Taza a taza, verso a verso
Muchas actividades intelectuales y artísticas en Madrid siguen vinculadas a los cafés
Cuando se trata de buscar una personalidad a Madrid, cafés y tertulias acuden gustosos a dar argumentos. Llegan entonces a la mente Ramón y Cajal con su capa medio caída en el café San Sebastián, Benavente andando despacio hacia El Gato o don Ramón y su inseparable Pombo. La costumbre de buscar inspiración y de darle la vuelta al mundo con una cucharilla de café volvió en los años setenta y se ha mantenido en los ochenta. Algunos lugares son referencias básicas del pasado, pero también catalizadores actuales de culturas, nuevas tendencias o movidas.
Iberia, Fontana de Oro, Levante, Prado, Café Social de Oriente, Correos, Gran Café de la Montaña, Granja del Henar, Lyon D'Or, Café del Inglés, Teide, Colonial, Universal, Café Fornos, Negresco, El Europeo. Imprescindible contar con todos y cada uno de ellos para reconstruir la intelectualidad de este país."El café no nació como ateneo, sino como andén de la vida", dijo Gómez de la Serna del Pombo de la calle de Cartetas. "El café es el consejo de estado de los hombres que nadie va a consultar", sentencia una de sus greguerías.
Nombres que se sabe muy bien Mariano Tudela, escritor y cronista de la ciudad, autor del libro Aquellas tertulias de Madrid: "Todos estos cafés pegaron el bajón en los años cuarenta y cincuenta. Primero porque, tras la guerra, una reunión de siete personas ya era vista por la policía y el régimen como algo peligroso. En la década de los cincuenta llegó la invasión inmobiliaria de los bancos. Y claro, todos estos locales eran muy golosos. La gran mayoría estaba situada en el centro de Madrid, en las principales calles, en tomo a la Puerta del Sol".
Tres supervivientes
Sólo tres sobrevivieron al huracán y han llegado a los tiempos del vídeo y del compac-disc: el Gijón, con el siglo recién cumplido y principal baluarte de las tertulias de los últimos lustros; el Lyon, inaugurado en 1929, cuya estética amplia y oscura se presta bien a las lucubraciones, y el café Comercial, en plena glorieta de Bilbao, principal punto de cita de los universitarios que vienen a estudiar a Madrid.Junto a los tres auténticos, y frente a los locales nocturnos de música a todo decibelio, han surgido decenas de cafés que, tomando nombres y estéticas antiguas, ofrecen un espacio donde poder conversar. "Pero reproducen más la tertulia francesa, posmodernista y art-decó", aclara Mariano Tudela, "que el antiguo café madrileño, el cual generalmente era una cochambre. Aun así, se acudía a ellos porque la vida en las casas era incómoda. Se iba buscando calor, aunque sólo fuera humano".
Casa-Pueblo, el Prado, el Universal, el Central, el Oriente o el círculo de Bellas Artes sonalgunos de los nombres que han tomado el relevo. Y escenarios más novedosos, que aportan su visión al mundo de las tertulias, como el Hotel Miguel Ángel, con sus coloquios de diplomáticos, profesores, andaluces.
A la antigua usanza
El café Ruiz, abierto en 1977 en pleno barrio de Malasaña, anda a la busca y captura de tertulias. Su propietaria, Magüi, cuenta que en sus días de estudiante iba mucho al café Viena, y desde entonces tuvo la idea de montar un café con vida.Magüi quiere organizar una tertulia cada día de la semana, "a la antigua usanza". Por el momento, los miércoles están ocupados por una astrológica y esotérica.El Nuevo Café Barbieri ha sido uno de los últimos casos de recuperación de una estética. Abierto en 1901 como café cantante de cupletistas, se transformó en 1920 en el típico café de tertulias. En 1950 se convirtió en cafetería funcional, pintada de verde y sin columnas.
"Cuando lo compré en 1981, lo reconstruí a imagen de la belle époque", cuenta su actual propietario, Xabier Rekalde. "Y con la intención de crear actividad cultural en torno suyo. Aquí hemos organizado jazz contemporáneo, cine-club, encuentros de literatura policíaca, teatro y tertulias de todo tipo. La gente en general lo valora poco, porque su acercamiento a la cultura es bastante frívolo. Por eso triunfó la movida".
"El ambiente de tertulias de París siempre fue superior al de Madrid", señala Mariano Tudela. "En España ninguna ciudad le ha hecho sombra, aunque Sevilla, Bilbao, Santander, Barcelona, Salamanca y Santiago de Compostela tienen su enjundia y su interés".
A pesar del empeño de evocación, corren tiempos bien distintos a los años de Alfonso XIII, cuando se produjo el gran fragor tertuliano.
"La Puerta del Sol, con el comienzo de los veinte" escribe Tudela, "es un constante ir y venir de paseantes en corte, un corazón ciudadano que late a buen ritmo y que está festoneado, para parada, fonda y recreación, de cafés con sus nidos de tertulias, en donde se habla muy alto". Fueron años de buenos e ilustres cafeteros: José Bergamín, José María de Cossío, Julio Camba, Manuel Azafía, Eugenio d'Ors...
La cultura de la imagen
Apegados a la actualidad en todos los sentidos, pero cumpliendo funciones similares a los antiguos cafés. Núcleos donde reunir a personas interesadas por la expresión artística, donde airear la creatividad y dar. oportunidad a los noveles para establecer contactos fructíferos y despegar en su carrera.
Son locales sin mármol en las mesas ni pajarita en los camareros, con pantallas gilgantes de vídeo, con billar. No quieren ser meros administradores de refrescos y alcohol; sino dar cabida, sobre todo, a las nuevas manifestaciones de la cultura: fotografía, diseño de moda, vídeo.
Uno de los puntos más activos en los últimos años ha sido el Galileo Galilei, un espacioso local de dos plantas abierto en 1985. "Antes esto era un cine", cuenta su propietario, Germán Pérez. "La estructura y la acústica resultaban, por tanto, apropiadas para celebrar conciertos. Eso hicimos durante tres meses; pero llegaron las protestas de los vecinos y se acabó. Ya que nos negaban,el sonido, pensamos dedicarnos a la cultura de la imagen".
"Hemos conseguido consolidar cierto ambiente cultural, crear un círculo de gente que se mueve en torno a la fotografía y el vídeo. Tenemos los viernes una tertulia dedicada a ello y en otoño organizamos concursos. Al cabo de un año pasamos alrededor de dos centenares de vídeos. Organizamos dos o tres desfiles mensuales, y servimos para establecer contactos entre modelos y diseñadores".
Aunque Germán Pérez reconoce que los mayores llenos del bar coinciden con los partidos internacionales de fútbol y baloncesto, afirma que existe un movimiento en Madrid en torno a una nueva cultura que necesita más cauces y nuevos locales donde plasmarse.
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