El Barça deja la Liga en manos del Madrid
LUIS ORCHE, Cuando pocos daban un duro por la suerte del Murcia ante el todopoderoso Barça, ayer en La Condomina saltó la gran sorpresa en forma de derrota clara y merecida de los campeones de la Recopa. Los murcianistas, cautos al principio, fueron creciéndose paulatinamente para acabar poniendo en evidencia al conjunto barcelonista. Para colmo de males del equipo de Cruyff, toda España pudo seguir lo ocurrido. Pudo ver cómo el Barcelona se despedía de la Liga, como dijeron sus propios jugadores.
Tal y como se esperaba, Fuertes ordenó un estrecho marcaje sobre los delanteros azulgranas, quienes fueron incapaces de superarlo, pues además, desde atrás tampoco les llegaban ayudas con garantía, ya que en esa parcela los locales tocaban mejor el balón que sus oponentes. Herrero y Mejías I ponían la clase, y Miguel Sánchez y Ricard la fuerza y la anticipación constantes.
El equipo azulgrana naufragó también en ataque frente a los espigados defensores murcianos. Cruyff, que comenzó alineando un equipo que no parecía tener ni pies ni cabeza, totalmente renovado, con cuatro defensas y los jugadores cambiados de su demarcación habitual, acabó, de nuevo, recurriendo a la sustituición de Julio Salinas y Lineker, mientras situaba a Alexanco de delantero.
El capitán azulgrana fue, junto con un remate de Julio Salinas que atajó magistralmente Amador, quien dispuso de la oportunidad más clara de su equipo que, otra vez el ex portero barcelonista se encargaría de anular.
Atrás, el Barcelona ofrecía más arena que cal, porque si bien Aloisio se hartó de subir balones, que acababan en poder del contrario, los demás ni defendían ni atacaban, contagiándose entre sí un nerviosismo del que se aprovechaban los contrarios.
El Murcia jugó su mejor partido de la temporada, lo cual tampoco era muy difícil dado el bajo nivel anterior. Esta vez todas sus líneas funcionaron al unísono y a medida que avanzaba el encuentro daban la impresión de ir a más y disponerse para lograr el objetivo final: una victoria soñada que puede catapultarles hacia la permanencia. Desde Amador, impecable en todas sus intervenciones, a Mejías II, escurridizo como en sus buenos tiempos, el equipo dejó boquiabiertos a todos.
La cobertura fue una muralla inexpugnable, que sólo concedió dos ocasiones a los atacantes contrarios, salvadas por el guardameta; la medular se fajó sin complejos con sus oponentes a los que ganaron casi siempre la partida; y arriba, el menor de los Mejías jugaba con el fuera de juego con la suficiente habilidad como para poner a Aloisio y los suyos al borde del famoso ataque de nervios.
El conjunto local, crecido, pudo lograr una goleada de escándalo, porque el Barça quemó sus naves y se fue adelante, dejando huecos clamorosos por los que penetraron fácilmente los granas. La impotencia azulgrana fue evidente.
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