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Patrimonio Nacional, el Ayuntamiento de Madrid y los vecinos se repartirán El Pardo

Juan Antonio Carbajo

Casi el ciento por ciento del término de El Pardo es propiedad del Estado. Sus palacios, sus casas, sus calles pertenecen al Patrimonio Nacional y al Patrimonio del Estado, una titularidad que ha creado más de una confusión: ¿quién tiene que arreglar una cañería?, ¿quién debe tapar un bache?, ¿quién riega los jardines? El Patrimonio del Estado va a poner fin a la indefinición distribuyendo la tarta: las calles serán para el Ayuntamiento; los palacios y el monte, para el Patrimonio Nacional, y las casas, para sus inquilinos.

Los 5.342 habitantes de El Par do tienen dos privilegios: vivir rodeados de 15.000 hectáreas de masa forestal y no pagar la contribución territorial urbana. Para eso tienen a dos mecenas: el Patrimonio Nacional y la Dirección General del Patrimonio del Estado, dependiente del Ministerio de Economía, a los que pertenece casi todo lo que se encuentra entre los lindes de sus tapias. Apenas una docena de locales y no más de 50 pisos -los más antiguos- son propiedad privada.Y ahora, según coindiden los portavoces de la actual propiedad, a los vecinos de El Pardo les ha tocado la lotería. El Patrimonio del Estado, al grito de la "la Administración no está para hacer de casero", ha decidido vender a sus inquilinos las 800 viviendas que asumió hace dos años procedentes del Patrimonio Nacional. Este último organismo conserva en su poder 600 viviendas. Así lo explica el subdirector, Vicente Santamaría Los precios oscilarán entre las 350.000 pesetas y los 6 millones.

Pero esta intención ha revelado toda una serie de irregularidades. Muchos de los pisos no existen oficialmente porque no están ni registrados. No es extraño, por lo tanto, que el Ayuntamiento cobrara con años de retraso la contribución de la zona. El Patrimonio Nacional devolvía buen número de notificaciones ante la imposibilidad de saber qué inmueble se estaba cobrando. "Muchos recibos no traían una identificación exacta", indica Juan Carlos de la Mata, delegado del Patrimonio Nacional.

Ocupaciones irregulares

No es la única anomalía. La Administración ha descubierto, de momento, una decena de casos en los que el inquilino no vive regularmente en el piso o lo ocupa ilegalmente. "Hay que tener claro quién tiene derecho a comprar la vivienda", afirma Santamaría. En una primera evaluación, no podrán venderse entre 80 y 160 pisos a sus ocupantes actuales.

La anexión en 1951 del núcleo de El Pardo al término municipal de Madrid significó un nuevo conflicto de competencias. "En algunos casos no se han podido abordar obras de mejora viaria porque no había datos sobre la titularidad de las calles, plazas y zonas verdes", explica Miguel Martín Vela, concejal del PP y presidente de la Junta de Fuencarral, a la que pertenece El Pardo. El Patrimonio del Estado también ha manifestado su intención de transferir al Ayuntamiento todo aquello que sea de dominio público para acabar con la indefinición.

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Durante estos años, el Ayuntamiento ha ido asumiendo funciones sin saber con seguridad si le correspondía realizarlas: recogida de basuras, organización de fiestas, mantenimiento de algunos jardines... Pero han quedado muchas lagunas que han generado las quejas de los vecinos: mala iluminación de las calles, deficiente pavimentación, precaria red de abastecimiento y saneamiento y falta de plazas escolares. En El Pardo hay dos colegios públicos con 600 plazas para los 692 niños censados.

Martín Vela, que apenas lleva un mes como presidente de la Junta, ha empezado las gestiones para paliar algunas carencias: una linea de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) -no hay autobús municipal-, un servicio de urgencias y una dotación permanente de la Policía Municipal. El equipo de gobierno municipal pretende segregar El Pardo de Fuencarral y hacer un distrito independiente.

Reales inquilinos

En plena contienda civil, Manuel Azaña desviaba sus pensamientos hacia El Pardo. Quería retirarse y convertirse, y así se lo dijo a Negrín, en guarda mayor y conservador perpetuo de El Pardo "sin retribución alguna, ni otra recompensa que el derecho de vivir en cualquiera de sus casas, no en el palacio ciertamente". Así lo relata en sus memorias. Dos años después de aquella conversación, la mayor casa de la zona, el palacio, tenía un nuevo inquilino: Francisco Franco.El Pardo empezó a adquirir en ese momento entidad como núcleo urbano. Hasta entonces había sido un cazadero real de amplísimos límites. Los reyes justificaban sagazmente la gran extensión del coto: no se podía poner límites a la fiereza de los animales salvajes. Hasta Fernando VI no fue construida la tapia.

En 1939, el Patrimonio Nacional comenzó a renovar el viejo núcleo y a levantar nuevos edificios cuidando que su arquitectura no desentonara de la del palacio. Eso sí, guardando las diferencias: "Las casas más próximas al río Manzanares eran de segunda fila", recuerda Juan Carlos de la Mata, delegado del Patrimonio Nacional.

Estas viviendas, y las construidas después, se arrendaron a empleados del Patrimonio o a personal civil y militar adscrito a la Jefatura del Estado. Algunos contratos incluyeron una cláusula de reversión que nunca se llegó a aplicar. Los adjudicatarios o sus hijos pagan hoy una media de 1.000 pesetas mensuales de alquiler.

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