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Estrepitosa derrota de Ozal en las municipales turcas

La estrella de Turgut Ozal, primer ministro turco y líder del conservador Partido de la Madre Patria (PMP), se ha apagado. Su estrepitosa derrota en las elecciones municipales de ayer no parece dejarle otra salida que dimitir o convocar elecciones anticipadas. Pese a la escasez de resultados, a primeras horas de hoy los que había reflejaban de manera irreversible que el opositor Partido Populista Socialdemócrata (PPSD), que preside Erdal Inonu, ganaba la mayoría de las alcaldías importantes, y en los consejos, el derechista Partido de la Recta Vía (PRV), de Suleimán Demirel, se situaba en cabeza.

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El sultán de Estambul

Los socialdemócratas han ganado en Estambul, Ankara y Esmirna y los derechistas de Demirel superan al PMP en los consejos municipales. Si Ozal es el derrotado la victoria hay que repartrila en Inonu y Demirel. El primero porque su partido se lleva los premios más llamativos. El segundo, porque ha recogido la mayor parte de los votos perdidos por Ozal, con lo que obtiene cumplida venganza sobre éste, que siempre le ha descalificado al considerarle como máximo representante de los viejos políticos que, con su ineptitud, forzaron la intervención militar del 12 de septiembre de 1980.El ecaparate de la derrota de Ozal es Estambul, donde el polémico alcalde Bedrettin Dalan, partía como indiscutible favorito. Todas las encuestas le daban como claro ganador. Y con un margen muy amplio. ¿Qué ha ocurrido? La explicación que dan algunos periodistas turcos es que los sondeos, en este caso, no se equivocaron, sino que se manipularon por una prensa compinchada con el sultán.

La derrota de Dalan parecía ya clara pasada la medianoche, aunque sin alcanzar el volúmen escandaloso sufrido por sus compañeros de partido en Ankara y Esmirna.

"No somos los primeros"

A las 22.000 la sede ankareña del partido del PMP cerró sus puertas, y sus máximos dirigentes se encaminaron hacia la residencia del primer ministro, en la colina de Cancaya para analizar la situación. El vicepresidente del PMP, Halil Sivgin, había dicho poco antes: "Parece que no somos el primer partido". Eso fue todo. No se produjo un reconocimiento oficial de la derrota, tal vez por que aun se confiaba en el milagro, en que, a medida que avanzase el escrutinio se diera la vuelta a la situación.En los consejos municipales, la tendencia señalaba que el PRV llevaba una clara ventaja, con el 'PMP y el PPSD disputándose el segundo puesto. No cabía duda, sin embargo, de que el partido del gobierno no alcanzaría el 30% de los votos. Con este porcentaje, ni siquiera la ley electoral turca, que Ozal se fabricó a su medida, le permitiría vencer en unas elecciones legislativas. Este 30% era también la barrera que su propio hijo Ahmet pensaba que debía marcar las diferencias entre la continuidad y la dimisión. El propio Ozal dio a entender a EL PAÍS que lo importante era que su partido siguiera siendo el número uno.

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La derrota corta de raíz las aspiraciones presidenciales de Ozal. Aún es pronto para decir si le apartará de la política. Su habilidad está por encima de toda duda y, al menos de momento, sigue teniendo controlado el aparato del poder. Pero la frágil cohesión de los heterogéneos elementos que se dan cita en el PMP, con el sólo cemento del poder, va a sufrir una dura prueba. El fantasma de la UCD española está presente. A partir de ahora, Demirel va a reclamar su papel de líder de la derecha y, tras la derrota del PMP, será muy dificil negársela.

En contra de Ozal jugaba en la elección de ayer la política económica de su Gobierno, que ha permitido mejorar espectacularmente la infraestructura del país, pero que ha quitado bastante dinero del bolsillo a sus habitantes. La inflación (75% a finales del pasado año) ha descolocado a la clase trabajadora que, pese a las restricciones legales, ha multiplicado en los últimos meses los movimientos huelguísticos.

Un anuncio publicado el pasado sábado en el diario de centro-izquierda Cumhuriyet, reflejaba que los turcos también saben lo que es el humor negro. Decía así: "Ozal, no te vayas, Si te vas, nos comerán. Firmado, en nombre de los alimentos, la aceituna, el queso y la judía".

El primer ministro se jugaba mucho ayer (incluidas sus aspiraciones a la presidencia) y utilizó a fondo todas sus cartas, sin despreciar el chantaje. Los anuncios de prensa del PMP mostraban a un hombre amarrado a una silla, sobre esta leyenda: "¿Quieres un alcalde cuyas manos estén atadas?". El propio Ozal no se recató en afirmar que los municipios que no estén en armonía con el Gobierno "sufrirán las consecuencias".

En su última intervención televisada el pasado sábado Ozal no dudó tampoco en intentar hacer votar al miedo. Aludió a "fuerzas oscuras" que intentan retrasar el reloj a los años setenta, cuando coaliciones débiles hicieron posible un terrorismo de ultraizquierda y ultraderecha que se cobraba 20 vidas diarias y abrió la puerta al golpe militar del 12 de septiembre de 1980.

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