El infierno en casa
Las noticias que leo en su periódico sobre las restricciones a que se van a ver sometidos los extranjeros que deseen entrar en España hacen dudar de los fundamentos democráticos sobre los que se está asentando la convivencia en nuestro país.Cuando se sale a la calle, la situación es peor todavía. Si el extranjero lleva poco tiempo aquí, o está de turista, no habrá conseguido aún salir del infierno con que los españoles solemos recibirles.
La noche del domingo 12 de marzo, en el locutorio de la Telefónica en la Gran Vía, un cartel anunciaba que en caso de no ser aceptadas las llamadas a cobro revertido a sus países, les obligarían a pagar 700 pesetas. Si alguien preguntaba la razón, recibía una contestación a gritos. Se dieron las condiciones ideales para que algunos de los extranjeros presentes hicieran una crítica educada de su situación a un español dispuesto a escucharles: robos, timos, burocracia, arbitrariedad.
Creo que cualquiera que hubiera estado en mi lugar habría enrojecido como yo, y habría prometido escribir, al menos, la carta que le estoy escribiendo.-
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