Un problema de moral
La aparición de esta minúscula criatura viene a confirmar que Tarzán es el mito de mayor pureza y honestidad concebida. Este, hombre que convirtió la selva en un agradable jardín, vuelve una vez más, en Tarzán y su hijo, a recordar a los bárbaros urbanos aquel estado de inocencia perdida y la nostalgia de la eterna adolescencia que a él le caracteriza.La felicidad que Burroughs ideó en el corazón de África (lugar que nunca pisó) para Tarzán y su compañera se incrementa desmesuradamente con la llegada del pequeño Boy. Pero su origen, como bebé superviviente de un avión accidentado, viene a confirmar la estructura rígida y el argumento pueril del mito de Burrouglis, quien, atado a los imperativos románticos que desde 1912 dirigían el éxito de su héroe, es incapaz de dar descendencia natural a uno de los hombres más sanos y mejor dotados por la naturaleza que haya creado la literatura de aventuras.
Tarzán y su hijo, a las 15
00. Mi doble en los Alpes, a las 23.05. Ambas por Telemadrid.
Boy aparece así como una contradicción en un hogar feliz, pero el acontecimiento es consecuente con el trato matemal que esa chica británica de buena educación proyecta sobre el buen salvaje; una relación personal muy lejos de cualquier atisbo de amor carnal. Sólo cuando los puritanos comenzaron a dudar de esta prolongada y sana convivencia el cine se ocupó de hacer pasar a la pareja por la ceremonia del matrimonio. Pero entonces, las aventuras de Tarzán habían evolucionado tanto en el cine que nada tenían que ver con lo que había imaginado el padre literario en los 23 volúmenes que escribió sobre él.
La serie de Tarzán se ha llevado al cine en más de 50 títulos. Tarzán y su hijo es uno de los genuinos productos de la saga, que se desvirtuaría definitivamente a partir de 1945, cuando Johnny Weismuller había perdido su olímpica y escultural silueta.
Johnny Weismulier y Maureen O´Sullivan son la pareja prototípica y quienes en más ocasiones aparecieron en la pantalla. John Shefield fue su hijo en ocho filmes y Richard Thorpe los dirigió en cuatro ocasiones.
Ellos son los brillantes artífices de esta película que, además, conserva aquella ingenuidad primitiva de las fantasmagóricas maquetas, los fabulosos riscos de cartón-piedra y la belleza de los protagonistas como arquetipos estéticos definitivos que Van Dyck creó con la incorporación del actor desde 1932.
Mi doble en los Alpes es un thriller convencional, con Yul Brinner como agente de la CIA, en una historia de espionaje que le enfrenta a los pérfidos soviéticos. Schaffner, director procedente de la televisión, buscando efectismo, adomó la acción con excelentes paisajes de los Alpes suizos e incluyó a Britt Ekland, entonces en la mejor época de su carrera, como un atractivo más al lado del impasible protagonista.
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