Futbolistas
Los madridistas de la posguerra desahogaban su rivalidad con los atléticos con esta hiriente letrilla, que recitaban a coro: "El Madrí fuma puros; / el Seviya, cajetiyas, / y el guarro del Al-leti / recoge las coliyas". Naturalmente, los atléticos no eran mudos y respondían con esta otra hiriente letrilla: "El Al-leti fuma puros; / el Seviya, cajetiyas, / y el guarro del Madrí / recoge las coliyas". Como se ve, en que el Sevilla fumaba cajetillas estaban de acuerdo.Los tiempos cambian y hoy sería impensable semejante letrilla. Hoy serían guarros los tres -madridistas, atléticos y sevillistas-, por fumar. En realidad, ni en la letrilla ni en nada se parece el fútbol actual al de entonces. El público es distinto: antes no tiraba petardos al campo, y monedas, ni loco, porque hasta el último real hacía falta para comer. El espíritu deportivo también es diferente. Por ejemplo, jugar bien formaba parte de la propia estima del futbolista, del compromiso que tenía con la afición, y ése era su estímulo, que a veces enriquecía la directiva con un bocadillo.
El actual concepto del fútbol incluye fichajes, sueldos, primas para los futbolistas, y los buenos ganan más de 100 millones de pesetas. Los futbolistas que ganan más de 100 millones de pesetas pertenecen a un nuevo orden social que determinados sectores del público no entienden, ¡y les pitan!
A nadie que gane más de 100 millones de pesetas le pitan cuando está en su trabajo, salvo si son futbolistas -también les ocurre a los toreros-, y ésta es una discriminación tan injusta como ilógica. Al que juega por un bocadillo, al que torea por los gastos, vale que se le recrimine, porque si están caninos son ciudadanos de a pie, y además ésa es la sal del fútbol y de la fiesta. Pero quien gana más de 100 millones de pesetas al año es una autoridad y se le debe un respeto. A quien gana más de 100 millones de pesetas se le habla de usted y se le pasa la mano por el lomo.