'Crimen perfecto'
22.30 TVE-1 (98 minutos)Personajes de Sospecha, La sombra de una duda o Extraños en un tren se sentaban frente a un buen guiso o un aromático café y elucubraban sobre el crimen perfecto, aquel que no deja huellas ni pistas y quedará sin cerrar, perpetuo, archivado en comisaría. Asesinos en potencia, sólo el Rolbert Walker de Extraños en un tren tendrá agallas para usar unas manos en favor del pecado.
Ese tema obsesivo del asesinato limpio y anónimo es la proyección de una mente programada desde sus profundidades para el crimen, la de Alfred Hitchcok. Prensado su coeficiente en el catolicismo, habrá de matar sólo de mentirijillas.
En la redentora pantalla. Ni qué decir tiene que Hitchcok ha sido el mejor asesino de la historia del cine, premiado por sus crímenes con la inmortalidad que concede el buen arte.
Crimen perfecto es la destilación exacta de esa mente pérfida de asesino. No cuenta entre sus piezas de caza mayor pero exorciza sus demonios ocultos. Su sumisión al entramado teatral ayuda lo suyo a concentrar las fuerzas que alimentan'el pensamiento de su autor.
Inclinado a todo tipo de experimentos estéticos, Hitchcock la rodó en tres dimensiones, aunque no abusó del efectismo propio del sistema, patente únicamente en la escena de la muerte, en la que unas tijeras protagonizan unas secuencias de extraordinaria belleza plástica.
Primera colaboración del e¡neasta con Grace Kelly, de gélida belleza, y superlativa interpretación de Ray Milland, un asesino a distancia, otro de esos villanos agradables, sedosos y elegantes tan caros a Hitchcock.
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