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PROBLEMAS A DEBATE

El camino del cambio

Los socialistas incluyen en su programa un paquete de promesas que ya hicieron en 1982

Anabel Díez

La ley del Jurado, la regulación del Consejo Económico y Social, la ley de Huelga, la reforma global del Código Penal, el secreto profesional y la cláusula de conciencia, la equiparación de la pensión mínima al Salario Mínimo Interprofesional y las pensiones no contributivas son incumplimientos que los socialistas arrastran desde 1982 y que ahora han vuelto a incluir en su oferta para los próximos cuatro años En estos días han vuelto a pedir perdón, incluido Felipe González, por no crear en el período 1982-1986, los 800.000 puestos de trabajo prometidos aunque dicen que "la factura" la han pagado con creces al haber creado en el trienio siguiente 1.600.000 empleos.Tan grande fue en 1986 el temor a cometer algún otro clamoroso incumplimiento que resulta difícil analizar los resultados del programa de ese año. Ante cientos de hojas de principios generales, se aprecia un ejercicio notable de redacción para no comprometerse a nada. En ese programa abundan expresiones como: "se avanzará", "se fomentará, y muchas alusiones a "se continuará... ".

Los socialistas, pasado el tiempo, continúan proclamando que no incumplieron nada en relación con la OTAN, ya que en su programa del 82 no se comprometieron a salir de esa organización sino a celebrar un referéndum. Otra cosa fue lo que habían expresado de palabra. Si no se hubiera atendido en esos años a la palabra de los dirigentes del PSOE sino a lo que escribieron en su programa de 1982 se podía haber adivinado lo que iba a ocurrir después.

Referéndum

En el capítulo de Política exterior de España, el programa de los socialistas de hace 7 años decía lo siguiente: "El Gobierno trabajará para lograr un mayor techo de autonomía para España, desvinculándola progresivamente, en el plano militar, del Bloque del Atlántico Norte. En consecuencia en un primer momento y como medida inmediata, se congelarán las negociaciones para la integración en la organización militar En un segundo momento, se mantendrá el compromiso contraído por el PSOE de convocar un referéndum para que sea el pueblo español el que decida acerca de nuestra pertenencia a la OTAN".

Se congelaron las negociaciones para entrar en la organización militar y se convocó el referéndum en marzo de 1986 aunque el PSOE pidió, casi de forma patética, que se votara a favor de la permanencia con la amenaza de riesgos insospechados y males de todo tipo para el futuro de este país si la ciudadanía se pronunciaba en contra. El PSOE hizo que desaparecieran los cientos de miles de folletos editados en 1981 en los que se enumeraban 60 razones para no estar en la OTAN.

Eso ya es historia, aunque la campaña pro-OTAN se sigue poniendo en el PSOE como el momento más duro para la organización, de tal forma que muchos dirigentes y cargos medios decidieron intercambiarse las zonas geográficas para evitar vender en el mismo pueblo un producto que antes habían calificado de nefasto.

Mucho ha cambiado la prosa socialista en los sucesivos programas electorales. Cada capítulo del programa del 82 empezaba por un análisis de la situación absolutamente catastrofista de manera que los socialistas proponían borrón y cuenta nueva. Todo ello con un lenguaje todavía muy pegado a la tradición de la izquierda. Así decían: "Hay que apartar de una vez por todas los obstáculos y resistencias que ponen los grupos reaccionarios frente al avance y aspiración a la igualdad y a la libertad". "Hay que arrumbar los viejos métodos, las estructuras caducas y las viejas e ineficaces técnicas".

Un año después, en 1983, los socialistas celebraron su primer aniversario en el poder y aseguraron que habían cumplido un 63% de su oferta electoral. En ese primer año se aprobaron los estatutos de autonomía de Extremadura, Balares, Madrid, Castilla y León, se fijó la jornada máxima laboral en 40 horas, se reguló el derecho de reunión, se creó el Instituto de la Mujer, fue aprobada la ley de Incompatibilidades de Altos Cargos, se cambió la denominación de la provincia de Oviedo por Asturias, y el 23 de febrero de ese año se expropió Rumasa. Estas son algunas de las medidas de entre las 45 que aprobaron en los primeros 365 días de Gobierno. Un año para la esperanza, fue el título que pusieron a un libro en el que se exaltaba lo realizado.

Entre 1984 y 1986 el ritmo legislativo llegó a ser "trepidante", según expresión del actual ministro de Relaciones con las Cortes, Virgilio Zapatero. Pero la máquina de hacer leyes continuó su ritmo y los socialistas sacaron adelante todos sus proyectos con tranquilidad haciendo uso de su mayoría.

Rodillo

Ya en esa legislatura la oposición acuñó el término rodillo para describir la soltura con la que el Gobierno conseguía aprobar sus leyes. El método apisonadora fue negado siempre por los socialistas.

En 1984 se aprobaron decenas de leyes, como la reguladora del procedimiento de Hábeas Corpus, del Servicio Militar, de Defensa de Consumidores y Usuarios, Reforma de la Función Pública, del Seguro Privado y de Plantillas del Ejército. El 85 se inauguró con la llamada ley antiterrorista, hoy derogada, la ley de Incompatibilidades en la Administración, la ley general Electoral, la ley del Derecho a la Educación, de Libertad Sindical, la ley de Aguas, del impuesto sobre el valor añadido y la autorización para la adhesión de España a la Comunidad Europea. Entre el 86 y el 89 se aprobaron la ley general de Sanidad, la de Técnicas de Reproducción Asistida, la ley general de Cooperativas, la ley de Carreteras y de Costas, de Demarcación y Planta Judicial y la ley de la Televisión Privada.

En estos años de Gobierno del PSOE sus protagonistas aseguran que no son conscientes de que hayan cambiado ya que el vértigo de cada día, la necesidad de tomar medidas para afrontar los problemas se ha impuesto sobre cualquier otra consideración, según expresiones de distintos ministros que rehúyen hablar de "pragmatismo" por la carga peyorativa que ha cobrado ese término en estos años. Felipe González lo explica a la gente que acude en sus mítines de forma muy sencilla. "Ser de izquierda significa tener el coraje cívico de enfrentarse con los problemas y lo estamos haciendo; lo demás son cuentos, cuentos, cuentos".

Desde luego en el otrora sindicato hermano, UGT, no se comparte en absoluto esta teoría. El enfrentamiento entre ambos se observa con la mera lectura de los programas electorales del 82, el 86 y el 89. Si en el 82 y en el 86 se hablaba de los sindicatos como pilares fundamentales del sistema democrático, en el 89 no se mencionan, a no ser para decir que deben participar "junto a las organizaciones empresariales" en la gestión de la formación profesional

Atornillar a los ricos

Los socialistas se esfuerzan en las campañas electorales por deshacer la impresión de que han cambiado, que no son de izquierda y que se han "aliado con el gran capital", como repiten los partidos de la oposición y lo extiende UGT incluso con palabras más contundentes. Los líderes socialistas se transforman en campaña y utilizan los mítines electorales para llegar a la fibra más sensible de sus militantes, ciertamente de clase social media-baja a juzgar por las gentes que acuden a sus actos.

En el acto de fin de campaña en Madrid de las elecciones autonómicas, municipales y europeas de 1987 Felipe González parece que se vio obligado a decir a los suyos que "no hicieran caso", "estamos aquí, los de siempre", decía. Guerra fue entonces más contundente: "Somos el partido de los pobres". En estos días han evitado hablar de "descamisados", pero el discurso a los suyos se mueve mucho en el enfrentamientos "ricos-pobres", pero piden tranquilidad porque el PSOE está para defender a los últimos.

Este apartado lo incluyen en una sistemática mención en esta campaña a la lucha contra el fraude fiscal. Guerra lo explica así: "El que defraude a Hacienda la paga, ése la paga. No vamos a subir los impuestos, pero a los ricos sí, a ésos les vamos a seguir atornillando". Mientras lo decía retorcía el puño. Fue en Valladolid en la noche del 17 de octubre.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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