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Un tricornio en los talones

La caída del 'comando Araba' vino precedida de una paciente investigación por la Guardia Civil

Las 15.30 del sábado 16 de septiembre. Dos guardias civiles del servicio de información esperan pacientemente que José Antonio Múgica Huici salga del enésimo bar que visita en la zona de Rentería. El camionero no parece tener prisa en subirse a su camión, un trailer DAF con matrícula M-0618, y conducir esa carga de madera celosamente cubierta por una lona. Los minutos se suceden, los guardias, para no levantar sospechas, también. Al fin, Múgica, reconfortado el estómago con buenas tapas y potes, se sube a la cabina y emprende viaje hacia Vitoria.

Una veintena de coches con guardias se relevan en su vigilancia. Hace meses que no ven otra cosa que la trasera de este vehículo. Lo han seguido en todos sus itinerarios. Han recorrido tras él media España. Y hasta ahora, nada. ¿Será hoy cuando recoja al comando Araba? Queda otra posibilidad, otro cepo. El caserío zulo de Menagarai (Álava) de José Ángel Viguri, presidente de la federación de ikastolas de esta provincia, permanentemente vigilado desde hace un año. "Algunos comandos los hemos cogido por suerte o por delaciones, pero el comando Araba, no, ha sido fruto de un paciente trabajo de investigación", afirman fuentes de la Guardia Civil.Viguri había sido captado por ETA en 1981, según ha declarado a la Guardia Civil. Varios integrantes de anteriores composiciones del comando Araba le visitaron y le encargaron construir una cárcel del pueblo en su caserío con vistas tanto a un posible secuestro como para disponer de un "refugio seguro para estancias largas". Ésta es una de las salidas que se le ofrece este sábado de septiembre a los miembros de este talde. Juan Oyarbide Aramburu, Txiribita; Manuel Urionabarretxea Betanzos, Manu, y Juan Arruti Azpitarte, Paterra, están nerviosos, pese a esa veteranía que acreditan 39 asesinatos. Se sienten acosados.

El pasado 21 de agosto, Manu fue reconocido en Vitoria por dos guardias civiles del servicio de información. Hubo de huir en medio de un tiroteo.

Unas largas vacaciones

Tras este hecho, el comando Araba sintió el aliento de la Guardia Civil en su cogote. Había llegado el momento de tomarse unas largas y bien merecidas vacaciones, tras una campaña iniciada a mediados del pasado febrero que incluía el asesinato de un policía en Vitoria y la colocación de 500 kilos de amonal en el cuartel de la Guardia Civil en Llodio (Álava). Pero el caserío lleva sin ser visitado más de un año por los etarras. Ya sólo queda el camión,

Tras la caída del comando Eibar, en mayo pasado, se averiguó que este grupo terrorista utilizó un camión repetidas veces para cruzar la frontera. Tenía que ser un vehículo de la zona de Rentería o Pasajes. A partir de ahí se investigaron coincidencias de movimientos de camiones con posibles salidas del comando Éibar y relaciones de camioneros con personas próximas a ETA. Al fin se centró a Múgica Huici, que ha declarado haber cobrado 15.000 pesetas por cada transporte de etarras, mientras que sus otros viajes le brindaban 700.000 pesetas mensuales. Había sospechas de que el comando Araba podía cometer "la insensatez" de compartir este transporte. Durante meses estuvo vigilado discretamente por la Guardia Civil; en ocasiones, por métodos que firmaría James Bond.

El camión remolque de Múgica Hulei sigue rodando a buena marcha hacia Vitoria. Cada pocos minutos le adelanta un vehículo camuflado de la Guardia Civil. A , las 16.30, el camión toma un desvío que conduce al alto de Barazar. Sus celosos ángeles custodios sienten dilatarse sus o os. "Esto ya no es normal", piensan. Minutos más tarde, Múgica Huici aparca su camión en una explanada en las proximidades del alto de Barazar. El paisaje está absolutamente despejado. No hay forma de pasar inadvertido.

Una pareja mixta de guardias para en las proximidades y simula estirar las piernas. Otros guardias se detienen en una cercana gasolinera. Sigue sin ocurrir nada. La vigilancia no se puede mantener ya más sin levantar sospechas. De pronto un agente, cuando vuelve al vehículo, policial ve aproximarse por un sendero de tierra a dos personas. Su cabeza funciona con inusitados reflejos. Sólo lleva en el cuerpo desde junio. Finge atarse una zapatilla para ganar tiempo. Cuando vuelve la mirada hacia el sendero no da crédito a sus ojos: el primer caminante es Manu. Informa a su veterano compañero.

-Ése es Manu.

-Anda, ya. Llevas aquí cuatro días y me vas a decir quién es Manu.

-Es Manu.

Los guardias transmiten la información. La operación de captura se pone en movimiento.

En ese momento surge un apunte de descontrol. Nadie ha podido ver si subían o no al camión. Enrique González Galindo, teniente coronel de la Guardia Civil y jefe de la Comandancia de San Sebastián, ordena a los coches de vigilancia que se apuesten en todas las salidas de la carretera. Horas más tarde ya tienen la solución. El camión toma la autopista Bilbao-Behobia en dirección a Francia. Esto ya hace definitivamente sospechoso el movimiento del trailer.

Rápidamente, 30 guardias civiles de paisano rodean el puesto de peaje de la autopista en Irún. Los agentes advierten a los empleados. "Vamos a interceptar a unos delincuentes muy peligrosos, si ven algo raro tírense al suelo". Son las 22.10; el camión remolque llega al peaje.

Si no transporta ningún etarra se habrá quemado la mejor pista hacia el comando Araba. Cuando el camión va a entrar en uno de los carriles de peaje, un coche policial camuflado le adelanta. Parece tener prisa. Sus ocupantes simulan pagar el peaje. El coche en el que viaja González Galindo hace una operación similar para bloquear el carril contrario, pero choca con el camión al que adelantaba.

Un agente de paisano se aproxima a Múgica Huici y entabla el siguiente diálogo con él:

-Guardia Civil. ¿Qué lleva en el camión?

-Qué voy a llevar, carga.

-¿Qué clase de carga?

-Madera.

-Pues enséñemela.

Múgica Huici desciende parsimoniosamente. Su aplomo desconcierta al guardia civil. Seis miembros de la Unidad Especial de Intervención (UEI) rodean al camión metralleta en ristre.

Múgica realiza un movimiento extraño. No abre la lona por la parte situada detrás de la puerta del conductor. Rodea la cabina y la levanta por la parte contraria del vehículo. Una granada es lanzada por debajo del punto de la lona que el conductor evitó levantar. Múgica Huici se tira al suelo bajo la plataforma del puesto de peaje. La granada hiere a un guardia de la UEI. Este agente, con la cabeza ensangrentada, rodea la cabina y ametralla el lado donde ha sido descubierta la lona. En ese hueco, entre la delantera del trailer y la carga, viaja Txiribita.

Del techo del vehículo también parten disparos. "Durante 10 o 12 minutos aquello fue una sopa de tiros increíble". De pronto, una segunda granada estalla en el hueco donde se oculta Txiribita, que muere destrozado. "No le hemos dado tiempo a lanzar una segunda granada", comenta un guardia. No hay certeza de no pudo lanzar la granada p( que recibió antes el impacto porque una bala alcanzó el e plosivo. El único dato concre según la versión oficial, es que granada tenía quitado el segur

Un guardia encaramado s bre la parte superior vacía vari cargadores sobre el eentro de lona, desde donde partieron d paros. Varias voces piden ba sus botas que cese el filego.

Dos etarras que resultan s Paterra y Manuel González Ar bas, Manolo, un legal armado na do en Sevilla, descienden por 1 costados superiores de la carg Ambos se han librado (le la mue te al esconderse en los laterales la parte superior de la carga. En centro queda el cadáver de Ma con 11 impactos.

Una aguja en un pajar

El hilo que condujo a la Guardia Civil al caserío de José Ángel Viguri lo tendió el propio dirigente de ETA Santiago Arróspide Sarasola, Santi Potros. La cúpula etarra nunca lamentará suficientemente que con su captura facilitara toneladas de valiosos documentos a las fuerzas de seguridad. Entre ellos, la siguiente carta del comando Araba al dirigente etarra: "La casa-zulo, como ya comentamos, la ha comprado por 900.000 pesetas. Ellos pondrán algo; nosotros, la mayor parte. Cuando íbamos a hacer la ekintza (acción) de Orozko (Vizcaya), que nos queda a mitad de camino, tuvo un accidente, terminó en el hospital y el coche en la chatarra; se ha comprado uno nuevo de segunda mano que le ha costado 490.000 pesetas. Ha tenido que pedir dinero prestado a los amigos. Necesitamos dinero para pagar todo esto".La Guardia Civil buscó esta aguja en el pajar. Averiguó cuántos accidentes de tráfico se habían producido en esa área, qué personas habían sido hospitalizadas, qué vehículos habían ido a desguace y qué coches de segunda mano habían sido vendidos por medio millón de pesetas. La aguja fue hallada.

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