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El cerrojo constitucional

Si se lee la Prensa yugoslava, se ve la televisión o se escuchan los discursos oficiales, difícilmente podría decirse que en el país balcánico no hay una gran diversidad de opiniones políticas. Las rivalidades étnicas y las peleas en el seno del partido permiten la libertad de expresión comparable con un país occidental: lo censurado en una parte del país se publica en otra.Traducir las ideas en un programa político y ponerlo en práctica es mucho más complicado. Luchar por el poder político sería anticonstitucional, ya que la Constitución yugoslava garantiza la dominación de la LCY.

Teóricamente, la Alianza Socialista, foro que agrupa las diferentes asociaciones civiles, pero donde los cuadros dirigentes pertenecen el partido comunista, debería abarcar a las nuevas asociaciones políticas. Prácticamente no hay una ley que determine cuáles organizaciones políticas podrían buscar la protección de la Alianza.

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Yugoslavia y el horizonte pluripartidista

Mientras que la ley no adopte una política definida con respecto al pluralismo político, no sería realista esperar que la Alianza elabore su programa. Esta situación ambivalente ha desesperado a Dimitrij Rupel. En una carta recién dirigida a Jozc Smole, dirigente de la Alianza Socialista Eslovena, la más liberal en Yugoslavia, Rupel escribió: "Me parece que la UDE y las otras organizaciones alternativas sólo sirven de decoración al régiínen".

La LCY dio un rotundo no a las asociaciones que luchan por el poder y al multipartidismo. Sería dificil reconciliar los intereses individuales y los étnicos en un sistema multipartidista", dice Boris Muzevic, esloveno, miembro de la presidencia del CC de la LCY. Además, "la formación de los partidos cuyo objetivo es el poder no significa que éstos representarían los intereses de los electores, una vez asumido el poder".

Renunciar al monopolio

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Muzeviz explica que el partido comunista debería dejar su posición monopólica y competir por sus ideas con otras organizaciones políticas. A tí.tulo personal, cree que la nueva Constitución yugoslava no debería otorgarle a la LCY un papel dominante. Sin embargo, no tiene respuestas precisas de cómo un partido monopólico debería abandonar voluntariamente el poaer (desde 1958, la LCY anuncia la separación entre el partido y el Estado), cómo competirá en igualdad de condiciones con otras fuerzas políticas. "Lo que estamos viviendo", subraya, "es un proceso de democratización muy importante. Los cambios son tectónicos".

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