidad, es decir, entregarse al mundo de que se habla, al mundo de las noticias que de Arriba le suministran, eso es el nombre de la resignación, la muerte de cualquier posible rebelión del pueblo (eso que no sabe lo que es) en contra de las mentiras que le imponen: eso es querer vivir en el Empíreo, o sea en la Babia, del mundo de que le hablan y le hacen hablar a usted, para que en el entretanto haya huído esto palpable, esto inmediato, que no tenía nombre y que acaso sonaba a algo como vida y liberación de Capital y Estado y de la carga de usted mismo en cuanto real, o sea en cuanto ideal.

Saber y pasar el tiempo

Mientras hablamos de lo que hablamos, habrá huido esto en lo que hablábamos, esta evidencia palpable (pero inasible) de algo que era razón y vida porque no era nada, este pálpito de maravilla, que no era ni tan siquiera un punto, perdido en la noche sin fin en la que caíamos, y que era la gloria preciosa, inapreciable, de sentir la verdad de esa infinitud y de que no sabemos.

Pero Ellos, en tanto, Estado y Capital y sus fieles servidores, seguirán creyendo que saben el Tiempo y que lo miden, y sobre esa fe montando su ciencia y sus negocios, y haciendo del pueblo masa de individuos que pasan el tiempo, en tanto y no llega su muerte, hablando de lo que se habla.

Dígase al paso por lo menos, y óigalo usted, si puede, al paso, que no hay política que valga, que no sea una engañifa de realidad (mundo de que se habla para embobar al pueblo), si no es la que nazca de un desengaño de esa creencia de que hay 'muerte' y de que usted tiene la suya.

¿Qué? ¿Le parece triste? ¿Le parece alegre? Allá se las haya usted con sus pareceres. Aquí se lo seguiremos diciendo, si los ánimos nos llegan para tanto: por lo menos, que no ande usté diciendo que no está claro.

Claro que tanta lógica (que no es más que lenguaje popular hablando, por la lengua que le deja, como puede), nada haría tan clara lógica si no estuviera llamando a los oscuros corazones de la gente, de los trabajadores para nada y tragadores de noticias de la nada, a ese corazón y razón común, que sigue palpitando por debajo del Estado y Capital y del alma de cada uno. ¿Lo está sintiendo usted cómo palpita?

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