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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Más de lo mismo

LOS ELECTORES holandeses son tan fieles a las opciones que sustentan que el panorama político de los Países Bajos, compuesto por complejas corrientes de opinión religiosa, social y cultural, es uno de los más estables de la Europa comunitaria. Pero en esta estabilidad se encuentra, paradójicamente, el germen de la incertidumbre, porque no existe en Holanda un partido que, haga lo que haga, sea capaz de conseguir los votos necesarios para gobernar en solitario.En los comicios generales celebrados anteayer se ha repetido, con pocas alteraciones, el resultado de 1986, de tal modo que los democristianos (CDA) del primer ministro Lubbers mantienen sus escaños y el partido socialista (PvdA) pierde tres, los mismos que ganan los social-liberales (D66). Con una pérdida de 5 de sus 27 escaños, los grandes derrotados han sido los liberales del VVD, socios de coalición del CDA en el anterior Gobierno y causantes de la dimisión de Lubbers. Por otra parte, desmintiendo la corriente que se ha consagrado en el resto de Europa occidental, los ecologistas han conseguido pocos escaños; ello se debe a que todos los partidos holandeses incluyen ya fuertes medidas de protección y promoción del medio ambiente en sus programas.

¿Con quién formará Gobierno Ruud Lubbers? El primer ministro debe haberse quedado con pocas ganas de repetir alianza con los liberales, que le crearon el motín que forzó su dimisión. Y es muy posible que Lubbers se incline por una coalición con el PvdA, del líder socialista Wim Kok, y con los social-liberales de D66. Aunque, como dicen los ingleses, no hay mucho amor perdido entre ellos, Kok, un sindicalista pragmático y moderado, ha suavizado mucho las posiciones doctrinarias de su predecesor y podría muy bien convertirse en vicepresidente económico del Gobierno. En todo caso, empieza ahora el proceso de formación del Gobierno, una pesadilla que los holandeses han hecho famosa por su lentitud extrema. Si la tradición se mantiene, el nuevo Ejecutivo no se instalará en La Haya hasta dentro de varios meses y sólo tras interminables negociaciones.

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