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DESAPARECE EL MAYOR EMPRESARIO PRIVADO

Un gran imperio sin herederos claros

El nuevo presidente y la continuidad de las empresas sin la 'batuta' de Areces, dos grandes enigmas

Tras la muerte de Ramón Areces, la gran incógnita que se plantea es la de saber qué sucederá con su herencia; una herencia que tiene que asegurar, desde un punto de vista patrimonial, el control efectivo de El Corte Inglés en pocas manos. El papel de la Fundación Areces debe ser esencial para este objetivo. Otra incógnita que presenta el futuro de la entidad es si la estabilidad de la empresa que ha aportado la figura de su fundador podrá mantenerse tras su muerte.

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La situación de El Corte Inglés, a la luz de su estrategia financiera, comercial y sindical, no admite la diversificación de su accionariado.La bolsa, al igual que los mercados de capitales, son la antítesis del imperio desarrollado por Areces bajo el santo y la seña de El Corte Inglés; una empresa que no admite la dilución de su accionariado, como tampoco acepta la financiación con recursos ajenos.

En primera instancia, la distribución del capital de El Corte Inglés entre distintos socios podría provocar una abierta discrepancia acerca de la rentabilidad de la empresa.

Actualmente, y en función a los resultados del ejercicio de 1988, cerrado en febrero de este año, la rentabilidad se sitúa tan sólo en el 14%. El Corte Inglés presenta un balance no auditado y su memoria no incluye los estados financieros de Induyco, la filial textil y uno de los principales proveedores de la cadena. La máxima de Areces ha sido siempre la financiación con recursos propios bajo el lema de que crecer con endeudamiento es como trabajar para los bancos.

Actualmente, la participación de los recursos propios sobre el total de activo es sólo del 50,18%, incluyendo capital (10,92%), reservas (33,11 %) y resultados (6,15%). En consecuencia, el activo es financiado cada vez más con recursos de proveedores, que no dejan de ser recursos ajenos, en definitiva.

En tercer lugar, hay un hecho que resulta paradójico en la evolución de las cuentas financieras del Corte Inglés. Se trata del escaso margen bruto de explotación o ganancia bruta, que se mantiene estable a lo largo de los 10 últimos años en torno al 30%, lo que resulta un parámetro escaso para una empresa que ha resitrado un constante crecimiento de facturación.

Las ventas de El Corte Inglés en 1981 fueron de 103.287 millones, con un beneficio bruto del 29,13%. En 1988, estos ingresos se cuadriplican hasta alcanzar los 393.615 millones y el margen bruto se queda en el 30,58%. Hay que señalar como marco de referencia que Galerías Preciados en sus peores épocas de pérdidas mantenía unas ganancias brutas del 35% con una cuarta parte de ventas.

Según se deduce del balance de El Corte Inglés, los gastos crecen al mismo ritmo que las ventas, lo que supone que no se aprovechan las economías de escala derivadas del crecimiento paulatino de la cadena. Algo totalmente ilógico.

En el caso de El Corte Inglés esta situación supone que los beneficios finales supongan exclusivamente un 4,29% de las ventas. La consecuencia es que el margen de competencia de la empresa es limitado en beneficio de otras compañías del sector.

La ventaja de El Corte Inglés es que, hasta la fecha, no han existido competidores que puedan hacerle frente en el segmento de grandes almacenes donde ha fomentado su desarrollo la compañía de Ramón Areces.

Ahora, en cambio, la situación del mercado es distinta debido a dos razones fundanientales. La primera es que con el paso del tiempo son cada vez menores los emplazamientos que pueden facilitar la expansión de una cadena de grandes almacenes, como consecuencia también de que los hábitos sociales están en constante evolución y las formas de consumo tienden ahora a la configuración de grandes centros comerciales con una oferta múltiple. La Vaguada es un ejemplo de este proceso.

Ampliar su propia marca

El Corte Inglés ha tratado siempre de rehuir esta realidad, evitando a toda costa participar como uno más en los nuevos centros comerciales. Cuando lo ha hecho, caso de Las Salesas de Oviedo, ha sido una vez se ha puesto de manifiesto la musculatura de la entidad que poco a poco va afianzando su posición en el centro comercial, adquiriendo locales, comprando tiendas y ampliando, en suma, la oferta de su propia marca.

Esta es la grandeza de la compañía que nunca nadie se ha atrevido a poner en duda, pero la verdad es que la primacía de El Corte Inglés como gran almacén no es extrapolable al resto de subsectores de la distribución. Buen ejemplo de ello es que en materia de hipermercados, la posición de la marca Hipercor está por detrás de las grandes firmas francesas, Pryca, Continente o Alcampo.

Por otra parte, el desplazamiento de la población hacia las afueras o extrarradios de las grandes ciudades contraviene directamente la política de crecimiento de El Corte Inglés que siempre se ha caracterizado por la búsqueda de emplazamientos céntricos. Éste es un hecho que incide en la necesidad de un cambio estratégico en la compañía.

La segunda razón que apoya la transformación de las reglas del mercado es la entrada en el Comunidad Europea, que ampliará decisivamente la competencia y aumentará decisivamente también las posibilidades de un abastecimiento más eficiente.

Hasta ahora, era prácticamente imposible crear una estructura grande en el sector sin abordar un desarrollo vertical que incluyera a un suministrador propio. Es el caso de El Corte Inglés con Induico, pero, en adelante, la ventaja de esta fábrica textil puede convertirse en arma de doble filo, en cuanto que se incremente el número de proveedores con la desaparición de las fronteras.

Isidoro ÁIvarez, de hombre fuerte a posible sucesor

Isidoro Álvarez Álvarez se perfila como el más firme candidato a asumir la presidencia de El Corte Inglés, tras la muerte de Ramón Areces. Pertenece a la alta dirección de la empresa desde los años sesenta y ahora ocupa el puesto de consejero-director general en los grandes almacenes, cuyo embrión se encuentra en una pequeña tienda abierta al público en Madrid el 24 de junio de 1940.Isidoro Álvarez, es un personaje enigmático y desconocido, incluso para los archivos documentales de su propia empresa, en la que es considerado con un gran organizador y el alma mater siempre presente en el negocio.

Del actual consejero-director general apenas se sabe que tiene 53 años, que es economista y que ha desarrrollado toda su vida profesional en El Corte Ingles, pese a que a lo largo de los últimos años recibió tentadoras ofertas de otras compañías de la competencia.

Pese a que es conocido como el sobrino de Ramón Areces, le desagrada que se vincule la relación familiar con sus responsabilidades en la empresa. El parentesco que los une es de sejundo grado -la madre de Álvarez era prima del empresario ahora fallecido-.

"El gran almacén es la primera y la más representativa de las formas de distribución", afirmaba en una de las escasísimas entrevistas concedidas por la mano derecha de Ramón Areces, para quien "el gran almacén, que responde a un nuevo concepto de la compra, constituye un elemento renovador y racionalizador de las estructuras comerciales de un país, ya que constantemente aporta nuevos métodos comerciales y permite una planificación y gestión más avanzadas".

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