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GENTE

Carmen Alborch

Algo más que paellas en Valencia

Miguel Ángel Villena

Carmen Alborch sonríe satisfecha cuando observa el desfile incesante de escolares, jubilados, profesionales, jóvenes y artistas por las salas del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM). Esta mujer de 42 años y rasgos mediterráneos responde con un gesto de complicidad cuando se le pregunta si está satisfecha con el multitudinario triunfo de la exposición de Joaquín Sorolla, inaugurada el pasado día 2 y que ha sido visitada sólo en la primera semana por más de 20.000 personas. Después del reconocimiento de la crítica nacional e internacional que el IVAM logró tras su apertura, en febrero de este año, Alborch, directora del mismo desde poco antes de su inauguración, pudo respirar tranquila. Culminaban años de esfuerzos y el IVAM rompía el círculo vicioso de "un museo más, de un museo de pueblo", en palabras de Alborch. "Ya está bien", comenta esta profesora de Derecho Mercantil dedicada desde joven al mundo del arte, "de que Valencia sólo se conociese por las paellas o por la marcha nocturna. Mola que hayamos puesto en pie uno de los complejos museísticos más importantes de Europa". Alborch rebate de este modo la famosa frase de Joaquín Sorolla cuando el artista afirmó que Valencia era camino a ninguna parte. Junto a Sgrolla, que ha jugado la baza de la popularidad, los centros del IVAM han expuesto recientemente obras de Claes Oldenburg, de Antonio Saura, de Gabriel Cualladó, de Richará Prince, al margen de las colecciones permanentes.La breve historia de este museo ya permite, en opinión de Alborch, "que los valencianos no necesiten acudir a Madrid o a Barcelona a contemplar lo mejor del arte contemporáneo".

Según Alborch, el IVAM trata de cubrir un doble objetivo. De un lado, la difusión y el apoyo del arte moderno, y de otra parte, el impulso del movimiento artístico valenciano. "Las dos aspiraciones", comenta, "son perfectamente compatibles, y resulta indudable que el IVAM ha servido para revitalizar la cultura y el arte de Valencia y proyectarlos hacia el exterior". Las colas de miles de personas que estos días aguardan su turno para entrar al IVAM dan fe de las manifestaciones de una radiante Alborch.

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