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CICLISMO / TOUR DE FRANCIA

Fignon recupera el liderato en Alpe d'Huez

Luis Gómez

ENVIADO ESPECIAL, El francés Laurent Fignon se vistió de amarillo en Alpe d'Huez, en la jornada reina del Tour de Francia, etapa que volvió a significar por séptima vez el triunfo de un corredor holandés; en este caso, Theunisse. Fignon dispone ahora de 26 segundos sobre Lemond, que fue descolgado a falta de cuatro kilómetros para la meta. Delgado demostró que no anda sobrado de fuerzas y se limitó a seguir la rueda de Fignon para defender su aspiración al podio; Delgado es tercero en la general, a 1.56 minutos de Fignon. El destino es cruel con el español: si hubiera tomado la salida a la hora en punto en el Tour, ahora sería líder. Pero el Tour no está decidido para Fignon. Y no está decidido porque el peligro de un desfallecimiento acosa a todos los favoritos.

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La etapa reina del Tour tardó mucho tiempo en decidirse, demasiado tiempo, tanto que fue fácil presumir que Pedro Delgado carecía de la fuerza suficiente para intentar el asalto al primer puesto. Un Delgado en condiciones normales habría tenido opción a sacar mayor provecho de la jornada. No pudo hacerlo y se limitó a plantear una carrera más inteligente de lo que quepa imaginar a simple vista: ordenó al colombiano Rondón que impusiera el ritmo adecuado, un ritmo fuerte pero no desesperado, un ritmo que él pudiera soportar con el fin de controlar la subida, por un lado, y obligar a algunas dificultades a sus principales rivales. Sólo Lemond dejó de responder al final, pero no Fignon. Delgado trabajó para ganarse su derecho al podio: obtener el amarillo estaba lejos de sus posibilidades, eso quedó claro. No intentó acciones desesperadas para las que no estaba preparado; hacerlo le habría costado un desfallecimiento.Tanto en la subida al Galibier, como en la Cruz de Hierro y, finalmente, en Alpe d'Huez, las fuerzas de los tres protagonistas iban muy ajustadas. Sabedor de que tanto Fignon como Lemond no tenían intención de plantear una ofensiva en toda regla, Delgado impuso un ritmo muy vivo. No atacó a la desesperada; lo hizo con maestría, con oficio. Si hubiera advertido que sus dos rivales estaban en mayores dificultades que él, el panorama habría cambiado. Pero los tres han llegado a estas alturas ciertamente restados en su punta de velocidad; les queda capacidad de resistencia y una reserva de energía cada vez más escasa. No estamos ante tres corredores en perfecta forma, sino ante hombres limitados y que racionalizan su actuación en función de las circunstancias de la carrera.

Mérito

En esa tesitura, Delgado es quien menos capacidad de maniobra tiene: su desventaja inicial le ha pesado como una losa. Mientras Fignon y Lemond pueden defenderse, Delgado no. Por eso ayer su carrera tuvo indudable mérito: supo defenderse también, pero sin dejar de obtener algún resultado: Mottet terminó la etapa cuatro minutos por detrás del español, quien ahora no tiene rivales amenazantes para su posición en el podio. Empezar el último, con retraso, y acabar en el podio no tiene precedentes en la historia del Tour.

La cuenta atrás para Delgado ha terminado. El marcador señala 1.55 minutos de diferencia ante el líder Fignon y 1.29 minutos ante Lemond. Él mismo será quien más se reproche no haber llegado puntualmente al Tour.

Delgado dominó la etapa desde el principio y algunas de sus previsiones se cumplieron. Delgado esperaba que el PDM actuara y que lo hiciera a través de Theunisse, porque este corredor tenía la posibilidad de sentenciar su liderato en el premio de la montaña. En condiciones ideales, la previsión apuntaba a que Induráin tratase de acompañar al corredor holandés, para que formasen una escapada que no pudiese ser consentida por Fignon y Lemond. Pero Induráin ha sido ya excesivamente utilizado y no pudo responder; perdió muchos minutos. Si Theunisse fracasaba en su intento, el PDM lanzaría a otro hombre porque para este equipo, como para cualquier otro conjunto holandés, la cumbre de Alpe d'Huez tiene un gran significado: siete veces la ha coronado un holandés. De hecho, la calzada estaba repleta de compatriotas de Theunisse; parecía que Alpe d'Huez hubiera sido transportado a Holanda. En defecto de Induráin, Delgado utilizó a otros corredores para imponer un ritmo conveniente a la vista de que el otro equipo capacitado para actuar, el PDM, estaba obligado a esperar. En el Galibier colocó en cabeza a Gorospe; en la Cruz de Hierro utilizó a Rodríguez Magro, primero, y al colombiano Palacio después. Y en Alpe d'Huez recibió el relevo de Abelardo Rondón. Con ese ritmo, el grupo que perseguía a Theunisse, cuya mayor diferencia llegó a ser de 4.40 minutos, fue eliminando corredores progresivamente, en una acción de desgaste.

Mottet terminó de pagar su esfuerzo en Alpe d'Huez, el esfuerzo que ya acusó en la Cruz de Hierro. Dejó el grupo Alcalá. A continuación Rooks, mientras elementos que se habían situado por delante, como Millar, Pino, Bugno y Cornillet, eran rebasados sin piedad.

Marino Lejarreta fue el último en perder contacto, hasta que la situación quedó limitada a Rondón y los tres favoritos. La selección había sido efectuada con extraordinario equilibrio, casi como si respetara el orden de la clasificación general, de abajo hacia arriba.

Al momento cumbre llegaron los tres, pero con las fuerzas escasas. ¿Quién era el más débil?, ¿quién engañaba a quién? La decisión final la tomó Fignon, que arrancó hacia el liderato; Delgado tardó en responder y buscar su rueda. Lemond se quedó clavado. Los tres enseñaron sus cartas, que no muestran diferencias extraordinarias. Simplemente sucedió que Fignon tenía margen de maniobra, como lo tenía Lemond para defenderse.

La situación, por tanto, eleva la emoción del Tour porque los 26 segundos que separan a Fignon de Lemond no son suficientes cara a la contrarreloj de París. Delgado, por su parte, alcanza ya el terreno en el que puede argumentar un triunfo moral sobre sus competidores. ¿Quién ganará el Tour? El Tour no se ha resuelto en Alpe d'Huez. ¿A qué puede aspirar Delgado? Delgado, suspendida su cuenta atrás, debe limitarse a esperar acontecimientos. Delgado no puede provocar coyunturas favorables porque ya no las tiene. Ahora sólo depende del destino.

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