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El accidente ocurrido en Vandellòs 1 no había sido imaginado por los diseñadores del sistema de seguridad

La posibilidad de que se produjera un accidente de las características del ocurrido en Vandellòs 1 el pasado 19 de octubre no había sido prevista cuando se diseñó la central, según se desprende del informe preliminar del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). Los autores del diseño de la central no previeron la posibilidad de que un incendio en un turbogrupo pudiera provocar el derrame de 24.000 litros de aceite ardiendo que destruyera importantes conducciones eléctricas y sistemas de seguridad. Hifrensa, propietaria de la planta, afirmó ayer en un comunicado que "se autoexigirá" las máximas medidas de seguridad para permitir la reapertura de la central y precisó que "nunca se estuvo al borde de una situación incontrolada del reactor".

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El exhaustivo informe del CSN, de más de 100 páginas, pone de relieve la gran cantidad de insuficiencias materiales de Vandellós 1, y hace hincapié en que la resolución satisfactoria de los problemas que ocasionó el incendio se basó, más que en el correcto funcionamiento de las medidas de seguridad, en la experiencia de los operarios. Los técnicos intervinieron, en ciertos casos, con agua hasta la cintura y rodeados de humo y fuego, señala el informe. El único programa de mejora de la seguridad contra incendios está incluido en los cinco puntos que el CSN exigió a Hifrensa en 1986 a raíz de la experiencia del desastre de Chernóbil y que aún no ha sido aplicado, por dificultades burocráticas del propio organismo nuclear. La causa inicial de la avería del turbogrupo principal número 2 aún se desconoce, explica el informe, y técnicos de Hifrensa comentan que tal vez nunca llegue a saberse con exactitud. El único dato conocido al respecto es que se produjo una súbita vibración del equipo, que rompió la estanqueidad del recipiente de hidrógeno de refrigeración. En contacto con el aire, el hidrógeno provocó una explosión que rompió las tuberías de aceite de lubricación de la turbina. Fue este aceite el causante de la rápida expansión de las llamas y la inutilización de diversos sistemas.

El aceite ardiendo "fue derramándose, incendiando los materiales existentes en la sala inferior del edificio de turbinas, como son las numerosas bandejas de cables que discurren por las salas sin ningún tipo de detección, extinción y protección pasiva, así como los diferentes equipos que encontró a su paso", ex plica el informe. "Los depósitos de aceite no disponen de cubetos para recoger los posibles vertidos, lo que favoreció que el aceite derramado se extendiera a todas las salas", añaden los técnicos del Consejo de Seguridad.

Esta fase inicial del accidente comenzó en un turbogrupo y se desarrolló en una zona ajena al área nuclear. El CSN se refiere siempre al "incidente" y no al accidente, una expresión que la terminología internacional reserva para los casos en que se produce fuga radiactiva.

Los turbogrupos tienen como misión generar electricidad a partir del movimiento que provoca el vapor calentado indirectamente desde el reactor. Sin embargo, los sistemas de refrigeración imprescindibles para garantizar la parada segura del reactor dependían directamente de las conducciones afectadas por las llamas. Tras la explosión del turbogrupo, desde la sala de control se paró manualmente el reactor, pero éste siguió generando, tal y como está previsto, un calor residual que con los sistemas de refrigeración afectados fue sumamente difícil de eliminar.

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Los tres principales sistemas diseñados para enfriar el reactor quedaron inutilizados parcial o totalmente la noche del accidente. Dos de los cuatro turbosoplantes -equipo que impulsa CO2 a través del núcleo del reactor para refrigerarlo- dejaron de funcionar por diversas causas, mientras que los dos restantes lo hicieron intermitentemente.

Agua y humo

El diseño de la planta prevé que con uno solo de estos equipos se pueda garantizar el funcionamiento normal del sistema. Sin embargo, en la noche del accidente los dos turbosoplantes que quedaban no pudieron ser accionados desde la sala de control, y operarios de la central tuvieron que trasladarse a los sótanos de la planta, anegados de agua y llenos de humo, para asegurar su funcionamiento.

Los otros dos importantes sistemas de refrigeración, en parada y por ventilación, quedaron inutilizados también en diversos momentos de la noche del día 19. Su reparación fue de vital importancia, indica. el CSN, hasta el extremo de que en el sistema de refrigeración en parada se optó por "efectuar un nuevo tendido de cables por las zonas afectadas, sustituir los motores de las bombas por otros de potencia equivalente y alimentar eléctricamente uno de ellos mediante un grupo electrógeno".

Estos sistemas de seguridad quedaron inutilizados no sólo por el fuego, sino también por el agua. Cuatro mil metros cúbicos de agua inundaron los sótanos de la central, hecho que no fue detectado hasta transcurridos más de 15 minutos de la explosión.

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