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GENTE

Mónica Seles

Un huracán de 15 años en el tenis femenino

Mónica Seles, una yugoslava nacida en Novi Sad que el próximo sábado cumplirá 16 años, ha entrado como un huracán en el tenis femenino. El pasado domingo ganó el torneo de Essen (RFA) tras derrotar -o más bien arrasar- a Gabriela Sabatini (Argentina), Arantxa Sánchez Vicario y Manuela Maleeva (Bulgaria). Mónica ha tenido una progresión vertiginosa, y con su tenis agónico -maltrata su cuerpo en los golpes que acompaña con gemidos adolescentes- amenaza ya con convertirse en la alternativa de Steffi Graf (RFA) en la lucha por el cetro del tenis femenino.Ni sus propias compañeras contaban que en el plazo de dos meses Seles iba a alcanzar las finales de los torneos de Dallas y Brighton, la semifinal de Zúrich y los cuartos de final de Suttgart. Seles ya había lanzado un aviso en el inicio de la temporada, cuando derrotó a Chris Evert (EE UU) en la final del torneo de Houston y forzó tres sets ante Graf en la semifinal de Roland Garros. "Nunca en mi carrera había encontrado una tenista con tanta juventud y calidad", avisé Chris Evert.

Tras proclamarse campeona de Europa infantil en 1984, Mánica Sdes decidió dar un cambio importante en su vida. "En esa época el tenis era una obsesión. Jugaba unos 60 torneos al año y tenía una presión enorme, porque era la mejor de mi edad y todas querían derrotarme. Estaba agotada". Mónica se trasladó a Bradenton (Florida, EE UU) y se puso en manos de Nick Bollettieri, hombre que lanzó al circuito a esperanzas como los estadounidenses Jimmy Arias, Aaron Krickstein y André Agassi. Bolletieri es un entrenador acostumbrado a pasar del calor de los elogios a la tormenta de las críticas. Acusado de no enseñar más que a dar garrotazos y de ser incapaz de enseñar el tenis de ataque, Nick no quiere que Seles se queme antes de tiempo. "Sé que si fracaso con Mónica volverán a decir que no sirvo para nada, pero no me importa. Mánica tiene madera de número uno".

Seles desapareció voluntariamente de la competición durante dos años. "No quería quemarme en un circuito profesional tan duro. Me puse como obligación seguir los estudios antes de entrar de lleno en este mundo", ha explicado. Trabajando en silencio, Seles adquirió una potencia inusual.

Mónica, zurda pero con los golpes de fondo a dos manos, ha cambiado su corto pelo negro por un rubio metalizado y una personal coleta. Su personalidad refleja algo de exageración en sus sonrisas de dientes todavía protegidos por alambres metálicos. Habla el inglés como si tuviera la boca llena de goma de mascar y tiene la osadía propia de las niñas campeonas, un espíritu que comparte con Arantxa Sánchez Vicario.

Su progresión no se ha detenido. Su potencia no deja de crecer. "Jamás me he encontrado a una tenista que pegue a la pelota tan duro por los dos lados", comentó Martina Navratilova (EE UU) tras utilizar toda su inspiración para derrotar a la yugoslava.

Mónica Seles, que ahora descansa durante unos días en Novi Sad, sabe cuáles son sus dos grandes objetivos para el próximo año: mejorar sus voleas, golpes muy dificultosos cuando se juega a dos manos, y trabajar su físico. "Nunca he podido trabajar en el aspecto físico porque todavía estoy creciendo". Ese es el principal problema que ven los expertos en el juego de Seles. Sigue creciendo, pero fuerza tanto el cuerpo en sus golpes salvajes que muchos consideran que su carrera va a ser corta. Ven en la historia de Mónica una repetición del caso de Tracy Austin (EE UU), una chica que llegó a ser la número uno del mundo a los 17 años y que se retiró, con la columna destrozada, a los 19.

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