El nuevo ministro de Hacienda británico anuncia un "año difícil" y dureza fiscal
La City ha recibido con más satisfacción que la industria la primera intervención parlamentaria del ministro de Hacienda británico, John Major, que ha vaticinado que 1990 será un año difícil. Los mercados reaccionaron ayer con tranquilidad a las palabras de Major, y tanto la bolsa como la libra, asediadas por la incertidumbre en los últimos días, mantuvieron posiciones, aquélla con más vigor.
La patronal, en cambio, dijo al ministro que se equivocaba al responsabilizarla, en parte, por la alta inflación, que Major dijo se ve favorecida por la falta de disciplina salarial.El responsable del Tesoro tuvo la desagradable tarea de hacer su presentación parlamentaria bajo la mirada de una Margaret Thatcher completamente enredada en la madeja económica y de su antecesor, Nigel Lawson, quien, a la postre, le quitó todo el protagonismo al revelar diferencias de estrategia económica con la primera ministra y manifestarse como un fiero defensor de la plena integración británica en el Sistema Monetario Europeo: "Debemos integrarnos cuanto antes sea posible y no esperar a que el momento sea el último posible para hacerlo".
Major dejó para el debate parlamentario de esta tarde los detalles de su posición ante el SME, pero adelantó que suscribe las condiciones acordadas en la cumbre de Madrid.
El ministro adelantó que a la economía británica, que calificó de sólida, "le aguarda un año difícil". El problema estriba en un déficit en la balanza de pagos que va a rondar los 20.000 millones de libras (unos 30.000 millones de dólares) y en una inflación del 7,6% que resta competividad. No va a haber cambios radicales con la política seguida por Lawson y Major ha asegurado que es partidario de mantener una relación fija de cambio para la libra y una política fiscal dura.
Menos crecimiento
La prioridad del Gobierno va a ser la lucha contra la inflación, que "no va a ser fácil ni va a dar resultados rápidos". El resultado será un enfriamiento de la actividad económica y de la demanda que hace pensar que el crecimiento "no será tan fuerte el próximo año como lo fue en los pasados".El ministro no dio cifras, pero los analistas estiman que el parón que se busca para lograr a finales de 1990 una inflación del 5,5% y un déficit en la balanza de pagos del orden de los 14.000 millones de libras pasa por el casi total parón del crecimiento económico que bajaría del 4% al 1 %, "un crecimiento de la producción bastante modesto" en palabras de Major.El responsable de la economía británica advirtió a los empresario que deberán mantener una estricta política de reducir costes y salarios, porque de lo contrario habrá un incremento del paro. Proyecciones no oficiales estiman que los actuales 1,6 millones de parados podrían llegar hasta casi los dos millones el año que viene.
La patronal rechazó ayer que tuviera responsabilidad en las tensiones inflacionistas que sufre el país y dijo que el 8,3% del incremento de la masa salarial es fruto del 7,2% del crecimiento de la productividad y de la falta de mano de obra cualificada, aparte de un incremento de la carestía de la vida que hace exigir a los trabajadores mejoras económicas.
El ministro Major tambien aseguró en su discurso que los tipos de interés, principal enemigo de la pequeña y mediana empresa, seguirán "tan altos como sea necesario durante el tiempo que sea necesario para bajar la inflación", aunque apuntó que ese arma, podría verse complementada con el recurso a la política fiscal, es decir, al aumento de los impuestos si es necesario para reducir la liquidez en manos del público.
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