_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Agua

Percibe el habitante de ciudad cuatro clases de agua, a saber: natural, con gas, para el whisky y del cuarto de baño. Esta última se distingue de las anteriores por carecer de envase y ser -siempre dentro de la mirada urbana- presuntamente inagotable. Para el labrador es el agua un bien escaso que lo lleva a perforar el suelo, a querer exprimir las nubes con los ojos y a veces a crispar la mano sobre la empuñadura de la hoz.Contrapónese de antiguo el agua al vino, y es el tabernero un mediador sospechoso vituperado en coplas populares y poemas de algún mérito. Allá en Galilea un hombre bueno optó decididamente por el vino con ocasión de unas bodas de renombre. Los profetas modernos convierten el agua en líquidos menos apetecibles: solución de isótopos, caldo de vertidos industriales, elixir de cagarrutas y sus combinaciones. La encierran al servicio de grifos locos de urbanizaciones salvajes o llenan con ella piscinas junto al mar de uso privado y esporádico.

Sólo agua tomó durante 16 días Pep Cabrera, profesor de matemáticas, vecino y concejal de Ondara, en la Comunidad Valenciana. Vio llegar marzo y se declaró en huelga de hambre contra el expolio de las aguas de la cuenca del río Girona, hasta que una reunión de fuerzas vivas de la comarca asumió el problema y lo liberó de un protagonismo no buscado.

No anda de mártir, dice que el ayuno le ha tonificado el cuerpo y la mente. No pretende que su pueblo se quede el agua, sino que se discuta entre todos los afectados, sin que se le dé prioridad política al más fuerte: un turismo -el de Denia o el de Calpeque por incontenido puede llegar a ser suicida.

Quizá la patria no sea la tierra, ni la sangre, ni los muertos, sino el agua. Quizá la madurez de un pueblo haya de medirse por la complejidad y delicadeza con que borde con hilos de agua sobre su territorio. Hubo en esta tierra gentes sabias que nos enseñaron a regar. Desde entonces ha llovido mucho y ha llovido poco. El agua debe nuevamente ser pensada por el pueblo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_