_
_
_
_

Muerte en defensa ajena

Un joven orensano pierde la vida al interceder por tres mujeres

"Menos mal que sólo tiene una mano, que si no habría hecho una desfeita [estrago] mucho mayor con el cuchillo", comentan algunos vecinos de Terrón sobre el portugués Ferminho d'Amorin, de 32 años, presunto autor de la muerte el pasado jueves de Antonio Lemos Soutelo, de 24 años, vecino de Oimbra (Orense), cuando éste intentó interceder por tres mujeres. El crimen, ocurrido en una barra americana situada en la zona fronteriza de Terrón, ha provocado tensión en el vecindario, que recuerda el reciente asesinato de seis personas en Chantada (Lugo).

Antonio Lemos, con un bajo coeficiente intelectual, aunque no llegara a ser catalogado como deficiente mental, falleció la noche del pasado jueves a causa de la cuchillada en el cuello que le asestó el manco, al que recriminó porque estaba molestando a tres mujeres, que trabajaban en el bar Terrón, una barra americana.Los testigos recuerdan bien la escena. Las tres mujeres fueron molestadas por Ferminho D'Amorin, natural de la localidad portuguesa de Vilarelho da Raia, situada en la misma frontera, apenas a 300 metros del lugar de los hechos.

O Fermín o Maneta, como era conocido D'Amorín, es, según los que le conocen, un hombre violento y pendenciero, protagonista de numerosos conflictos en la zona. Es una persona poco apreciada en la zona, en tanto que su víctima gozaba de las simpatías del vecindario.

D'Amorin, según una nota del Gobierno Civil de Orense, estaba acosando y amenazaba a las chicas de la barra americana cuando Antonio Lemos, amigo de éstas, llegó al establecimiento, que era casi su segunda casa. Lemos no dudó un instante. Recriminó a O Fermín que, casi sin mediar palabra, le atacó con un cuchillo y le produjo un corte profundo en el cuello que seccionó la yugular. El muchacho se desangró camino al ambulatorio de Verín, distante diez kilómetros del lugar de los hechos, donde ingresó ya cadáver.

Los escasos clientes presentes en el bar Terrón, que a esas horas seguían por televisión los últimos minutos del partido Real Madrid-PSV, se quedaron paralizados. El pánico estuvo a punto de adueñarse de ellos al recordar un crimen reciente. Aquel en el que un labrador perturbado mató a seis personas con un cuchillo de matar cerdos. Recordaron también uno, todavía más reciente, de otro campesino que atacó con un horca de hierro a dos vecinos en una aldea de Orense.

Las tres mujeres, de nacionalidad portuguesa, en cuya defensa salió Antonio Lemos, se refugiaron asustadas en una casa próxima y más tarde acudieron a la Guardia Civil. El agresor huyó tranquilamente a pie y cruzó la frontera. Desde entonces, nada se sabe de él.

El muchacho fallecido acudía a la barra americana casi a diario y se encargaba de pequeños trabajos, como recoger leña o encender la estufa. Con esas tareas ganaba algún dinero. Un vecino de Rabal recuerda que Antonio Lemos "estaba muy encariñado con las rapazas del bar". "Cualquiera de ellas levantaba una mano y ya estaba Antonio dispuesto para hacer cualquier cosa que le mandaran", añadió.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_