Jiang se estrena como líder del Partido Comunista Chino
El Comité Central del Partido Comunista Chino (PCCh) comenzó ayer en Pekín, según todos los indicios y con total sigilo, una importante reunión, la primera que preside el nuevo secretario general, Jiang Zemin, que aportará, más pistas sobre el alcance del giro conservador en el que desembocó el país tras los sangrientos sucesos de junio y la dura batalla interna entre ortodoxos y reformistas.
Ningún anuncio oficial ha sido hecho sobre la apertura de la reunión, que en principio se creyó comenzaría la primera quincena de octubre, pero que ha sufrido varios aplazamientos debido a las serias divisiones que, al parecer, siguen existiendo respecto a la sucesión del máximo líder, Deng Xiaoping, el futuro del defenestrado secretario general Zhao Ziyang y el freno que se quiere poner a la política de reforma económica en provecho de un mayor control estatal.Fuentes no oficiales indican que el pleno dejará por el momento sin resolver qué hacer con Zhao pese a los repetidos intentos del primer ministro, Li Peng, y de otros representantes de la línea dura para que sea procesado por su presunta responsabilidad en la "subversión contrarrevolucionaria". Estos Intentos podrían haber sido una de las razones principales por las que la reunión ha sufrido varios aplazamientos. Li Ruihuan, uno de los tres nuevos que entraron en junio en el Comité Ejecutivo del PCCh, que está compuesto por seis miembros, dijo a principios de octubre que, a pesar de haber cometido "graves errores", Zhao Ziyang no sería procesado. Li, el miembro más joven de la dirección del partido, antiguo alcalde de Tianjin, pasa por ser un declarado reformista y su ascendencia podría aumentar en el futuro siempre y cuando, China se decidiera a no desviarse de la política de liberalización económica que Deng Xiaoping emprendió hace 10 años.
La caída de Zhao
El Comité Central determinó en junio abrir una investigación sobre la conducta que tuvo Zhao frente al movimiento de protesta estudiantil de la pasada primavera. El dirigente reformista fue destituido de todos sus cargos, pero no ha sido por ahora expulsado del partido, ni se espera que lo sea mientras viva Deng. Éste, a sus 85 años, se halla física y políticamente muy debilitado -ha perdido a sus dos escuderos, Hu Yaobang y Zhao Ziyang-, pero continúa siendo el eje del poder y resulta poco verosímil la hipótesis de que los ortodoxos se atrevan a dar un golpe palaciego contra el pequeño político de Sichuan sobre el que, por otra parte, no cesan los rumores de que está al borde de la muerte debido a un cáncer de próstata. A principios de septiembre reapareció en público después de la crisis de junio y desde entonces ha concedido audiencia a varios dirigentes extranjeros, entre ellos el ex presidente norteamericano Richard Nixon, a quienes ha repetido que el secretario general del partido, Jiang Zemin, es su sucesor, algo que tanto los observadores extranjeros residentes en Pekín como fuentes chinas consideran que no es más que un deseo. Jiang, un tecnócrata moderado, políglota, ex alcalde y jefe del partido en Shanghai, es considerado como una persona gris, sin relieve político, una fórmula de compromiso que Deng habría pactado con los ortodoxos para no ver enterrada definitivamente la política de reforma. La propaganda oficial trata de realzar la personalidad del nuevo secretario general y de subrayar la trascendencia del discurso que éste pronunció con motivo de la fiesta nacional, el pasado 1 de octubre, en el que anunció que China proseguirá la vía de la reforma, pero luchará por impedir el desarrollo de la liberalización burguesa en el país.Las últimas semanas han sido otra vez más centro de continuos rumores de que Deng Xiaoping se dispone a abandonar el último cargo ejecutivo que todavía posee, y que en realidad es el de mayor poder, la presidencia de la comisión militar, que pasaría a manos de Jiang. Sin embargo, el plan cuenta con la oposición del general Yang Shangkun, actualmente presidente de la república, vicepresidente segundo (el primero era Zhao Ziyang) y secretario general de esa comisión, y que aspira a suceder a Deng, lo que le permitiría tener los resortes del poder.
Yang, que tiene 82 años pero una salud de roble, es actualmente uno de los adalides de la ortodoxia y desempeñó un papel decisivo en el establecimiento de la ley marcial y en la intervención militar que reprimió en junio la protesta estudiantil.
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