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Everton y Liverpool juegan una final de Copa presidida por el recuerdo de Sheffield

Santiago Segurola

ENVIADO ESPECIAL El peso de la tragedia de Sheffield preside la final de la Copa de Inglaterra. El Liverpol, uno de los equipos envueltos en aquella masacre, se medirá hoy, en Wembley, con el Everton, su viejo adversario local (TVE-2, medianoche en diferido). El partido ha creado una atmósfera emotiva en la ciudad del Mersey. Detrás del carácter espectacular de este encuentro, se advierte una gravísima preocupación de las autoridades deportivas y políticas de Gran Bretaña, que se muestran incapaces de atajar la violencia endémica que asola el fútbol inglés.

Medio millar de policías vigilarán el orden público en Wembley. La confianza es general en Londres. Los enfrentamientos entre los dos equipos de Liverpol se han desarrollado siempre en un clima apasionado, pero respetuoso. El comportamiento de la hinchada del Everton tras la catástrofe de Sheffield fue ejemplar. Los aficionados acudieron en masa al estadio rival, Anfield Road, para testimoniar su dolor por las víctimas de Hillsborough. Este gesto se interpretó como una inhabitual nota de cordura en el atribulado fútbol británico.

Incapacidad

Mientras los preparativos se aceleran y se detallan todos los aspectos del ceremonial que acompaña a esta celebración, la sociedad inglesa ofrece un ejemplo diario de incapacidad para afrontar los gravísimos problemas que genera la violencia de los hinchas ingleses. Sí no fuera por el dramatismo de este fenómeno, algunos aspectos del debate sobre el gamberrismo serían cómicos. El mayor ejemplo de la falta de sintonía en las decisiones lo acaban de dar el presidente de la federación inglesa, el veterano Bert Millichip, y su secretario general, Graham Kelly, que han presentado sorprendentemente dos planes contrapuestos para contener la oleada de violencia.

Millichip ha pedido públicamente que se impida la entrada en los campos a los aficionados de los equipos que jueguen fuera de casa. Kelly, por el contrario, pretende establecer tarjetas de afiliación e identificación para los hinchas que acompañen a sus equipos en los partidos que se disputen en terreno adversario. El ministro de Deportes, Colin Moyniham ha reaccionado con dureza a esta falta de entedimiento entre los dos máximos responsables de la federación inglesa, a los que acusa de falta de liderazgo y perspicacia.

El partido también tiene un indudable interés deportivo. El Liverpol afronta la final en un estado de gracia. El equipo de Kenny Dalglish se ha colocado en la primera posición de la liga, después de una reacción espectacular e inesperada. Hace tres meses, el Liverpol figuraba a 19 puntos del Arsenal. Ahora es el indudable favorito para ganar el título de liga. En la final también se presenta como el principal candidato para obtener el triunfo. De hecho, toda Inglaterra está con los reds, una simple reacción emocional tras los sucesos de Sheafield.

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