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Tribuna:EL OMBUDSMAN
Tribuna
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Anticlericalismo

Pese a que el anticlericalismo ha perdido en gran medida el carácter de provocación que tuvo en otras épocas, sigue siendo un guiño al que no renuncia cierto radicalismo tradicional y mediterráneo. La burla de la religión católica, de sus ritos o personas no consigue otra cosa que irritar y ofender a los creyentes de esa religión, que están en el derecho de exigir el mismo respeto, por lo menos, que los creyentes de otras confesiones. Un lector de Madrid, Francisco Aracil, ha escrito al ombudsman para expresar su protesta por un comentario que aparece en la crítica de¡ último espectáculo teatral de Els Joglars.Tras espigar una serie de errores de las páginas del diario -"una terna compuesta de 10 nombres" en una información sobre la universidad Pontificia de Salamanca, o la aparición de un "cuñado político" en una información política de Cantabria-, Francisco Aracil señala que el motivo de su carta no son los anteriores lapsos, sino protestar por un comentario del crítico teatral de Barcelona, Joan de Sagarra, que el lector considera blasfemo. Sagarra había escrito en su comentario de la obra de Els Joglars Columbi lapsus: "(...) entonces hay que decirle a Boadella aquello de 'vale, tío, eres la hostia, pero el polaco también lo es, y encima reconsagrada' (...)".

"No voy a llegar a la estupidez", concluye el lector, "de decir que voy a dejar de comprar EL PAÍS, pero sí le pido a usted que vigile en sus redactores, críticos y corresponsales un mejor conocimiento del castellano y más respeto para los que seguimos creyendo en Dios y en los sacramentos de la Iglesia. No creo que con frases como la de Sagarra EL PAÍS gane nada, y sí es mucho lo que pierde el respeto, la educación y el buen gusto".

El crítico de teatro barcelonés Joan de Sagarra, en respuesta a la queja del lector, señala que estudió con los jesuitas y que se crió en un ambiente familiar católico, y que para él "esa expresión es absolutamente coloquial y no tiene intención blasfema".

Alcohol y publicidad

Periódicamente, el defensor de los lectores recibe cartas de queja por la mucha publicidad que contiene este diario. Esta semana han sido dos los lectores que han escrito, y uno de ellos para criticar concretamente los anuncios de las bebidas alcohólicas.

Manuel Santos asegura lo siguiente: "Uno de los principales problemas de la cocaína es que se asocia con un status económico y social elevado, con lo que es difícil sustraerse a su consumo en nuestra sociedad del éxito. Pues bien, en El País Semanal del pasado 12 de noviembre aparecen 26 páginas completas de bebidas alcohólicas; la mayoría de ellas asocian casi explícitarnente el consumo de la marca con ese status superior. Creo que antes de intentar experimentos como cambiar la actual prohibición del tráfico de drogas por campañas informativas deberíamos ser capaces de tomar esas mismas medidas en las drogas que ya son legales".

Al ombudsman le es difícil responder a este tipo de quejas, que entiende pero no comparte. La publicidad garantiza la solvencia económica de un medio de comunicación, y en una economía de mercado, ésta es una condición necesaria, aunque no suficiente, para garantizar la independencia de una publicación.

Las presiones que se ejercen sobre una publicación -que son de muy diverso origen y revisten las formas más diversas- pueden responder al ejemplo clásico de retirada de publicidad, aunque este tipo de presiones esté reservado para los grandes anunciantes, que son pocos. Una economía saneada, con una amplia cartera de publicidad, permite a los directores de periódicos resistir, más o menos impasibles, a este tipo de presiones.

Por otra parte, la estética del éxito, que denuncia Manuel Santos Redondo, domina en la sociedad de consumo y es utilizada por los anuncios de bebidas alcohólicas. Frente a la presencia sugerente de la publicidad, con un lenguaje cada día más refinado, sólo cabe una defensa más eficaz de los derechos del consumidor. La libertad de elegir precisa de una información veraz y suficiente.

Refugiados en hotel

Manuel Prieto Lorenzo, propietario de un hostal donde han sido alojadas por el Ayuntamiento de Madrid algunas de las familias desalojadas de un edificio de Cava Baja, se ha sentido perjudicado por un reportaje que contaba las dificiles condiciones de vida de estas familias tras el desahucio.

El reportaje Hostal, triste hostal, publicado el pasado martes, contenía algunos errores. Señalaba que una familia vivía en una habitación de cuatro metros cuadrados o que el baño comunitario estaba situado a 100 metros. En el primer caso, se quiso decir que la familia vivía en una habitación de cuatro metros de lado por cuatro de ancho, y que el baño -eran palabras de uno de los afectados- estaba lejos de la habitación.

Manuel Prieto comprende las quejas de estas familias y reconoce que su situación es dificil, pero subraya que su establecimiento cumple todos los requisitos que la ley exige a un negocio de su categoría, un hostal de una estrella.

La clave posiblemente esté en lo que afirma en el reportaje uno de los afectados. El hostal, dice, es "un sitio decente para pasar una noche de paso en Madrid, pero un campo de concentración para la estancia indefinida de una familia con hijos".

Para ponerse en contacto directo con el ombudsman, los lectores pueden llamar, de lunes a viernes, al teléfono 754 45 53 de Madrid.

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