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Una prostituta 'revoluciona' los Comunes

La presencia de una prostituta de lujo entre el personal con acceso libre a la Cámara de los Comunes ha hecho recorrer un escalofrío por el establecimiento británico. Altos funcionarios, parlamentarios, importantes periodistas y algún que otro financiero, junto a un número indeterminado de árabes y quién sabe quién más aparecen juntos y revueltos en una historia que evoca el fantasma de otra call-girl, Christine Keeler, revivido con una película que acaba de estrenarse.Pamella Bardes, 27 años de exhuberante belleza, consiguió el verano pasado un trabajo de 3.000 libras (unas 600.000 pesetas) al año junto al parlamentario conservador David Shaw. Bardes -que decía ser hija de español e india y haber logrado hace años el título de miss India, extremos que ninguna fuente pudo confirmar ayer- vivía junto al Parlamento, en un piso valorado en 750.000 libras y vestía con una elegancia a juego con su estampa, con ropas y joyas firmadas por Chanel y Cartier.

La contradicción entre ingresos y nivel de vida no pareció llamar la atención de nadie hasta que se ha descubierto que Bardes mantenía una actividad más ajetreada y mejor remunerada que la de una simple secretaria de un parlamentario. Ahora, todos lo han visto claro, desde el desprevenido Shaw al conocido Andrew Neil, director del Sunday Times, quien fuera novio de la chica hasta que, según se cuenta en Londres, ambos tuvieran una acalorada discusión que acabó con el abofeteamiento del periodista.

Bardes, que no faltaba a acto social de relumbrón que se celebrase en Londres y que frecuentaba los más selectos ambientes, vivía por todo lo alto gracias a las 500 libras (unas 100.000 pesetas) que cobraba por un servicio personal exclusivo para caballeros, que de prolongarse durante el fin de semana subía a las 2.000 libras.

Entre los decepcionados por el descubrimiento de esta faceta de Bardes están Colin Moynihan, subsecretario de Deportes, quien la acompañó en tres oportunidades, la última a una cena a la que asistió la primera ministra, Margaret Thatcher, y Nick Adam, un yuppie de la City que hace escasos días anunció a bombo a platillo su inminente boda "con la chica más bella del mundo". Ninguno de estos personajes estaba ayer localizable.

Se van a revisar las normas de concesión de pases, "entregados en los Comunes como si fueran caramelos", a juicio de otro parlamentario. Lo que más preocupa es que contara con libre acceso a la Cámara una persona que no debiera haberlo tenido. A partir de ahí, se han desatado las hipótesis y se ha comenzado a especular sobre qué contactos ha podido mantener Bardes dentro y fuera de la Cámara de los Comunes.

Se da por hecho que entre sus clientes hay tres saudíes -donde se ve una conexión con el siempre peligroso Oriente Próximo-, pero la Prensa popular ha comenzado a hablar del riesgo de que la chica estuviera manipulada por agentes comunistas o por el IRA, al que se ha ocupado una lista con más de cien nombres de personalidades.

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