Otra izquierda, otra Europa
Algo está recorriendo Europa que es ciertamente un fantasma: la "euroizquierda". Recoge la adhesión de viejos y nuevos dirigentes de la Internacional Socialista, como Mitterrand, Lafontaine o Martelli, pero también de Gorbachov. Izado al frente de todos ellos está el secretario general del PCI, Achille Occhetto, armado con los documentos centrales aprobados en el 18º congreso de su partido, en especial la resolución política llamada "Un nuevo PCI para un nuevo curso político".Pero, ¿qué hay de nuevo en todo esto? En principio, lo que más llama la atención de la lectura del ya extensísimo dossier de la euroizquierda" es la abundancia de ideas viejísimas, arropadas en fórmulas más o menos novedosas, terreno este en el que los dirigentes del PCI son imbatibles. Veamos algunas.
En su informe al congreso, Occhetto se plantea uno de los -temas centrales de los debates actuales de la izquierda, la relación entre el Estado y el mercado. Ésta es su aportación: "Nosotros superamos la vieja querella sobre la cuestión de saber si es necesario más mercado y menos Estado. Nosotros cambiamos los términos del problema afirmando que hace falta un Estado mejor y un mercado mejor".
Se encargan de dar algún contenido a esta vaciedad, una serie de propuestas agrupadas bajo otra fórmula, el "reformismo fuerte", que ha tenido un éxito inmediato en los medios habituados a practicar reformismos débiles. Se habla, por ejemplo, de "democracia económica", pero añadiendo inmediatamente que ha de realizarse en el marco de una orientación económica .cuyo primer objetivo debe ser la ampliación de la base productiva y el reforzamiento de la productividad del conjunto del sistema". En cuanto a la mejora del Estado, el PCI se contenta por el momento con proponer una reforma de la ley electoral, que debería permitir a los ciudadanos decidir directamente "el programa que debe ponerse en práctica y las fuerzas políticas llamadas a realizarlo". El congreso no ha dado ninguna pista sobre las medidas concretas que permitirían alcanzar semejante objetivo por medios tan modestos como la reforma del procedimiento electoral. Nada de esto es nuevo. Forma parte del arsenal de proyectos jamás realizados por la socialdemocracia desde hace más de un siglo. Lo significativo es que cuando los partidos de la Internacional Socialista sufren una profunda crisis de identidad -y alguno de ellos, como el PSOE, se ha convertido ya en un mutante de difícil clasificación política-, el mayor PC de Occidente se convierta en el abanderado de una "izquierda unida" sobre la base de la ideología de esa corriente.
Y en este punto nos vamos aproximando a lo que es verdaderamente nuevo. El proyecto de Occhetto puede caracterizarse dentro de lo que el filósofo turinés Constanzo Preni ha llamado "la eutanasia suave de la tradición marxista italiana". Y no sólo italiana, añadimos nosotros.
Marxismo y vitalidad
La vitalidad del marxismo estuvo desde sus orígenes, y sólo puede estar, en la convergencia entre la ambición de conocimiento del mundo real y la pasión por asumir todas las formas de rebeldía frente a él. La "euroízquierda" carece por completo de la una y de la otra. Hace unos años hablaban del "agotamiento de la fuerza propulsora de la Revolución de Octubre". ¿Cuánto tiempci pasará antes de que hablen todos, porque algunos lo hacen ya, del . agotamiento de la fuerza propulsora del marxismo"?
La Liga Comunista Revolucionaria es una organización que asume esa ambición y esa pasión marxista. Con ellas trabajamos cada día y desde ellas estamos discutiendo en nuestro 89 congreso. Tratamos de comprender los fenómenos nuevos de la crisis de la sociedad burguesa, poniendo a prueba el bagaje de ideas de nuestra corriente, junto al de otras corrientes marxistas y grupos y gentes de cualquier tradición comprometida de verdad con las luchas emancipatorias. No creemos en esa forma de "racismo" teórico que busca la pureza de las referencias teóricas. El nuestro es un marxismo mestizo, abierto a cuanto proviene del pensamiento y la acción revolucionaria, enfrentado radicalmente al capitalismo y a las caricaturas burocráticas del socialismo. Tratamos de prestar una atención particular a cuanto está sucediento en Europa, en la Europa que existe realmente, no en el producto ideológico que vende con ese nombre la "euroizquierda". Porque, ¿qué tiene que ver esa entelequia llamada "espacio social europeo" con el Acta única? ¿Cuál es la relación entre ese espacio donde se está organizando la competencia exacerbada entre trabajadores, la presión agravada del paro, la emulación negativa que lleve a la baja las conquistas sociales de los trabajadores y trabajadoras, con eso que algunos llaman la "dinarnarquización" de los pueblos europeos?
Occhetto, Mitterrand o Gorbachov hablan de la futura Europa como una "casa grande". ¡Qué sarcasmo llamar "casa" a ese territorio inhabitable para millones de sus ciudadanos y para tantas naciones oprimidas, "protegido" de quienes huyen de la miseria del Tercer Mundo, otro producto de la "casa", por fronteras cada vez más altas y por el racismo que crece por dentro!
Pero, en fin, hay que reconocer a la "euroizquierda" una cierta coherencia en las fórmulas. Porque su Europa está tan alejada de ser una "casa" como ellos de ser una izquierda con voluntad emancipadora.
Y hay también una coherencia alternativa. Entre sindicalistas, feministas, ecologistas, pacifistas..., del Este y el Oeste, gentes que luchan por caminos diferentes, pero radicalmente contra toda manifestación de explotación y opresión, hay mucho por hacer en común. En el diálogo, el aprendizaje, la lucha, la convergencia entre nosotros y nosotras, podrá fortalecerse otra izquierda que luche por otra Europa. En eso estamos.
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