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La desunión de la izquierda unida en Francia

Socialistas y comunistas se enfrentarán en 100 ciudades, pese al acuerdo para acudir juntos a los comicios

Socialistas y comunistas franceses irán separados a las elecciones municipales del 12 de marzo en Conflans-Sainte-Honorine (29.000 habitantes) y en Chateau-Chinon (2.400 habitantes). La cuestión no tendría demasiada importancia si no fuera porque Conflans tiene un alcalde llamado Michel Rocard, a la vez primer ministro, y porque François Mitterrand, presidente de la República, encabezó hasta 1981 el Ayuntamiento de Chateau-Chinon, su feudo electoral desde siempre. No hay mejor ejemplo para ilustrar la división de la izquierda en unas elecciones a las que teóricamente se presenta unida.

Los acuerdos entre el Partido Socialista (PS) y el Partido Comunista Francés (PCF) han necesitado cuatro meses de negociaciones, cruce de cartas, llamadas telefónicas por sorpresa, reuniones de hasta 11 horas ininterrumpidas que terminan de madrugada, firmas solemnes, rupturas inmediatas y, al final, discretos regresos a la mesa de conversaciones. Una penosa novela por entregas que refleja hasta qué punto se han degradado las relaciones entre los dos partidos que un día formaron la unión de la izquierda y se sentaron juntos en el Gobierno. De todo ello quedan hoy únicamente los puros intereses electorales y el poso de unas negociaciones que pesarán en el próximo congreso socialista, cuando las tendencias que no controlan actualmente el aparato se dispongan a ajustar las cuentas al primer secretario, Pierre Mauroy.La negociación más larga

Las negociaciones más largas en la historia de la izquierda francesa se inician a finales de octubre con el recelo de los rocardianos, que temen que el primer secretario del PS, Pierre Mauroy, ceda demasiado ante las pretensiones de los comunistas, empeñados en esos momentos en desgastar al Gobierno mediante su resuelto apoyo a los huelguistas del sector público. El pulso del PCF al Gobierno en los conflictos sociales -especialmente la interminable huelga de los transportes públicos de París- paraliza bruscamente las negociaciones en diciembre.

La primera fase culmina en un acuerdo firmado el 12 de enero por los secretarios generales de ambos partidos, Pierre Mauroy y Georges Marchais, con toda la pompa que requiere la ocasión. Pero seis días después el pacto está prácticamente roto a causa de la interpretación diferente que cada partido da al concepto "representación actual". El PCF había querido desde el principio reeditar pura y simplemente los acuerdos de las anteriores elecciones de 1983, mientras que los socialistas exigían tener en cuenta su consolidación electoral en seis años (en torno al 37% de los votos) y el descenso comunista (16,17% en las legislativas de 1981, 11,32% en las de 1988 y 6,94% en las presidenciales del año pasado).

Un acuerdo escaso

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Los comunistas se comprometen a no derribar al Gobierno uniendo sus votos a los de la derecha. Sin embargo, el texto del acuerdo, que no impide los enfrentamientos entre el PS y el PCF en la primera vuelta y ni siquiera recoge un compromiso de desistimiento en la segunda, es papel mojado. Transcurren entonces 20 días de tiras y aflojas festoneados de descalificaciones, reconciliaciones, reuniones nocturnas de repaso municipio por municipio y encuentros en la cumbre Mauroy-Marchais, que vuelven a suscribir un nuevo acuerdo el 3 de febrero. Tampoco sirve para nada, porque una semana después la ruptura vuelve a ser posible, y con ella las primarias entre candidatos de la izquierda en 170 ciudades mayores de 20.000 habitantes. Finalmente, la enésima reunión, a mediados de febrero, devuelve las aguas a su cauce.

Un cauce ciertamente estrecho porque, pese al acuerdo, socialistas y comunistas irán separados en unas 100 localidades, cuando en 1983 compitieron únicamente en 44. De ese centenar de primarias, 17 (10 menos que en 1983) corresponden a ciudades en manos de la izquierda, en las que el PS pretende arrebatar la alcadía al PCF; el ejemplo más relevante es Amiens, la tercera ciudad por número de habitantes entre las gobernadas por los comunistas. Otras 90 primarias (frente a 17 hace seis años) se dilucidarán en localidades en poder de la derecha, 20 de ellas perdidas por el PCF en 1983. Además, por primera vez desde 1965, socialistas y comunistas se presentarán por separado en los 20 distritos de París.

Sin embargo, en Marsella, símbolo de la división en el propio PS, los comunistas integran la lista de unión de la izquierda, encabezada por el candidato oficial del PS, Michel Pezet. Pero esa unión tampoco es tal, porque en la lista del actual alcalde, Robert Vigouroux, se agrupan también socialistas y comunistas disidentes.

Porque la disidencia en el seno del PCF va en aumento. Tras la dimisión o la expulsión del PCF de los renovadores, su antorcha ha sido tomada por los reconstructores, miembros de la corriente minoritaria en el seno del PCF llamada Iniciativa para la Reconstrucción Comunista (IRC).

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