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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Frágil memoria

LA VICTORIA del Partido Liberal Democrático (PLD), en las elecciones japonesas del domingo, renovada tras 35 años ininterrumpidos de poder, deja planteadas algunas cuestiones inquietantes sobre los valores relativos de la ética en la conducción de los asuntos públicos. El triunfo, no sólo por mayoría absoluta (257 escaños), sino superando el umbral de los 271 escaños precisos para controlar todos los comités legislativos, resta toda trascendencia a la pérdida de 20 puestos en relación con los comicios anteriores.En Japón, las relaciones entre el político y los votantes de su distrito tienen más significación que las preocupaciones de alcance nacional. La elección del domingo subraya claramente este axioma e indica que los escándalos que han jalonado la vida política japonesa durante el pasado año y medio han tenido escaso impacto sobre esa relación. Por otro lado, la predicción de que un nuevo impuesto del 3% al consumo iba a causar, por su impopularidad, la derrota del PLD se ha revelado incierta; antes bien, ha contenido la inflación y ha propiciado la prosperidad de muchos pequeños comerciantes, votantes tradicionales de los liberal-demócratas.

Atrás parece haber quedado la tormentosa historia política japonesa del pasado año y medio. A la hora de votar, pocos se han acordado de que, desde junio de 1988, el escándalo Recruit ha costado el puesto a dos primeros ministros, Nakasone y Takeshita, y a un ministro de Finanzas, y que una secreta aventura amorosa con una geisha provocara, después, la dimisión de Sosuke Uno sucesor de los dos, primeros. Sin embargo, cuando el partido liberal gobernante, después de sufrir un descalabro en las elecciones municipales, perdió la mayoría absoluta en la Cámara alta en julio pasado, pareció que había sonado la hora del cambio. Pese a mantener posiciones radicales en muchos puntos, especialmente en los que atañen a las relaciones defensivas con EE UU, la ascensión victoriosa del partido socialista parecía garantizada. No ha sido así, por más que haya ganado un considerable número de escaños (53).

Queda por ver cuál es el futuro político que el PLD prepara para quien ha enderezado su rumbo en pocos meses, el primer ministro Kaifu, un hombre de compromiso elegido en agosto pasado por pertenecer al más débil de los cinco grupos que integran esa formación política. Sería injusto olvidar que Toshiki Kaifu fue designado primer ministro precisamente porque su facción no había tenido vínculo alguno con el escándalo Recruit. Kaifu ha anunciado su intención de agotar su mandato hasta el año próximo. Su separación de la jefatura del Gobierno sería una dura recompensa para quien ha hecho tanto en tan poco tiempo.

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